Desde la
Encomienda de Barcelona regresamos con la segunda parte del capítulo dedicado
al misterio de la cabeza cortada de Juan el Bautista. Para ello hemos recogido
un texto del libro “Les Templiers” del historiador francés, Michel Lamy, que
ediciones MR publicó con el nombre de “La otra historia de los templarios”,
donde su autor nos introducirá en los mitos y las leyendas sobre las cabezas
cortadas.
Desde Temple
Barcelona esperamos que el capítulo os haya atraído.
San
Juan Bautista aparece así como una figura bastante semejante a la de Orfeo en
el marco del culto de las cabezas cortadas. Orfeo fue muerto por unas mujeres
tracias que le guardaban rencor por no haber mostrado interés por ellas. Su
cabeza, cortada, se convirtió en objeto de culto; interrogada, emitía oráculos.
Tal como recuerda Raymond Reznikov, así ocurrió también con la cabeza del celta
Bran el Bendito, talismán protector y símbolo de resurrección. Bran había sido
herido en la pierna por una lanza emponzoñada, episodio que no deja de estar
relacionado con la historia del Rey Pescador, en la búsqueda del Grial. Ordenó
a sus compañeros que le cortaran la cabeza y fueran a enterrarla a Gwynn Vryn,
la colina blanca, en Londres. Esta cabeza se convirtió entonces en un símbolo
de inmortalidad y en un poderoso talismán, fuente de protección, de vida, de
victoria y de riqueza. La cabeza de Bran el Bendito tuvo poco más o menos el
mismo papel que el Grial. ¿No volvemos a encontrar en esto a nuestro baphomet
que traía la riqueza, daba la victoria y la vida, hacía florecer los árboles y
germinar las plantas? Podríamos recordar asimismo la historia de Cuchulain,
cuya cabeza fue cortada por Lug. La cabeza del héroe irlandés fue enterrada en
Tara, centro político y religioso de donde los reyes de Irlanda obtenían sus
poderes mágicos. Esta cabeza era, pues, igualmente protectora.
En
la versión primitiva galesa utilizada por Chrétien de Troyes para escribir su Perceval el Galés o el cuento del Grial se desarrolla una escena que no deja de tener
relación con el asunto que nos ocupa. En la morada del Rey Pescador, e el
castillo del Grial, dos hombres entran en la estancia. Llevan una gran lanza de
la que manan hasta el suelo tres chorros de sangre. Dos doncellas las siguen
con una gran bandeja sobre la cual una cabeza humana cortada gotea también
sangre. En su novela, Chrétien se contenta con hacer ver a Perceval no ya una
cabeza sino la copa del Grial.
En
el relato francés Perlesvaux,
Lanzarote se encuentra con el Caballero del Escudo Verde, que le indica un
lugar extremadamente peligroso por el que debe pasar: el Castillo de las Barbas. Allí, todo caballero debe hacer entrega de
su barba o bien batirse para conseguirla. Cuando Lanzarote llega al castillo,
ve el portal de entrada recubierto todo él de barbas y de un gran número de
cabezas cortadas de caballeros. Lanzarote se deshace de los que le atacan. Al
día siguiente, tiene aún que cortar la cabeza de un gigante para salvar su
vida, pero ha de regresar al año siguiente para hacerse cortar su propia cabeza
por el mismo gigante que ha vuelto a partir con su cabeza bajo el brazo. Jean
Markale señala que la misma historia se encuentra en un relato irlandés muy
anterior, el festín de Brierin, cuyo héroe es el célebre guerrero Cuchulain.
Este “juego del decapitado”, como es
conocido, acaba con un simulacro de decapitación, y está relacionado con un
tema bien conocido en la hagiografía cristiana: los santos cefaloforos
(portadores de su cabeza tras una agresión) del tipo de san Dionisio en
Francia, de san Tremeur y de santa Tryphine en Bretaña, o de san Mitre en
Provenza.
La
cabeza de san Juan Bautista, cortada a petición de Horodías, se integra
perfectamente en el mito. ¿Y no murió Cristo además en el Gólgota, el “Monte de
la Calavera” de Adán? ¿No fue allí donde la preciosa sangre fue recogida en la
copa del Grial?
El
cráneo evoca en las tradiciones iniciáticas la caverna que ilumina el ojo del
Mundo. El túmulo yermo, el calvario, el Gólgota es “cráneo” y llevará la señal
de la redención.
La
cabeza de Medusa, cortada por Perseo, petrifica al que la mira y Atenea la
ostenta representada en su escudo. En la mitología escandinava, es la cabeza de
Mimir la que sirve de oráculo a Odín, en la fuente, y la que adorna el escudo
de sus guerreros.
En
ciertos aspectos, el baphomet puede hacer pensar en Jano. Joven y viejo a la
vez, era representado por los romanos con dos rostros, el uno lampiño y el otro
barbudo. Uno miraba hacia el pasado y el otro hacia el futuro. Jano dio su
nombre a nuestro mes de janvier (januarius, enero) que inicia el año tras
el renacimiento del sol en el solsticio de invierno. Presidía también las
empresas propicias y su nombre debe relacionarse con el de Juan, ese Ioan que
atraviesa los tiempos y los mitos de orígenes diversos. Concuerda bastante bien
con la dualidad aparente de los dos caballeros templarios sobre un mismo
corcel. Jano bifronte, como dos veces Juan, el bautista y el evangelista, el
del solsticio de verano y el del solsticio de invierno, santos casi gemelos.
Jano del pasado y Jano del porvenir, Juan el precursor y Juan que debe regresar
por la venida de Cristo.
Jano
o Juan Bautista, no existe entre ellos gran diferencia en el plano simbólico,
pero hay que considerar esta similitud importante en relación con el culto de
las cabezas cortadas, y tendremos ocasión de confirmarlo.
Daniel
Réju nos cuenta, por su parte, una historia muy extraña. A finales de la pasada
centuria, se descubrió en la isla de Sein una gruta abierta por los druidas,
frente al mar y únicamente accesible por barco. Al parecer, las sacerdotisas
celtas emitían allí oráculos. Se hizo en ella un curioso hallazgo:
‘Se
trataba de una estatuilla de madera cuyo brazo derecho (al que faltada la mano)
se alzaba hacia el cielo, mientras que el izquierdo colgaba a lo largo del
cuerpo. La estatuilla tenía una cabeza desproporcionada, con dos grandes
agujeros redondos en el lugar de los ojos, una barba triangular hecha con cinco
trazos verticales, un par de cuernos y un pecho de mujer. Y, entre ambos
pechos, en relieve, figuraba una cruz del Temple, de considerable tamaño y
perfectamente visible.’
Esta
estatua ha desaparecido. Confiada a un sacerdote de las Côtes d’Armor, fue robada
al poco.
Hay
en esta descripción muchos puntos de semejanza con el baphomet. Y algunos que
hacen pensar en Isis. Astarté, o también en Ishtar que, en Fenicia, se llamaba
Baalit. Los cuernos en forma de medialuna deben ser asociados, así pues, el
simbolismo lunar. Y Réju señala la frecuencia con que la medialuna se encuentra
en los umbrales de las casas de los templarios:
‘Más
asombroso aún, estos lugares se hallan concentrados en el eje Gisors (los
Croissants-de-Gisors) – Nogent-le-Rotrou - Bellème - Angers, por otra parte, y
en diversas provincias entre las más impregnadas de tradición céltica,
Normandía, Ile-de-France, región del Loira y Bretaña, por otra.’
Celta
u oriental, el origen importa poco desde el momento en que se inscribe en la
línea de una tradición universal. La cabeza cortada del Bautista presenta todas
las características que le permiten representar el mismo papel protector que la
de Bran el Bendito. (fin)
Grabado titulado ‘Salomé
y la Cabeza de Juan el Bautista’ (Bernardino Luini)
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