Desde la encomienda de Barcelona continuamos con la segunda parte dedicada a saber cuál ha sido el veredicto de
Por ello hemos seleccionado un nuevo texto del novelista Piers Paul Read de su libro “The Templars”, con la intención de que os atrape su lectura.
Así cuando Gerardo de Villiers huyó del Temple de París en 1307, se llevó con él esa reliquia de reliquias. La flota de galeras templarias que partió de
Por fascinantes que puedan resultar estas especulaciones, su uso del lenguaje deja ver la falta de fundamento histórico plausible: “la respuesta parecería estar en…”, “parece muy probable que…”, “se sabe que…”, “bien podría ser…”, “parece cierto que…”. “Tras alguna investigación –escribe Andrew Sinclair en su libro The Discovery of the Grial-, esos fantaseadores plantean una hipótesis. ¿Fueron Cristo o el Grial enterrados debajo de una montaña en el sur de Francia? ¿Jesús se casó con María Magdalena y originó la línea de sangre de los merovingios? Algunas páginas más adelante, la aseveración pasa a ser lo real, la idea se convierte en prueba…” O, como expresa sucintamente Peter Partner en relación con los Templarios, “El Templarismo […] era una creencia fabricada por los charlatanes para sus embaucados”.
El enigma de
Tres años antes, en 1805, se había estrenado en el Theâtre Français una obra de teatro llamada Les Templiers, de un abogado de Provenza, François Raynouard, que sostenía la inocencia de los Templarios. La pieza fue de suficiente interés como para que el propio Napoleón redactara una crítica mientras abogaba por su jefe de policía. Cuando en 1810 se llevaron los archivos papales a París, a Raynouard se le permitió buscar documentos que arrojaran nueva luz sobre el juicio de los Templarios. El material que descubrió no demostró nada concluyente, pero inclinó la balanza a favor de la inocencia de
Avanzando el siglo XIX, sin embargo, el historiador germano Hans Prutz, después de un estudio exhaustivo de las declaraciones templarias, concluyó que muchos de los Templarios habían sido contaminados por la doctrina de los cátaros y que eran culpables de adoración del demonio. Por el contrario, el historiador norteamericano de
La experiencia de los juicios montados por Stalin en el siglo XX ha demostrado la eficacia no sólo de la tortura sino también de métodos menores de coacción, como la privación del sueño, para inducir a alguien a declarar falso testimonio contra sí mismo. Los carceleros de Felipe el Hermoso mostraron la misma brutalidad que los agentes de
¿Era el Templo un semillero de homosexualidad? Inevitablemente, en la últimas décadas del siglo XX, cuando la actitud hacia la homosexualidad en Europa y los Estados Unidos ha pasado de la condena a la tolerancia, parece casi “homofóbico” sugerir que muchos de los Templarios no eran gays. Así, el historiador francés Jean Favier sostuvo que la “ausencia de mujeres, la influencia de Oriente, todo contribuyó a que la sodomía se instalara profundamente en las costumbres del Temple”. Y un historiador estadounidense, Joseph Strayer, coincide, al afirmar que la homosexualidad siempre está presente en las instituciones exclusivamente masculinas: tal vez estuviera pensando en las escuelas públicas inglesas.
¿Son útiles estas presunciones del siglo XX para llegar a un veredicto sobre esa acusación en particular? No puede dudarse de que la homosexualidad no era desconocida en la sociedad medieval: era común en la corte de Guillermo Rufus, y si bien ahora parece que Ricardo Corazón de León no era homosexual, se alegaba que la promiscuidad del emperador Federico II abarcaba tanto muchachos como muchachas; y su senescal en Tierra Santa, Ricardo Filangieri, fue acusado por sus enemigos ibelinos de mantener una relación homosexual con el bailli imperial de Acre, Felip de Maugustel.
Que se registró sodomía entre los Templarios también queda demostrado por el caso citado en el “Detalle de las penitencias” de su Regla. No obstante, es significativo que el “hecho fuera tan ofensivo que el maestre y un grupo de hombres dignos de la casa” decidieran no llevarlo ante el cabildo: y la misma repugnancia se encuentra en la disposición de muchos Templarios, entre ellos Jaime de Molay, para confesar casi cualquier cosa excepto sodomía. Por lo tanto, si evitamos las distorsiones de los prejuicios de finales de nuestro siglo, podemos estar bastante seguros de que en el Temple no había sodomía institucionalizada; y al mismo tiempo, rechazar como no demostradas las acusaciones de herejía, blasfemia e idolatría. En un trabajo reciente, The Trial of the Templars Revisited, Malcom Barber escribió que hay un “consenso bastante general entre los historiadores modernos en cuanto a que los Templarios no fueron culpables como se les acusó”.
¿Cuál debería ser el veredicto más amplio de la historia sobre los caballeros de
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