Más allá de la carne y la sangre se encuentra la razón de existir de cada uno de nosotros; y es desde la racionalidad donde el pensamiento se mueve libre y decidido a hallar respuestas, apartándose de los sentimientos para no perder la objetividad que necesita en tal búsqueda.
Dejemos por un momento la fe religiosa a un lado y actuemos desde el absoluto desprendimiento a lo divino y a las creencias espirituales, dejando que el pensamiento viaje por el cosmos de la mente. Como en todo viaje existe un punto de partida y nuestro inicio estará en la idea concebida de que el pensamiento es vivo y libre.
¿El pensamiento es vida y libertad?
El pensamiento como tal no es vida, forma parte de ella; el pensamiento corre vivo, cosa distinta, pudiendo ser dirigido, a nuestro antojo, gracias a la vida. En cambio, el pensamiento no solo es libre de actuar sino que también da la libertad necesaria para una vida de plenitud.
El hombre fue creado libre y no solo debe conformarse en saber que goza de libertad, ha de aprender a sentirse libre despojándose de las cadenas del miedo, que aprisionan la fluidez de su pensamiento creativo.
¿De dónde surge la libertad del hombre?
Todo tiene un origen que proviene de un principio creador. Tras ese principio generador, fuente de todo lo creado, se halla una entidad que da la vida y que es vida y por tanto no puede ser extinguida por un principio destructor. A tal entidad creadora la llamamos Dios.
Desde la vida infinita todo acción está movida por una libertad creadora; dicho albedrío queda sellado en toda criatura, siendo el pensamiento el vehículo que conduce a la liberación del hombre.
El pensamiento no puede ir solo en esa liberación, necesita del espíritu para que el viaje alcance su objetivo. Lo espiritual es lo que conecta a los hombres en el espacio y en el tiempo porque forma parte de la identidad universal del ser humano. El pensamiento cuando se une al espíritu posibilita el encuentro con algo mucho más poderoso.
En ese encuentro con lo sobrenatural debe existir comunicación entre ambas partes y ese diálogo cruza la frontera de lo espiritual a lo religioso. Por buscar una similitud, aprovechando que la humanidad celebró hace unos días el cincuenta aniversario de la llegada del hombre a la luna, podemos decir que los astronautas son el pensamiento; el cohete, el espíritu; la luna, lo sobrenatural y la tierra, la conciencia.
La libertad de la que el hombre goza viene de la voluntad de Dios. El libre albedrío lleva implícito el derecho del hombre a poder buscar al Creador utilizando el diálogo, lo religioso o, bien, huir de Él, si así lo cree conveniente, como si al individuo no le hiciera falta su presencia para hallar la tranquilidad de su espíritu.
¿Lo sobrenatural influye en la salud?
Hemos podido comprobar que gracias a esa entidad sobrenatural el hombre puede actuar libre en busca de respuestas que le conduzca a una conciencia positiva para disfrutar de una existencia enriquecedora.
La Universidad de Ohio, hace unos años, hizo un estudio para investigar cómo era la salud tanto de los creyentes como de los que no creían en un ser supremo. Tras años de investigación sus científicos determinaron que los creyentes vivían de media cuatro años más que los ateos.
El estudio revela que cuando un individuo piensa que una fuerza superior le protege su pensamiento le rodea de tranquilidad y esta, a su vez, repercute favorablemente en su salud.
Podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que Dios es bueno para el hombre.