Tomando la navegación en su forma histórica, se observa que la raza aria, la más antigua del mundo, careció de conocimientos del arte de navegar.
Los chinos sólo conocieron una navegación empleada exclusivamente en las exploraciones de las costas de su propio país, por lo que sólo fue una navegación costera.
Se considera a Fenicia como el único centro marítimo de la antigüedad. El puerto de Sidón, en lejana época (1900 años a.C.), no tenía competidor y el genio comercial de aquella gente se lanzó a largas navegaciones por el mediterráneo, poblando de factorías toda la costa, desde el Líbano hasta las columnas de Hércules, llegando después hasta Islandia. Recorren el mar Negro hasta la Colquida; en la costa de África fundan lo que hoy es Túnez; llegan hasta las Azores a juzgar por las monedas suyas que se han encontrado, y , por fin, después de fundar Cartago en el año 883 a.C., llegan hasta la costa de África Ecuatorial.
Bajo el dominio de Roma, la navegación no hizo progresos notables. En la Edad Media descuellan las expediciones marítimas de los normandos que invadieron territorios de Occidente, Oriente y sur de Europa, y la realizada para el transporte de los cruzados desde Constantinopla a Tierra Santa.
Con el conocimiento de la brújula en el siglo XIII la navegación había cobrado gran vuelo, haciendo necesario determinar las reglas del derecho marítimo internacional, cabiendo la gloria a Barcelona. La ciudad condal había sido la primera en promulgar más ordenanzas en este sentido, que inmediatamente copiaron Venecia y otros estados marítimos.
En el siglo XIV se emprenden grandes viajes y se descubren las Azores, Canarias, Cabo Verde y el estuario del río Congo.
En el siglo XV Cristóbal Colón en 1492 emprendió las rutas marítimas del Oeste y descubrió América. Vasco de Gama en 1479 recorre las costas occidentales de África, dobla el cabo de Buena Esperanza, toca en Mozambique y en Zanzíbar, y llega a la India.
La expedición, en 1519, de Fernando de Magallanes, que sale de España y toca en Tenerife y Río de Janeiro, sigue costeando el continente americano, atraviesa el estrecho que desde entonces toma el nombre de Magallanes, entra en el océano Pacífico, toca las islas Marianas y en las de Mulgrave, y descubre las islas Filipinas.
En el siglo XIX se verificó una gran revolución, por adaptarse la máquina de vapor, que hizo más rápida la navegación.
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