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jueves, 9 de junio de 2011

Luis de Francia: IIIª parte.


Desde la encomienda de Barcelona con el siguiente texto extraído del libro “The Templars” del novelista Piers Paul Read, concluimos el siguiente apartado dedicado a la figura del rey Luis de Francia.

Desde Temple Barcelona, deseamos que su contenido os haya sido grato.

Como representante de Luis en Acre quedó Godofredo de Sargines, quien pasó a ser senescal del reino. Sin embargo, con las muertes del emperador Federico II en 1250 y de su hijo Conrado en 1254, el legítimo rey de Jerusalén era ahora el hijo de Conrado, Conradino, y no Luis IX; y aunque había una guarnición a las órdenes de Godofredo, era insuficiente para imponer el orden entre las facciones rivales, particularmente las ciudades marítimas italianas. A principios de 1256, una disputa entre venecianos y genoveses por el monasterio de Saint Sabas en Acre condujo a un conflicto armado: los Templarios y los Caballeros Teutónicos apoyaron a los venecianos; los Hospitalarios, a los genoveses. El mismo año vio la muerte del gran maestre templario, Reginaldo de Vichiers, quien fue sucedido por Tomás Bérard.

En 1258, los mongoles capturaron Bagdad, mataron al califa y masacraron a la población. La aproximación de esa horda asiática creó pánico entre los latinos de Siria y Palestina. Comprendiendo la insensatez del disenso interno en un momento así, Tomás Bérard hizo un pacto con los otros grandes maestres: Hugo de Revel, de los Hospitalarios y Anno de Sangerhausen, de los Caballeros Teutónicos, por el que se comprometían las tres órdenes a mantener la paz. Alepo cayó en enero de 1260, y Damasco capituló en marzo. Tomás Bérard les escribió a los oficiales templarios de Europa para explicarles la devastación producida por los mongoles y pedirles ayuda: tal era la urgencia que el correo templario, el hermano Amadeo, llegó a Londres en sólo trece semanas, viajando desde Dover a Londres en un solo día. Describió cómo los mongoles usaban a los prisioneros cristianos, incluidas las mujeres, como escudo humano Amadeo, llegó a Londres en sólo trece semanas, viajando desde Dover a Londres en un solo día. Describió cómo los mogoles usaban a los prisioneros cristianos, incluidas las mujeres, como escudo humano contra sus enemigos. A menos que se conceda ayuda, “una horrible aniquilación será pronto causado al mundo”.

Las intenciones de los mongoles hacia los cristianos todavía eran poco claras: en Bagdad, mientras habían masacrado a los musulmanes, perdonaron a los cristianos. Por lo tanto, fueron los mamelucos de Egipto quienes se dispusieron a hacerles frente, pidiéndoles a los francos paso libre para su ejército. Aunque el Consejo del reino aceptó en parte las condiciones, de hecho la alianza fue vetada por el gran maestre de los Caballeros Teutónicos, Anno de Sangerhausen. El ejército mameluco entró en Palestina y el 3 de septiembre de 1260, comandado por su sultán Kutuz, derrotó al ejército mongol conducido por Kitbogha en Ain Jalut, al sur de Nazaret. Kitbogha murió y un mes más tarde el mismo Kutuz fue asesinado por el héroe de Mansurah, Baybars.

Al-Malik az-Zahir Rukn ad-Din Baybars era un turco kipchak de la costa norte del mar Negro al que los mongoles habían vendido como esclavo al sultán ayubí de El Cairo. Adiestrado como miembro de la guardia del sultán en una isla del Nilo, Baybars había ascendido hasta convertirse en comandante de la misma y en uno de los oficiales más capacitados del ejército egipcio. Fue Baybars quien, condujo la caballería egipcia n la batalla de La Forbie en 1244. Fue Baybars quien, como comandante en Mansurah durante la cruzada del rey Luis, atrapó y masacró al conde Roberto de Artois y su fuerza de franceses, ingleses y caballeros Templarios. Fue Baybars quien, junto con otros oficiales mamelucos, mató al sultán ayubí Turanshah, sobrino de Saladino. Y fue Baybars quien condujo la vanguardia del ejército egipcio contra los mongoles en la batalla de Ain Jalut.

Enojado porque el sultán Kutuz se había negado a recompensarlo con la ciudad de Alepo, Baybars mató a su amo y se apoderó del trono. De inmediato demostró tener como gobernante la misma capacidad que tenía como soldado: volvió a fortificar las ciudadelas destruidas por los mongoles, reconstruyó la flota egipcia y, más tarde, expulsó a los asesinos de sus fortalezas y a los últimos sucesores de Saladino de sus principados de Siria, uniendo, como lo había hecho Saladino, Siria y Egipto bajo su dominio.

Al principio, los latinos de Outremer no lograron apreciar el significado de la victoria mameluca de Ain Jalut para el equilibrio de poder de la región. En febrero de 1261, Juan de Ibelin y Juan de Giubelet, mariscal del reino, condujeron a 900 caballeros, 1.500 turcopoles y 3.000 soldados de infantería, entre ellos fuertes contingentes de Templarios de Acre, Safed, Beaufort y Castillo Peregrino, contra un ejército salteador turcomano. Las fuerzas latinas fueron derrotadas; el mariscal templario, Esteban de Sissey, fue uno de los pocos de escapar con vida. Las posteriores negociaciones con Baybars por la liberación de los prisioneros cristianos cayeron por tierra cuando los Templarios y los Hospitalarios se negaron a entregar a algunos de sus prisioneros musulmanes porque valoraban su capacidad.

Enfurecido por lo que entendió como una manifestación de grosera codicia, Baybars saqueó Nazaret y cayó sobre Acre, hiriendo al senescal, Godofredo de Sargines, mientras peleaba fuera de los muros de la ciudad. Con los mongoles en Siria como una amenaza latente para su retaguardia, Baybars no estaba en situación de sitiar Acre, pero los francos no podían oponer ninguna fuerza para evitar que sus tropas entraran a voluntad desde Egipto a Palestina. En 1265, Baybars apareció de repente con un gran ejército ante Cesarea, recientemente fortificada por el rey Luis IX. La ciudad se rindió el 27 de febrero; la ciudadela, una semana más tarde. Unos días después fue el turno de Haifa, donde aquellos habitantes que no habían huido fueron asesinados.

El siguiente blanco de Baybars fue la fortaleza templaria del castillo Peregrino, pero mientras que el pueblo de extramuros fue tomado e incendiado, el castillo en sí demostró ser inexpugnable, por lo que Baybars se dirigió entonces al castillo hospitalario de Arsuf. Allí, después de que las máquinas de guerra egipcias hicieran una brecha en la muralla y de que cayera un tercio de los 270 Hospitalarios, se acordaron con el comandante cristiano términos de rendición que garantizaban l libertad de los supervivientes, acuerdo que Baybars no cumplió, al hacer prisioneros a los caballeros que quedaban con vida. […]

[…] Al enterarse de la caída de la fortaleza Safed en 1267, el rey Luis IX tomó la cruz una vez más. Pero la pureza de las intenciones del rey se hallaba ahora contaminada por las ambiciones de su hermano Carlos, conde de Anjou, quien le había arrebatado la corona de Sicilia a los Hohenstaufen con la bendición del Papa. En 1268 el joven nieto de Federico II, Conradino, fue derrotado en la batalla de Tagliacozzo mientras intentaba recuperar su patrimonio; posteriormente fue ejecutado. Carlos, con ansias de establecer un imperio en el Mediterráneo oriental, convenció a su hermano Luis de que debía tomar Túnez antes de invadir Egipto. Al igual que en el delta del Nilo veinte años antes, Luis tuvo cierto éxito inicial, capturando Cartago, pero volvió a caer enfermo y esta vez no se recobró. Murió el 25 de agosto de 1270. su cuerpo fue llevado de regreso a Francia vía Lyon y la abadía de Cluny, con multitudes reunidas a lo largo del camino para presentar sus últimos respetos al piadoso monarca, que fue enterrado en París en la abadía de Saint-Denis, actual mausoleo de los reyes Capetos.

La cruzada de Luis se desintegró tras su muerte y Baybars, que se había replegado a Egipto aprestándose para una posible invasión de los francos, pudo entonces continuar su inexorable reducción de las fortalezas latinas de Oriente. En febrero de 1271, el castillo templario de Chastel Blanc se rindió por consejo del gran maestre, permitiendo a su guarnición replegarse en Tortosa. En marzo le tocó a Krak des Chevalier, la magnífica fortaleza de los Hospitalarios. Fue defendida con fiereza, pero se rindió finalmente el 8 de abril. Otro castillo de los Hospitalarios, Akkar, cayó el 1 de mayo tras un sitio de dos semanas. Baibars marchó entonces hasta Montfort, bastión de los Caballeros Teutónicos, que se rindió tras un sitio de siete días. Era la última fortaleza del interior en poder de los francos. (fin del apartado)

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