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martes, 28 de abril de 2009

Gustavo Adolfo Bécquer: Leyenda templaria.


Desde la Encomienda de Barcelona, sabemos de la importancia de una sociedad culturalmente rica. Por ese motivo queremos homenajear a los artistas que en sus obras plasmaron la imagen del Temple.

Ya hablemos del italiano Dante y de su magnífica obra La Divina Comedia. Ahora le toca el turno al español Gustavo Adolfo Bécquer. El cual en su obra Leyendas, menciona al Temple en dos de ellas: El Monte de las Ánimas (1861) y El Rayo de Luna (1862). Vamos a hablar de la primera de ellas.

La historia transcurre en Soria, en el llamado Monte de las Ánimas, el día de los difuntos. Los Condes de Borges y de Alcudiel, junto a sus hijos y pajes iniciaban el camino hacia la cacería, montados a caballo. Alonso, empezó a relatar una leyenda, la del Monte de las Ánimas. Al parecer, a este monte que llamaban de las ánimas pertenecía a los Templarios. Cuando los árabes fueron expulsados de Soria, el Rey los hizo venir para defender la ciudad, lo que ofendió a los nobles de Castilla y se creó rivalidad entre ellos. Así, se inició una batalla hasta que el rey finalizó la lucha; el monte fue abandonado y en la capilla de los templarios se enterraron los cuerpos de unos y otros. Cuenta la leyenda que cuando llega la noche de los difuntos las almas de los muertos corren junto con los animales del monte y nadie quiere estar ahí en dicha fecha.

Una vez en casa de los Condes y reunidos junto a la lumbre, sólo los primos estaban ajenos a la conversación, hasta que Alonso rompió el prolongado silencio diciéndole a su prima que, debido a que ella se separará de él próximamente, le gustaría hacerle un regalo para que se acordara siempre de él. Después de insistir mucho, la joven acepta una joya sin decir nada y su primo a cambio le pidió algún obsequio suyo. Beatriz estuvo conforme y le expuso que en el Monte de las Ánimas perdió la banda azul y que era lo que deseaba regalarle.

Alonso se sentía muy fuerte a la hora de luchar con cualquier bestia, pero le aterrorizaba la idea de ir a ese oscuro lugar en aquella fecha tan indicada y sintió miedo. Entonces se vio motivado por una sonrisa de la bella dama y se dirigió, aterrorizado, a recuperar la banda perdida para así contentar a Beatriz.

Las horas pasaron y Beatriz se desveló al creer oír su nombre en una pesadilla. Al despertarse no pudo volver a conciliar el sueño, así que decidió ponerse a rezar muy asustada. Cuando amaneció se avergonzó de su comportamiento de la noche anterior al haberse asustado, y, entonces, vio su banda azul ensangrentada y desgarrada en su mesilla de noche. Beatriz se quedó petrificada, no podía creer lo que veía. Más tarde fueron a avisarla sus sirvientes de una triste noticia: Alonso había sido devorado por los lobos del monte, pero la encontraron muerta de horror e inerte.

Dicen que después de este suceso, un cazador tuvo que permanecer una noche dentro del monte de las ánimas, y que antes de morir pudo contar que vio los esqueletos de los antiguos Templarios y de los nobles sorianos enterrados en la capilla, y además, pudo ver también como una mujer hermosa desmelenada, con los pies ensangrentados daba vueltas alrededor de la tumba de Alonso.

Hay que decir que existe una conexión que encaja dos temas a la vez. Bécquer recoge el tema folclórico universal con el enfrentamiento de los templarios contra los nobles señores de Soria, y añade a la obra el carácter de la mujer, la cual engaña al hombre para conseguir sus propósitos y dominarlo. Estos dos temas van constantemente relacionados durante la obra, son los que se ven con más claridad, que son la lucha y el amor. Sin duda dos conceptos que los caballeros templarios vivieron con intensidad; la lucha por el bien y el amor a Dios.

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