Hoy desde la encomienda de Barcelona, queremos continuar con el apartado dedicado a los protagonistas más importantes de las Sagradas Escrituras.
Esta vez le toca el turno a unos personajes muy entrañables para todo cristiano y que salpican de ilusión (sobre todo a los niños) la noche del 5 de enero. Se trata como ya habrán averiguado de los tres Reyes Magos de Oriente.
Pero, ¿quiénes eran en realidad estos “magos”? Gracias al siguiente texto que deseamos compartir con todos los seguidores de Temple Barcelona realizado por el teólogo protestante J.R. Porter y publicado en el libro cuya traducción al español es “La Biblia”.
Confiamos que de buen seguro, os gustará.
Ilustración de los Magos de Oriente siguiendo a la estrella.
El relato de Mateo sobre los “magos de Oriente” (Mt 2) cumple la misma función que las narraciones de Lucas acerca de los pastores y de Simeón y Ana. En tanto que extranjeros que rinden homenaje a Jesús presagian la futura difusión de la fe cristiana por el mundo de los gentiles. Cabe la posibilidad de que el relato de
Al igual que otros pueblos, los judíos creían que los astros y los planetas servían de señales y presagios que revelaban la voluntad divina. Probablemente el relato de Mateo entronca con la Biblia: en Números, el adivino Balaam vaticina que “Una estrella saldrá de Jacob” (Núm 24, 17). El judaísmo interpretó esta señal como alusión al Mesías, y el movimiento mesiánico judío contrario a Roma (132-135 d.C.) llamó a su jefe Simón Bar Kosebá, que significa “Simón, hijo de la estrella”. Mateo afirma que la estrella, cuya salida vieron los Reyes Magos, era la del rey de los judíos, y diversos salmos interpretados en la época con un sentido mesiánico mencionan que los Reyes Magos ofrecieron regalos a un monarca israelita. De suma importancia es el pasaje de Isaías, que fue interpretado con un discurso dirigido al Mesías: “Caminarán las nacions hacia la luz, los reyes hacia el fulgor de tu aurora”. Poco después menciona los camellos que transportarán oro e incienso para honrar a Dios (Is 60, 6). Estos fragmentos sirvieron de origen a la convicción de que los visitantes fueron tres reyes.
El original griego llama “magos” a los visitantes, palabra que describe a los que practicaban las artes mágicas orientales. Originalmente fueron un clan medo que, con el paso del tiempo, formaron la casta sacerdotal de Persia. En tiempos de Jesús, los magos eran los practicantes profesionales de diversos tipos de conocimientos mágicos, como la interpretación de los sueños y la astrología. Aunque se extendieron por toda la zona mediterránea, siempre existió la conciencia de que los magos habían surgido en el Oriente más lejano, como demuestra el Evangelio según Mateo. En otras partes del Nuevo Testamento, los magos no figuran con una perspectiva tan positiva. En Hechos, las artes mágicas del mago Simón (Act 8, 9-24), del mago y falso profeta judío Bar Jesús y de Elimas (Act 13, 6-12) son superadas por los apóstoles de Cristo. El filósofo judío contemporáneo de la época Filón de Alejandría muestra una alta estima por los auténticos magos y ataca a los charlatanes que pervierten sus prácticas. Mateo refleja la visión positiva que Filón tiene de los magos, pues su saber les permite reconocer la importancia de la estrella y la categoría regia de Jesús (Mt 2, 2); además, poseen la capacidad de recibir un mensaje divino en un sueño (Mt 2, 12).
A diferencia de Lucas, Mateo considera Belén la ciudad natal de José y María, consigna que Jesús desciende de la progenie real del rey David (Mt 1) y añade que sus padres tienen una casa en dicha ciudad (Mt 2, 11). En Jerusalén los astrólogos preguntan dónde ha nacido el rey de los judíos (Mt 2, 2) y los sumos sacerdotes y los escribas responden que la profecía ha designado Belén como el sitio del que saldrá el “pastor”, el verdadero gobernante de Israel (Mt 2, 4-6). De esta forma, Herodes conoce el lugar de origen del niño, pero no a su familia; sólo los visitantes de Oriente son conducidos por la estrella hasta la casa donde Jesús se encuentra.
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