Desde la encomienda de Barcelona hemos querido
compartir con todos vosotros una noticia que ha sido publicada en la página de
Forum Libertas donde recoge unas palabras del Santo Padre que aluden al exceso
de productividad que se nos exige a las personas en el mundo laboral.
Y es que la percepción del miedo ante la
crisis que se nos induce desde los medios de comunicación y las empresas para
que trabajemos más, haciendo que las empresas sean más rentables y que de esa
forma éstas no tengan que cerrar, se ha convertido en un modus vivendi.
Por ello desde Temple Barcelona
llamamos a la calma y que nadie tenga miedo de que una puerta pueda cerrarse,
puesto que seguro que hay otras que acabarán abriéndose.
Forum Libertas:
Si la oración y la Palabra de Dios no alimentan nuestra vida
espiritual, corremos el riesgo de que los mil trabajos y preocupaciones de la
vida cotidiana nos sofoquen; rezar
nos hace ver la realidad con ojos nuevos, y nos ayuda a encontrar el camino en
medio de las adversidades. Así lo ha afirmado Benedicto XVI en la
catequesis de la audiencia general de este miércoles, 25 de abril, pronunciada
ante más de 20.000 fieles reunidos en la plaza de San Pedro.
El pontífice afirmó que demasiadas ocupaciones y una vida
frenética “endurecen el corazón de los hombres y hacen sufrir al espíritu” y
que la vida no puede valorarse con los únicos criterios de la productividad y
la eficiencia. En ese contexto el obispo de Roma destacó la importancia de la
plegaria en la vida del hombre y señaló que sin la misma nuestra vida se vacía
y quedamos insatisfechos.
“Las demasiadas ocupaciones, una vida frenética, acaban
muchas veces por endurecer el corazón y hacer sufrir al espíritu, decía san
Bernardo. Son palabras muy importantes para el hombre de hoy, acostumbrado a
evaluar todo con el criterio de la productividad y la eficiencia”, afirmó
Benedicto XVI.
Benedicto XVI añadió que el libro de ‘Los Hechos de los
Apóstoles’ recuerda la importancia del trabajo en la vida diaria, pero precisa
que se debe desarrollar con responsabilidad y dedicación y sin olvidad la
necesidad que tenemos de Dios.
“Sin la plegaria diaria vivida con fidelidad, nuestro
menester se vacía, pierde el alma profunda, se reduce a una simple actividad
que a larga nos deja insatisfechos”, destacó el Papa, que resaltó la
antigua tradición cristiana de rezar antes de cada actividad.
Cuando la oración se alimenta con la Palabra de
Dios, “se ve la realidad con ojos nuevos, con los ojos de la fe, y el Señor,
que habla a la mente y al corazón, da nueva luz al camino en cualquier
situación. Nosotros creemos en la fuerza de la Palabra de Dios y de la oración. (…) Si los
pulmones de la oración y de la Palabra de Dios no alimentan la respiración de
nuestra vida espiritual, nos arriesgamos a ahogarnos en medio de las mil cosas
de todos los días. La oración es la respiración del alma y de la vida”.
Las divisiones de la Iglesia
“La
Iglesia -ha
dicho el pontífice-, desde el inicio de su camino, se ha encontrado con
situaciones imprevistas que ha tenido que afrontar, nuevas cuestiones y
emergencias a las que ha tratado de dar respuesta a la luz de la fe, dejándose
guiar por el Espíritu Santo”.
Esto se manifestó ya en tiempos de los Apóstoles. El
evangelista San Lucas narra en los Hechos “un problema serio que la primera
comunidad cristiana de Jerusalén tuvo que resolver (…) sobre la pastoral de la
caridad hacia las personas solas y necesitadas”, cuestión difícil que podía
provocar divisiones dentro de la Iglesia. “En este momento de emergencia
pastoral, destaca la distinción realizada por los Apóstoles. Ellos se
encuentran ante la exigencia primaria de anunciar la Palabra de
Dios según el mandato del Señor, pero consideran con la misma seriedad el deber
de (…) proveer con amor a las situaciones de necesidad en las que encuentran
los hermanos y las hermanas, para responder al mandamiento de Jesús: amaos los
unos a los otros como yo os he amado”.
La decisión que toman es clara: no es justo que abandonen
la oración y la predicación, por lo que “son elegidos siete hombres de buena
reputación, los Apóstoles rezan para pedir la fuerza del Espíritu Santo, y
luego les imponen las manos para que se dediquen de forma especial al servicio
de la caridad”. Esta decisión, explicó el Papa, “muestra la prioridad que
debemos dar a Dios, a la relación con Él en la oración, tanto personal como
comunitaria. Sin la capacidad de pararnos a escuchar al Señor, a dialogar con
Él, se corre el riesgo de agitarse y preocuparse inútilmente por los problemas
y las dificultades, incluidas las eclesiales y pastorales”, ha añadido.
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