Desde la encomienda de Barcelona como cada lunes recuperamos el evangelio dominical de ayer Día del Señor de 12 de febrero para meditarlo en casa privadamente.
Desde Temple Barcelona deseamos que este testimonio de San Marcos os sea clarificador.
Entonces se le acercó un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: "Si quieres, puedes purificarme".
Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado".
En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.
Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente:
"No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio".
Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes. (Mc 1, 40-45)
Reflexión:
Con estas líneas expuestas por el evangelista San Marcos, queda patente que las personas cuando comenzamos a creer en alguna cosa, es en el momento que percibimos algo por nosotros mismos. Paulatinamente hemos adquirido la costumbre en no creer aquello que otro nos cuenta. De esa manera hemos potenciado la desconfianza en nuestro prójimo. Prueba de ello es cuando las gentes se agolpan a Jesús pidiéndoles que les sane, como ha hecho con otros.
Pues bien, egoístamente es necesario para aumentar nuestra fe, en pedirle en la intimidad a Nuestro Señor que nos ayude a realizar algo que para nosotros no es difícil de llevar a cabo. Pero debemos darnos cuenta que no sería justo que sólo Él nos ayudara; es lógico que también nosotros le ayudemos sirviéndole con humildad, es más, incluso diría con resignación.
Plegaria:
Concédenos Señor la virtud de la servidumbre para que podamos ser un ejemplo para nuestros conciudadanos. A cambio te pedimos que nos protejas de todo mal y nos acerques al Reino por senderos amplios y luminosos.
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