© 2009-2019 La página templaria que habla de cultura, historia y religión - Especial 'Proceso de los templarios'

jueves, 29 de agosto de 2019

Poema a la Orden del Temple




Non nobis Domine,
gritaban los campos.
Non nobis sed nomini,
segaban las espadas.

Tuo da Gloriam,
alzaban las miradas
llorando la sangre
que las almas deslizaban.

¿Dónde hallaremos su Gloria?
se preguntaban los vivos;
y un reflejo de luz les condujo
hasta la entrada del Eterno Sepulcro.

Al abrir su puerta salió
un humilde aroma embriagador.
Hermanos, no busquemos más,
es aquí donde mora el Santo Amor.

RVR

Las personas, a veces, nos complicamos la vida en la búsqueda de sucedáneos para lograr una existencia mejor a la que llevamos, perdiendo de vista que lo realmente importante, lo que de verdad nos hará felices es el amor.
Allá donde hallemos ese amor de plenitud vivirá nuestro corazón.

lunes, 19 de agosto de 2019

La soledad del individuo

La soledad podemos palparla fría, como la sábana que envuelve un desalentado cuerpo moribundo o cálida, como la sonrisa del niño que comienza a caminar sin que nadie le sujete.

Cuando la sensación relativa, en forma dañina, se apodera del cuerpo suele hacerlo adentrándose entre las grietas de una mente resquebrajada por un pavor infundado. Es la misma persona que cree sufrirla quien inventa esa creencia por un deseo destructor que acecha a los hombres hasta acorralarlos contra su voluntades.

Pongamos un ejemplo drástico: un colectivo de personas deciden aislar a un individuo encerrándole en una celda completamente vacía, insonorizada y en la más completa oscuridad. Aún, en ese desesperante tormento de privación de su libertad, tal individuo gozaría de la compañía de su propia conciencia, porque es el protagonista principal de su ser.

De forma científica, podríamos asociar la soledad a la unidad, al principio de las cosas, al Creador; puesto que la soledad más genuina se halló en Dios antes de decidir crear la materia y, aún así, siempre le acompañó la libertad de su pensamiento divino.


No existe libertad sin soledad, porque es el bullicio agitador de gentes y de cuanto nos rodea lo que nos ata intensamente a las obligaciones que aceptamos con los que tenemos cerca, alejándonos de completar una vida liviana y serena. La soledad no es una condena sino una liberación.

A veces, las personas caminamos consciente o de manera involuntaria hacia el aislamiento social; tras esa elección, contraria a la naturaleza humana, puede hallarse el angustioso abandono de un ser querido, una inesperada ruptura sentimental, la incomprensión de una persona por su entorno o, simplemente, el no sentirse valorado.

Aislamiento y soledad no deben confundirse, ya que la soledad se viste de tranquilidad mientras que el aislamiento se cubre de rabia.

Contra la eterna batalla que es vivir, donde nunca se alcanza la victoria, -como diría el genio de Bécquer: "Deseo ocuparme un poco del mundo que me rodea pudiendo, una vez vacío, apartar los ojos de ese otro mundo que llevo dentro de la cabeza"- nos queda luchar abriendo los ojos y avanzar hasta el espacio inhóspito en el que creemos hallarnos y actuar eliminando las sombras de imaginadas siluetas que se nos presentan juguetonas y desafiantes, comprobando lo absurdo de que somos un sueño donde recreamos otras vidas anheladas.

Debemos comportarnos como el niño pequeño, ese que todavía no camina solo, que intenta levantarse mediante el impulso de sus piernas diminutas sin pensar dónde acabará cuando esté de pie, porque su deseo solo está en caminar por sí mismo.

sábado, 3 de agosto de 2019

De la vida como principio móvil y de la muerte como principio vital

El universo está lleno de magia, de situaciones donde, aún siendo conscientes de que ocurren, no alcanzamos a comprender, como la de saber qué lleva a dos cigotos a crear vida.

Los avances científicos nos acercan a conocer y profundizar en aspectos tan importantes como son la vida y la muerte arrojando luz sobre nuestra existencia.

La ciencia ha demostrado que los espermatozoides viajan hacia el óvulo porque se sienten atraídos por las sustancias que este desprende. Ese reclamo agradable les hace que intenten entrar en el óvulo para disfrutar de tan suculentos manjares.

La naturaleza egoísta de los espermatozoides les lleva a competir para hacerse primero con el ansiado botín. En ese trayecto por sobrevivir, aquellos gametos masculinos más voraces, los de mayor apetito, los más saludables, tendrán mayores posibilidades de conseguir su propósito.

Cuando uno o varios espermatozoides entran en el óvulo (fecundación), inmediatamente, como una explosión, este desprende millones de chispas a los espermatozoides que han quedado en el exterior produciéndoles la muerte. Esa reacción química frente a los invasores es un mecanismo defensivo para preservar la integridad del óvulo, ya fecundado.


Dicha acción nos muestra que la muerte es un principio vital imprescindible para que se genere la vida.

Y el tiempo inexorable, dimensión infinita e inmaterial, lo que rige el principio de la vida. Él, que solo es perceptible cuando coexiste con la materia, podrá medirse desde la realidad cuando exista movimiento en ella; porque gracias al latir (movimiento) de nuestro corazón podemos cuantificar qué intervalo de tiempo tarda en volver a latir de nuevo; de igual forma, con el movimiento orbital de la tierra alrededor del sol se puede medir cuánto tarda en completar dicha órbita.

Como vemos, sin el movimiento de la materia es imposible apreciar la realidad temporal.

Entonces, ¿qué sucede con nuestra parte inmaterial, la espiritual, de nuestro ser cuando el tiempo determine su muerte corpórea? Pues, acontece que tras la muerte de la materia el espíritu marcha y, aunque halla en él movimiento, al carecer de materia vivirá ajeno al dominio del tiempo.

Y del alma, ¿qué será de ella? El alma es sustancia regida por el tiempo, que la moverá el espíritu a hallarse con el principio de la vida. Será entonces, como hacen los espermatozoides que, empujados por el alimento de la vida eterna que sienten emanar de Dios, viajará hasta el óvulo divino intentando introducirse en él.

Solo las almas fortalecidas por un espíritu arrollador podrán entrar a formar parte de la vida perdurable, donde el tiempo estará ausente.