© 2009-2019 La página templaria que habla de cultura, historia y religión - Especial 'Proceso de los templarios'

miércoles, 20 de julio de 2011

Conociendo a Jesucristo: Jesús y las Escrituras


Desde la encomienda de Barcelona, avanzamos un poco más sobre el apartado dedicado a conocer mejor a la figura de Nuestro Salvador. Para ello hemos seleccionado nuevamente un texto del teólogo protestante J. R. Porter de su libro “Jesus Christ”, donde profundiza sobre aspectos tan importantes como si las palabras dedicadas a sus discípulos eran genuinas de Él, o bien éstas, pertenecían a palabras o frases interpretadas anteriormente en la Biblia hebrea.

Desde Temple Barcelona estamos seguros que el tema os suscitará cierta polémica.

Imagen vinculante de Jesucristo con las Escrituras.

En los evangelios abundan las alusiones a las Escrituras hebreas, y también hay muchas citas directas. Tal y como estas citas ilustran, en el siglo I d.C. las Escrituras existían en múltiples formas de texto. La mayor parte de los pasajes citados por los evangelistas proceden de una u otra versión del Septuaginto (la versión griega más antigua de las Escrituras hebreas), pero hay algunos, especialmente en Mateo, que parecen basarse más en el hebreo original, mientras que otros no se corresponden exactamente a ningún texto conocido, ni griego ni hebreo. Es posible que los escritores de los evangelios mencionaran con frecuenta sus citas de memoria y de forma inexacta, o se sintieran libres para adaptar el pasaje bíblico con el fin de apoyar un determinado punto teológico. Otra posibilidad es que estuvieran influenciados por el Targums, la paráfrasis aramea de las Escrituras que se usaba en las sinagogas en aquellos tiempos para los judíos que no entendían el hebreo.

Los cuatro evangelistas utilizan versículos de las Escrituras hebreas en su narración, con el fin de resaltar el significado de las palabras y obras de Jesús. Lo hacen de maneras que tienen paralelismos con el judaísmo de la época, excepto, naturalmente, cuando interpretan diversas profecías bíblicas como si se hubieran cumplido en episodios de la vida de Jesús. La cuestión estriba en si el propio Jesús utilizaba las Escrituras de forma similar en su propia doctrina –lo que a su vez implicaría la cuestión de la autenticidad de las palabras atribuidas a Él.

Jesús era claramente aceptado como maestro, y de un maestro reconocido se debía de esperar que estuviera familiarizado con las Escrituras y que se refiriera a éstas en sus enseñanzas. Ciertamente, los evangelios representan a Jesús como una persona que por lo general estaba bien instruida en las Escrituras, y muchos de sus dichos, parábolas y oraciones contienen reminiscencias de frases y temas bíblicos. Por ejemplo, Marcos 13, 24-26 y sus versículos paralelos aluden a Isaías 13, 10 y 34, 4 y a Daniel 7-13; la conclusión de la parábola de la simiente que crece (Mc 4, 26-29) recuerda a Joel 3, 13; y la oración en la cruz de Marcos 15, 34 y Mateo 27, 46 cita el Salmo 22, 1, mientras que la de Lucas 23, 46 parafrasea el Salmo 31, 5.

Sin embargo, Jesús era un predicador itinerante que no pertenecía a ninguno de los grupos doctrinarios judíos “oficiales”, y el sumo sacerdote, los ancianos y los escribas (expertos en la ley judía) son representados cuestionando su capacidad (Mc 11, 27-33 y paralelos). Los evangelios lo comparan específicamente con los escribas –cuya función específica era el análisis y la interpretación de las Escrituras- como aquel que presenta una nueva doctrina con “autoridad” (Mc 11, 27-28 y paralelos). Esto indica que los seguidores de Jesús lo consideraban como un profeta que, como sus predecesores bíblicos, estaba transmitiendo un mensaje divino directamente de Dios. Un mensaje como ése no necesitaba de la evidencia bíblica para apoyarse, de manera que no es sorprendente que los evangelios presentaran a Jesús como alguien que recurría comparativamente poco a las Escrituras para dar autenticidad a su prédica.

Jesús recurrió a las Escrituras hebreas para justificar su doctrina o sus acciones básicamente cuando varios oponentes eruditos le desafiaban. En esa situación él empleaba el tipo de argumentos que le hubiera sido familiar a sus desafiadores, de manera que le fuera más fácil convencerles (Lc 20, 39). Una técnica consistía en interpretar un versículo de la Biblia según el punto de vista de otro, lo cual constituía un método del midrash, como en el caso de su controversia sobre el divorcio con los fariseos (Mc 10, 2-9; Mt 19, 3-8) y su argumentación con los saduceos sobre la doctrina de la resurrección (Mc 12, 26-27 y paralelos).

Al utilizar la técnica conocida como pesher, también empleada por la secta de Qumrán, Jesús fue capaz de citar hechos conectados con su vida como si fueran el cumplimiento de una profecía bíblica, especialmente el papel de Juan el Bautista como anunciador del Mesías (Mt 11, 10). En especial, Jesús anunció que él y toda su misión representaban la realización de antiguos escritos proféticos (Mt 12, 3-40; Lc 4, 16-21; 11, 29-30, 22, 37).

Midrash

Estudios recientes sugieren que el empleo de las Escrituras por parte de Jesús podría esclarecerse mediante la comparación con los métodos de citas y análisis bíblicos en uso en la Palestina de hoy en día. En la principal corriente del judaísmo, la interpretación y el análisis de la Biblia eran prerrogativa de las escuelas rabínicas, cuya gran variedad de métodos interpretativos se conocen bajo el término general de midrash (de la raíz hebrea que significa “investigar”).

La mayor parte de la extensa evidencia rabínica es posterior a la época de Jesús, pero dado que el trasfondo del midrash tiene mucho que ver con los escribas y los fariseos, bien podría haber aparecido en el siglo I d. C.

El objetivo del midrash era preservar la importancia y autoridad de las antiguas escrituras en todas las generaciones. Para satisfacer las necesidades de la época, se añadían a la Biblia hebrea nuevas regulaciones legales y doctrinas morales. Esto se hacía de diversas formas, por ejemplo, mediante la interpretación de un pasaje de las Escrituras bajo el punto de vista de otro, refiriéndose a la tradición oral o aplicando principios teológicos o legales de carácter general para entender el alcances de un determinado pasaje.

Qumrán y pesher

Desde el descubrimiento de los Manuscritos del mar Muerto, los entendidos han dedicado gran atención a las técnicas analíticas o interpretativas de la secta de Qumrán, sobre todo porque están relacionadas con el método de Jesús de explicar las Escrituras judías. El método más característico de comentario bíblico en Qumrán era el pesher (en hebreo, “interpretación”), en el que un versículo de las Escrituras se citaba y después se explicaba en un pasaje empezado con una fórmula introductoria (“Interpretadas, estas cuestiones…”).

Así, todo versículo citado se entendía como una profecía y habitualmente era tomado de los libros proféticos de la Biblia hebrea. Las profecías tratadas de esta manera se refieren a hechos de la época final, que la secta de Qumrán creía que había llegado. Mediante el pesher, los habitantes de Qumrán pensaban identificar a personas de la época y hechos de la vida de la comunidad de Qumrán a los que los profetas se habrían referido. Creían que el sentido más profundo de las profecías las había revelado Dios al fundador de la comunidad, la figura conocida como Maestro de Justicia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario