“Hemos encontrado interesante un artículo publicado en Forum Libertas, el cual habla de la importancia que ha suscitado internet para la continua evangelización de los usuarios del ciber-mundo. La red de ámbito público, llega a los hogares y al trabajo de manera privada y eso permite una comodidad a la hora de recibir la información de una manera totalmente anónima y sin ser observado por otras personas. Ello permite una toma de contacto entre Dios y el usuario, a través del monitor o pantalla.
Esperamos que os guste. Si deseáis ver íntegramente el artículo clicad en ver todo el artículo”.
La historia del cristianismo, la historia de la salvación, es comunicación. Comunicación entre las divinas personas, comunicación entre Dios y los hombres y comunicación entre los hombres mismos. Babel supuso el colapso de la comunicación humana y no será sino en Pentecostés y el don de lenguas cuando esa misma comunicación quede sanada y re-establecida.
Y es que con la venida del Espíritu Santo y la redención universal queda superada la dificultad lingüística que detenía a los apóstoles para el cumplimiento de aquella consigna que se prolonga en eco hasta nuestros días: “Id a todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda la creación”.
Hablar de medios de comunicación es hacer referencia a un emisor, a un receptor y a un mensaje. Para el cristiano la analogía es clara: el emisor es todo creyente, todo apóstol; el receptor es todo aquel que no conoce la Buena Nueva o la conoce mediocremente (por supuesto, también el que la conoce bien); y el Mensaje es, nada menos, Jesucristo mismo. Es de aquí de donde nace el interés de la Iglesia por los medios de comunicación.
Cuando en 1957 Pío XII afirmó que la Iglesia ve a los medios de comunicación como “dones de Dios”, no hacía sino confirmar el milenario interés de la Iglesia por esa área de la realidad humana. Años más tarde Pablo VI aseguró que la Iglesia se sentiría culpable de no utilizarlos, y Juan Pablo II fue el primero en referirse a ellos como el “primer areópago de los tiempos modernos”.
Los medios de comunicación social han alcanzado tal importancia que para muchos son el principal instrumentos informativo, de orientación e inspiración para los comportamientos individuales, familiares y sociales. El rápido desarrollo de las tecnologías en este campo es seguramente uno de los signos del progreso de la sociedad actual.
La Iglesia encuentra en los medios de comunicación “un excelente apoyo para difundir el Evangelio y los valores religiosos, para promover el diálogo y la cooperación ecuménica e inter-religiosa, así como para defender los sólidos principios que son indispensables en la construcción de una sociedad respetuosa con la dignidad de la persona humana y del bien común. La Iglesia los utiliza también para difundir informaciones sobre ella misma y para ampliar los confines de la evangelización, de la catequesis y de la formación, considerando su uso como una respuesta al mandato del Señor: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva” (Mc 16, 15)”.
Internet es el último y, en muchos aspectos, el más poderoso de una serie de medios de comunicación que durante el último siglo y medio han eliminado progresivamente el tiempo y el espacio como obstáculo para las comunicaciones entre un gran número de personas. Internet es importante para muchas actividades de la Iglesia: la evangelización, que incluye tanto la re-evangelización como la nueva evangelización y la tradicional labor misionera ad gentes; la catequesis y otros tipos de educación; las noticias y la información; la apologética, el gobierno y la administración; y algunas formas de asesoría pastoral y dirección espiritual.
Las características propias de Internet (es instantáneo, inmediato, mundial, descentralizado, interactivo, capaz de extender ilimitadamente sus contenidos y su alcance, flexible y adaptable de modo notable) propician el interés de la Iglesia hacia él como excelente campo de misión e instrumento para su labor evangelizadora.
Según The Washington Times, más del 20% de los navegantes de Internet han buscado información espiritual o religiosa. En Internet se han logrado reunir con éxito las características propias de muchos medios de comunicación como la prensa escrita, la radio, la televisión, las revistas especializadas, la telefonía móvil, etc. De 2002 para acá, Internet ha conocido un gran estirón por parte de los portales católicos en los que, a excepción de la práctica sacramental, todo lo demás está al alcance de un clic.
El presente capítulo presenta un repaso por buena parte de esos portales. Ciertamente no pretende ser el estudio más acabado en su género ni ofrecer juicios definitivos sobre páginas puntuales. Seguramente que con los años se podrán elaborar mejores investigaciones. Mi exploración se ha limitado a los portales en español, por ser el idioma que más nos puede interesar a los que nos expresamos en él.
Al escribir sobre tal o cual sitio de Internet lo hago con la impronta de la caridad y el destello de una opinión fundada en el conocimiento, contacto y familiaridad con cada uno de ellos. A gran parte de los directores, jefes de redacción, webmaster o administradores de cada portal me une una relación de amistad (la cual agradezco infinitamente) que no supeditará las ponderaciones que sobre los distintos portales haga. Lo aquí vertido queda respaldado por el bagaje de la opinión personal y la experiencia y estudios de varios años.
Aunque la realidad virtual del ciberespacio no puede sustituir a la comunidad real e interpersonal o a la realidad encarnada de los sacramentos y la liturgia, o a la proclamación inmediata y directa del Evangelio, puede complementarlas, atraer a la gente hacia una experiencia más plena de la vida de fe y enriquecer la vida religiosa de los usuarios, a la vez que le brinda sus experiencias religiosas. Eso es lo que, a su modo, cada uno de los sitios aquí descritos están haciendo.
Todo lo expuesto no deja de ser un medio en que lo más importante es y será siempre el Mensaje (y sabemos bien Quién es ese Mensaje). Ciertamente, hay una problemática que no podemos dejar inadvertida por el impacto que supone en el pueblo de Dios. Me refiero a la abundancia de sitios que se autodenominan católicos.
Muchos de ellos generan confusión ante las interpretaciones doctrinales desviadas, las prácticas arbitrarias de devoción o posturas ideológicas no católicas. ¿Quién les da esa catalogación? ¿Cómo discernir cuáles sí lo son y cuáles no?
La base siempre será la educación. Educación en la fe, que nace tanto de una correcta catequesis como de una honda vida de unión con Dios, la práctica sacramental y la oración. Así, un primer criterio de discernimiento sobre la “catolicidad” de un portal de Internet es la afinidad que tenga con el Magisterio de la Iglesia. Ningún portal que se precie de ser católico irá contra las enseñanzas del Romano Pontífice, ni en el más mínimo detalle, ni contra las del Magisterio y las de los obispos en comunión con él. Esta es la primera y más importante clave.
Una segunda es conocer quién está detrás de determinado portal. Normalmente los verdaderos web site católicos tienen detrás a una orden, congregación o movimiento eclesial reconocido por la Iglesia, si no es que a una diócesis o conferencia episcopal.
Hay que dejar claro que no existe un organismo oficial que confiera títulos a los portales, a no ser los estrictamente vinculados a la jerarquía eclesiástica, como lo son los del Vaticano y el de las conferencias episcopales, diócesis, congregaciones y movimiento religiosos.
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