Desde la encomienda de Barcelona, continuamos con la segunda parte de la visión general que tiene sobre los templarios la historiadora inglesa y especialista en
Desde este vuestro rincón, deseamos que su contenido os sea de interés.
[…] En las crónicas encontramos otros testimonios de las actividades llevadas a cabo por la orden. Las redactadas entre los siglos XII y XIV recogían acontecimientos recientes y ofrecían un comentario acerca de los mismos. La calidad difiere entre unas y otras. Los cronistas tendían a moralizar sobre el terrible estado en que se veía inmerso el mundo y tenían una visión más bien pesimista de la situación en Tierra Santa y las actividades de las órdenes militares. Los anales proporcionaban una exposición de los acontecimientos año por año, pero sin apenas comentarios sobre los mismos. A partir del siglo XII disponemos también de historias, que difieren de las crónicas en que se centran en un acontecimiento en concreto (como, por ejemplo, una cruzada) o en un tema determinado (como, por ejemplo, la historia del reino de Jerusalén de Guillermo de Tiro). […]
[…] Las historias resultan sumamente interesantes cuando incluyen la propia experiencia del autor en el mundo de los templarios. Podemos encontrar más material relacionado con el Temple en obras de carácter satírico y moralizador que muestran cómo sus autores veían la orden cómo esperaban que el público se relacionara con ella. […]
[…] Las opiniones más positivas acerca de los templarios aparecen en los relatos de los peregrinos, en los que los peregrinos a Tierra Santa describían lo que habían visto y lo que los futuros peregrinos iban a encontrarse, y en la literatura de ficción –tanto novelas épicas como libros de caballerías-, en la que los templarios ayudan al héroe en sus batallas contra el musulmán y en algunos casos incluso ayudan al héroe y la heroína en su historia de amor.
También disponemos de algunos testimonios referidos exclusivamente a los templarios. Se ha conservado
[…] Algunos historiadores, después de leer las “confesiones” de los templarios de Francia, se han preguntado si tal vez habría algo de verdad detrás de las acusaciones lanzadas contra la orden –por ejemplo, que la acusación de que los templarios negaban a Cristo pudiera referirse a una especie de prueba de obediencia durante la ceremonia de admisión-, pero los informes de los juicios celebrados fuera de Francia ofrecen una versión muy distinta de la historia. Allí donde no era utilizada la tortura, los templarios negaban con vehemencia todas las acusaciones, y cuando les comunicaban que los hermanos de Francia habían confesado, respondían que estaban mintiendo. […]
[…] Los testimonios arqueológicos son muy numerosos, pues la orden tenía casas repartidas por toda Europa, así como en Oriente. Algunos restos arqueológicos han sido estudiados, pero buena parte de ellos todavía deben ser investigados. Siete siglos de guerras y “mejoras” han dejado, lógicamente, su huella. Algunas iglesias de los templarios siguen funcionando como centros de culto, por lo que los trabajos de excavación que pueden realizarse son bastante limitados. Pero en determinados lugares –como, por ejemplo, Larzac, en el Languedoc, y Cressing, en Essex- la investigación arqueológica permite aumentar nuestros conocimientos de
[…] Existen muchos mitos acerca de los templarios. Por ejemplo, no es cierto que fueron hallados culpables de las acusaciones en 1312; el papa Clemente V declaró en realidad que los cargos no habían sido probados, pero disolvió la orden porque había quedado tan desprestigiada que era imposible que siguiera funcionando. Los templarios no eran monjes, aunque tomaban los tres votos monásticos de pobreza, castidad y obediencia; más bien eran unos individuos religiosos que seguían una regla religiosa de vida y vestían un hábito característico, pero que, a diferencia de los monjes, no vivían enclaustrados, y su propósito consistía no en rezar y librar batallas espirituales, sino en combatir físicamente en defensa de
[…] La orden disponía de numerosos recursos en tierras, pero siempre iba escasa de capital líquido, que era necesario para invertir en fortificaciones y personal en Oriente. De ahí que sus casas en Occidente fueran siempre muy pequeñas en comparación con las de otras órdenes religiosas (excepto en los lugares donde desempeñaban un importante papel político, como en París, donde el Temple era la oficina del tesoro del rey). […]
[…] Los templarios no contribuyeron a la construcción de catedrales o castillos en Occidente, pues apenas tenían dinero suficiente para financiar sus propias fortificaciones en Oriente.
[…] Al final
Es cierto que determinadas casas de los templarios “resistieron” en aquellas regiones en las que los señores seculares sentían simpatía por la orden y hostilidad a las injerencias de extraños. Por ejemplo, en Brunswick, en lo que es ahora el noroeste de Alemania, Otto von Brunswick, comendador de la casa de los templarios en Supplingenberg y miembro de la alta nobleza, siguió siendo señor secular de Supplingenberg tras la disolución de la orden; sólo a su muerte pasó la encomienda a manos de los hospitalarios. En Mühlen, en un convento de monjas de Renenia perteneciente a los templarios, las hermanas protestaron al verse transferidas a
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