Desde la encomienda de Barcelona, queremos compartir un interesante artículo publicado en forumlibertas y que recoge la investigación del periodista catalán Daniel Arasa, sobre los Católicos republicanos en la guerra civil española.
Su investigación en forma de libro con el título “Católicos del bando rojo”, viene a romper el tópico de que todas las personas del bando republicano fueron ateas, recogiendo documentos y vivencias de personas de izquierdas, que continuaron profesando el catolicismo, antes y durante la guerra civil española.
Gracias a este estudio se puede decir que la religión católica estuvo por encima de cualquier idea política en España, incluso en tiempos de guerra, donde se demuestra una vez más que el sentimiento religioso de pertenencia a Dios forma parte innata de la condición humana.
Esperamos que sea de vuestro agrado y disfrutéis de su lectura.
El libro Católicos del bando rojo, de Daniel Arasa y publicado por Styria, rompe mitos. Entre otros acaba con el criterio generalizado de que todos los católicos militaron en un bando en la Guerra Civil Española. Fueron sin duda mayoritarios los del bando franquista, pero no eran pocos los que permanecieron fieles a la República. Arasa investigó a lo largo de varios años y descubrió muchos de estos últimos, de los que traza sus biografías del período bélico, con sus angustias, actividades, iniciativas y, en muchos casos, muertes ante piquetes de ejecución.
A pesar de ser tan amplia la bibliografía relacionada con la Guerra Civil española, nunca un libro había abordado de forma específica y con visión global los católicos que formaron parte del bando de la República durante la guerra. Existen sólo monografías sobre algunas personas concretas, entre ellas la del propio autor de este libro sobre el general Antonio Escobar (Entre la Cruz y la República), editada también por Styria.
Al estallar la guerra civil que fracturó el país, entre los católicos los había monárquicos y republicanos, muchos eran de derechas y no faltaban en las izquierdas aunque no en partidos marxistas u organizaciones de ideología anarquista, había quienes se sentían identificados con los deseos de cambio promovidos desde las instituciones republicanas y quienes se oponían a éstas, un cierto número militaba en partidos políticos diversos. Los miembros del Partido Nacionalista Vasco era unánimemente católicos y los había, aunque muchos menos, entre los nacionalistas catalanes. Otros no ejercían especial militancia política, pero no cuestionaban la República.
Al fracturarse el país con el alzamiento militar hubo católicos que quisieron continuar apoyando la legalidad republicana. Aquellos de entre ellos que quedaron en territorio controlado por los sublevados fueron ejecutados o encarcelados por considerarlos prorepublicanos o demócratas, independientemente de que fueran o no católicos. Quienes estaban en territorio de la República tuvieron que sufrir en muchos casos la persecución no por sus ideas políticas sino simplemente por sus principios religiosos. Vieron como la revolución desatada comportaba el asesinato de miles de sacerdotes y religiosos, así como de laicos sin otra acusación que ser católicos, y como eran incendiados iglesias y conventos. No les faltaron problemas de conciencia. Cada uno lo resolvió como supo o pudo. En algunos casos intentando minimizar el mal. Muchos rechazaban la persecución contra los católicos, pero no la imputaban al Gobierno de la República, o de la Generalitat en el caso catalán, sino a unas masas y unas organizaciones políticas o sindicales que habían desbordado a los gobiernos. La responsabilidad de estos estaría en políticas anteriores y en haberse dejado desbordar.
El libro desvela los casos de bastantes militares leales al Gobierno de la República, como los generales Batet, Campins, Rojo, Escobar, Aranguren, Hernández Saravia, Salcedo, el contralmirante Azarola y numerosos altos mandos militares como Pérez Salas, Ibarrola, Azcárate, Jaso, Pérez Pérez y otros, todos los cuales eran católicos. Unos fueron ejecutados por no sublevarse y otros mandaron tropas del Ejército Popular durante la guerra, algunos ocupando muy altos cargos. A cada uno se le dedica un capítulo.
Se aportan datos de los 14 sacerdotes nacionalistas vascos fusilados por los nacionales en el País Vasco, hecho ya se conocía pero se dan nuevos detalles, a la vez que se desvelan los nombres e historias de sacerdotes ejecutados por los franquistas en León, La Rioja o Mallorca de quienes nunca se había hablado. O se explica el caso de Aita Patxi, religioso pasionista vasco del que está abierto el proceso de beatificación que se ofreció varias veces a morir por otros, al igual que lo hizo el canonizado san Maximiliano Kolbe en Auswicht con las matanzas nazis. Un capítulo está dedicado a Pere Tarrés, ya declarado beato por la Iglesia, que fue capitán médico del Ejército de la República antes de hacerse sacerdote.
El libro da a conocer las peripecias de clérigos relevantes como Gallegos Rocafull, Arboleya, Lobo o Basilio Álvarez que apoyaron al bando republicano. No falta el cura Arnal que fue “secretario” del líder anarquista Durruti.
Las vivencias, tensiones e iniciativas de políticos o pensadores católicos como Ángel Osorio y Gallardo, Ventura Gassol, Alexandre Bóveda, Claudio Sánchez Albornoz, Manuel de Irujo, Luis Lúcia, Manuel Carrasco y Formiguera y diversos miembros de partidos como Unió Democrática, el PNV, la Derecha Regional Valenciana e incluso Izquierda Republicana o Esquerra Republicana de Catalunya aparecen ampliamente desarrollados.
No faltan capítulos de personalidades como el doctor Jesús María Bellido, comisario de Cultos nombrado por Negrín, de escritores o historiadores como José Bergamín o Carles Rahola, o del maestro José María Morante.
Muchos de los citados salen por primera vez a la luz pública. De otros se conocían vivencias, pero en un buen porcentaje de ellos no su condición de católicos y lo que ello determinaba. Unos fueron ejecutados por los sublevados, otros combatieron con las armas o en los campos diplomático, cultural, laboral o propagandístico. Muchos se exiliaron al final de la contienda y en su mayoría nunca regresaron.
Por tratarse de casos independientes, la bibliografía y las fuentes de información se dan al final de cada uno de los capítulos.
La investigación desarrollada a lo largo de varios años ha hecho que el autor, Daniel Arasa, haya localizado a muchos otros personajes católicos de este bando “rojo” que no aparecen en este libro y cuyas vivencias son tan importantes como las de los protagonistas del ahora publicado, por lo que el tema tendrá continuidad en un segundo tomo.
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