Desde la
encomienda de Barcelona tras la vuelta del periodo estival, volvemos con todos
vosotros con la meditación del evangelio del Día del Señor de ayer 26 de agosto, festividad de Santa Ages.
Desde
Temple Barcelona esperamos que vuestro descanso veraniego os haya sido
placentero y renovador.
Después de oírlo,
muchos de sus discípulos decían: "¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede
escucharlo?".
Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: "¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes?
El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida.
Pero hay entre ustedes algunos que no creen". En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y agregó: "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede".
Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: "¿También ustedes quieren irse?". Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna.
Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios". (Jn 6, 60-69)
Reflexión:
En esta ocasión, el
evangelista Juan nos relata cuánta dureza pueden provocar las palabras cuando
éstas están cargadas de verdad hacia el que las escucha. Se nos hace difícil en
muchas ocasiones atender a aquello que otro nos pide cuando esa petición no
lleva implícito algo que nos despierte interés o simplemente nos reporte un
beneficio personal. “¡Qué duro es este lenguaje!”, decían los seguidores de
Jesús. Ciertamente es duro para todos nosotros aceptar la verdad.
Plegaria:
¡Señor! Danos la
capacidad de aceptar las críticas y el entendimiento suficiente para poder
rectificar si nos desviamos de tus designios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario