
Ante el avance musulmán en el año 712 la reliquia empieza un viaje por distintos lugares siempre bajo la vigilancia de los obispos correspondientes hasta que en el año 1071 llega al Monasterio de San Juan de la Peña, donde queda asegurado, ya que el peligro musulmán en el norte de España había sido conjurado. En este periplo se creyó que el Santo Cáliz bien pudo estar entre otros lugares en la Catedral de Jaca.
El santo grial del que existen numerosas interpretaciones, definiciones, versiones... la más aceptada dice que es el Cáliz de la última cena, donde de él bebieron todos los presentes para sellar la alianza con Dios y su Unigénito, pasando la transmisión de Jesús al apóstol Pedro. En su origen parece haber sido un cuenco donde José de Arimatea recogió la sangre del Salvador, pero tampoco cabe descartar que fuese utilizado un recipiente diferente al cáliz de la última cena para limpiar el ensangrentado cuerpo de Jesús. Los reyes de Francia guardaron uno que se aceptó como verdadero en Notre-Dame. Otros griales han sido declarados como verdaderos, como el que defendía Pedro IV el ceremonioso.
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