Desde la encomienda de Barcelona recuperamos el apartado dedicado a toda una vida consagrada a luchar contra el Maligno.
Sin duda a día de hoy casi no se habla de exorcismos, por ello hemos encontrado interesante la experiencia del padre Amorth en practicar exorcismos para liberar el cuerpo y/o el alma de una persona “tocada” por el el Mal.
Para ello hemos extraído de su libro “Memorias de un exorcista: Mi lucha contra Satanás” una selección de textos que seguramente al lector no dejará indiferente.
Desde Temple Barcelona deseamos que su contenido os sea interesante.
Dicen que los exorcistas somos unos exaltados
En la primera reunión de
Indudablemente. Me han hecho muchas entrevistas en la televisión; siempre voy encantado, para divulgar, dar a conocer, difundir al máximo de información sobre el tema. He hecho mucho ruido con este asunto. Creo que el Señor se ha servido de mí para difundirlo, para que se volvieran a practicar exorcismos. Hay muchas personas que sufren, y ¿a quién acuden? A magos y brujos. ¿A quién más podrían acudir? Lo hacen porque algunos curas los tratan mal y entonces se dicen: acudiré a alguien que me reciba con amabilidad, que me invite a tomar asiento y demuestre su voluntad de ayudarme. Lo malo es que algunos curas, al oír a alguien decir que sufre perturbaciones, responden: eso son cuentos, ¡vete! Y le dan con la puerta en las narices. Lo cual es increíble, porque Cristo jamás lo hubiera hecho.
El único obispo italiano que practica exorcismos, monseñor Gemma, habla muy claro y con gran valentía de la realidad del demonio en un libro suyo. Desde luego, más voces hablan de este tema, que tantas veces ha sido relegado e incluso censurado, pero no son suficientes.
Sólo unos pocos mencionan a los exorcistas, pero lo hacen más bien entre dientes, sin mucho entusiasmo. Además, el propio clero suele ver con malos ojos a los exorcistas y los considera unos exaltados. No los aceptan, a pesar de que se hallan entre los mejores clérigos, pues, según el Derecho Canónigo, el obispo tiene que nombrar exorcista a un sacerdote de oración, culto, equilibrado, con buena reputación. Cualidades que todo cura debería poseer, pero que no todos tienen. Por eso digo que los exorcistas son elegidos entre la flor y nata del clero. Sin embargo, hay muchos sacerdotes que no creen en la labro de los mismos y no la valoran.
Con todo, algo está cambiando. En realidad, quien rompió el hielo fue Pablo VI, al pronunciar el famoso discurso del 15 de noviembre de 1972, dedicado al demonio. En resumen, vino a decir que quien no cree en la existencia del demonio está fuera de
Yo soy alumno del padre Candido Amantini (y señala su fotografía en la pared), un pasionista. Durante cuarenta años fue exorcista en el santuario de
Nunca he sentido miedo
Don Gabriele, volvamos a su vida. ¿Nunca ha sentido miedo?
Siempre he dicho que es el demonio quien me teme a mí; siempre he dicho: cuando me ve, le entra pánico…El demonio nunca me ha atacado, y no me da ningún miedo.
Sin embargo, hay casos distintos; algunos exorcistas han sufrido fuertes perturbaciones. Le aconsejo que lea un libro de Renzo Allegri, Cronista all’inferno, en el que aparece un exorcista de aquí, de Roma, a quien el diablo dejó en pésimas condiciones físicas. A veces, el Señor permite estas cosas, siempre para obtener el bien. seguro que se obtuvo un gran bien con el sufrimiento de este exorcista.
No tengo sucesores
¿Tiene usted algún sucesor, don Gabriele?
No.
¿Y por qué? ¿No está preparando a nadie?
Esto depende de los obispos. Una vez se lo dije al cardenal Poletti, el que me nombró a mí. Le dije: aquí, en Roma, un obispo lo tiene muy fácil para nombrar exorcistas, porque hay muchas instituciones religiosas. Además, aquí están todas las casas generales y, lo que es más importante, las casas provinciales. Y es que, a veces, los generales no conocen bien la situación local de su orden, mientras que los provinciales sí la conocen. Por tanto, no costaría nada llamar a alguien. Por ejemplo, en Roma hay muchísimos jesuitas: tienen la iglesia de Jesús, la iglesia de San Ignacio, en la del Espíritu Santo tienen la curia general, y tienen varias casas. No costaría nada llamar al provincial de los jesuitas y decirle: “Asígnele a una persona esta actividad pastoral”. Antes no había ninguno, pero ahora en la iglesia de Jesús hay uno. El año pasado nombré a dos, pero creo que uno se ha retirado. No costaría nada llamar al provincial de una de estas órdenes mayores para pedirle: “Envíenos a alguien”.
¿Usted no forma a otros curas, no crea escuela?
No. Para mí, formar significa practicar exorcismos y que los curas vengan a ayudarme.
Varios sacerdotes, tras asistir con regularidad a mis sesiones, se han convertido en exorcistas de sus diócesis. Y cuando dicen: “Yo soy alumno del padre Amorth”, yo les respondo: “¡Anda ya!”. Eso sí, yo soy alumno del padre Candido.
Hablando de escuelas, lo cierto es que en muchas ciudades también hay escuelas satánicas, aunque siempre están muy escondidas. En ellas lo más importante es que uno asista, entre en el grupo, participe en el culto a Satanás y las misas negras. Así es como se adquiere experiencia. Hay escuelas de satanismo o brujería. Y, al menos antes, hasta daban unos diplomas, y encima cobraban por ellos.
En una de sus publicaciones, usted escribió: “La presencia de una sola persona equivocada puede anular el efecto de un exorcismo”. ¿Por qué?
Porque basta una sola persona vinculada a Satanás para anular el efecto del exorcismo, o para contagiar al resto de los presentes. Y en todos los grandes grupos hay alguna persona de este tipo. Por ejemplo, suele ocurrir durante las jornadas de oración; no voy a menudo, pero voy.
En julio suelo ir al estadio de Avellino o al de Salerno. Siempre lo organiza la misma persona, Michel Vassallo, un gran carismático, miembro de una congregación bastante nueva, en fase de expansión. Él organiza estas jornadas de oración, organiza muchas. Tiene grupos en toda Italia y, una vez al año, organiza un encuentro nacional en Avellino o en Salerno. Era más bonito el estadio de Avellino, por ser más pequeño y porque se ve el santuario de Montevergine, pero, como hubo problemas de seguridad, el año pasado fuimos a Salerno, y este año haremos lo mismo. Suelen reunirse entre siete y ocho mil personas. Pues bien, incluso cuando hay una multitud de este calibre, una sola persona puede perjudicar a las demás e impedir que el exorcismo surta efecto.
En estos encuentros masificados suele haber varios brujos y otras personas que asisten con el fin de perjudicar. Se colocan junto a una persona y transmiten energía negativa, con lo cual esa persona empieza a sentirse mal y sigue sintiéndose mal. Tras consultar en vano con los médicos, se dirige al exorcista y entonces se descubre que ha sido víctima de una influencia maléfica. Normalmente, estos casos no llegan a la posesión, pero sí a la influencia maléfica.
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