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miércoles, 8 de abril de 2009

La ruta del atún y el descubrimiento de América.


Investigadores de Canadá, Estados Unidos e Irlanda colocaron en 2004 transmisores en tres atunes capturados y luego soltados en Irlanda. Éstos registraron datos sobre la luz y la temperatura de la superficie marina que permitieron reconstruir el itinerario de los peces cuando se activó por radio el dispositivo meses después para recoger los datos por satélite. Uno estaba en el golfo de México, otro cercano a Portugal y el tercero fue capturado al sudeste de Malta, en el Mediterráneo.

Este experimento confirma otros anteriores que indican que existe una gran comunicación entre las dos supuestas poblaciones de atún rojo, cada una a una orilla del Atlántico, y que éstos migran a aguas calientes para reproducirse cuando no están en zonas centrales del océano, donde acuden a alimentarse en verano.
De este experimento se deduce que siguiendo la ruta del atún rojo en el momento de su migración hacia aguas de poniente, los pescadores europeos podrían llegar perfectamente hasta las costas de América y viceversa sin tener, necesariamente, nociones de cartografía.


Se sabe que el atún rojo puede alcanzar velocidades de hasta 70-80km/h. De hecho la palabra atún proviene del griego que significa “ir corriendo”, aunque la velocidad media que utiliza el atún para desplazarse es de aproximadamente 2,8 y 7,4 km/h. o lo que es lo mismo entre 1,5 y 4 nudos.

Las embarcaciones vikingas podían alcanzar los 6 nudos marinos. Por tanto fue posible que los noruegos, que basaron su economía en la pesca, pudieron arribar a costas americanas siguiendo la ruta del atún, creando bases allá donde preparaban el pescado para su conservación. Algunos arqueólogos han descubierto, localizado y examinado estos asentamientos.

Hay que recordar que los vascos, antes de que Colón llegase a América, iban a pescar a los alrededores de Terranova y el estuario de San Lorenzo. En cada ocasión, su campaña de pesca duraba varios meses y habían instalado campamentos donde almacenaban, conservaban y preparaban su pesca.

Pero, debemos preguntarnos, ¿existen pruebas para tal hipótesis?

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