Desde
la Encomienda de Barcelona, queremos compartir un bonito apartado concebido
para que conozcamos los detalles de los principales santos que veneraban los
templarios. Para ello hemos seleccionado el siguiente texto del escritor y
periodista granadino, D. Jesús Ávila, de su obra “La mitología templaria”.
Desde
Temple Barcelona, confiamos que su contenido os atrapará.
Por Jesús Ávila
Aunque el Temple
estuvo estrechamente vinculado con varios santos –san Bartolomé, san Miguel,
san Juan Bautista, san Julián…-, realmente sólo hubo uno que fuera caballero
templario, y éste fue san Durán – o san Durando-. La vida del santo transcurre
en la comarca catalana de La Cerdanya (Girona/Lleida), territorio fronterizo
con el Languedoc francés, que, durante las cruzadas contra el catarismo por
parte de la Iglesia (siglos XIII y XIV), se convirtió en zona de paso y huída
de los cátaros hacia los Pirineos y el Reino de Aragón. San Durán, que
corresponde con el caballero templario frey Guillem Durán, fue el autor de una
obra condenada por la Iglesia: Rationale
seu Enchyridion Divinorum. San Durán dedicó todas sus fuerzas a ayudar a
los peregrinos y también a los pobres cátaros que se habían salvado de las
hogueras y pudieron huir de las horrendas torturas. Los cruzados, al mando de
Simón de Montfort, con el respaldo de la Iglesia y el rey de Francia, estaban
sembrando el pánico y la muerte de los pueblos, ciudades y aldeas de las
fértiles y tranquilas tierras del Languedoc. Este frey templario, desafiando a
la Inquisición, facilitó los desplazamientos de estos desdichados hacia el
interior del Pirineo catalán, a través del pasillo de Llivia –territorio que, a
pesar de los avatares históricos, se ha mantenido hispano-, y del Camí dels bons homes, un sendero
iniciático que recorre el norte del actual Parque Natural del Cadí-Moixeró,
rodeando la montaña sagrada del Pedraforca, y enlaza poblaciones tan esotéricas
como Saldes, Gósol, Gisclareny. Finalmente se instalaba en lugares seguros como
Castellbó, Bagá…; o bien los llevaba a villas mucho más lejanas, como Sant
Mateu, ciudad donde tuvo su sede el maestre de la Orden de Montesa y donde se
conoce la legendaria historia del cátaro Belibaste, quien, huyendo de las
cruzadas albigenses, cayó preso finalmente por la Inquisición, siendo torturado
en las tétricas mazmorras que aún se conservan en esta villa del Maestrazgo
castellonense.
La piadosa vida de
este templario fue elevada al rango de santidad por el padre Doménech, como
refleja en su escrito sobre los santos catalanes (siglo XVII). San Durán fue
venerado en los altares por los innumerables milagros que realizó, tanto en
vida como después de muerto. Sus restos descansaban en el interior de la
iglesia de San Bartolomé, de la ciudad de Puigcerdà, hasta el año 1936, fecha
en que la iglesia fue destruida durante la guerra civil; de ella no quedan ni
los cimientos. También la iglesia parrquial de Santa María de esta población,
fue víctima de la barbarie, y tuvo que ser reconstruida, hasta el punto de que hoy
el templo anda por un lado y el campanario por otro. Y de san Durán, condenado
por la Iglesia, nada más se supo; también fue borrado del mapa de esta ciudad
cualquier pequeño recuerdo de los caballeros templarios, circunstancia que
obliga a una profunda reflexión. No fue una casualidad, por lo tanto, que los
restos de san Durán recibiesen sepultura en la iglesia de San Bartolomé de
Puigcerdà, de la cual, como hemos dicho antes, ningún resto se ha conservado,
sin embargo, la memoria de aquel santo caballero templario sigue viva en el
pensamiento de las gentes de toda La Cerdanya.
Bucólico paisaje de La Cerdanya
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