Desde
la Encomienda de Barcelona seguimos con el apartado destinado a visitar los lugares
más acogedores donde la Orden del Temple se albergó en las tierras del río
Ebro. Para ello hemos recogido un nuevo texto del periodista y escritor, D.
Jesús Ávila Granados de su obra “Templarios en las tierras del río Ebro”, donde
nos conducirá a través de sus encantadores lugares.
Desde
Temple Barcelona sabemos que su contenido os apasionará.
por Jesús Ávila
Valderrobres,
El Matarraña, Teruel
Valderrobres, a 193
kilómetros de la ciudad de Teruel, no es sólo la capital administrativa del
Matarraña, sino también el corazón y el punto de referencia de todos los
pueblos de la comarca. El río Matarraña, que baja con sus aguas frescas y
cristalinas de los vecinos Puertos, divide la población: la moderna, sobre la
ribera izquierda, y la antigua, en la ribera derecha. Un artístico punto gótico
–llamado de San Roque- une los dos núcleos y una homónima puerta fortificada
permite acceder al núcleo antiguo; dentro de una hornacina de la torre vemos un
San Roque ataviado de pelegrino y mostrando su condición de iniciado (con la
rodilla izquierda desnuda).
La Casa Consistorial,
ejemplar obra renacentista (siglo XVI) mereció ser reproducida en el Pueblo
Español de Barcelona, durante la Exposición Universal del año 1929; en su
planta baja, la Lonja y la prisión, donde sufrió todo tipo de torturas los más
legendarios bandoleros de la comarca. Enfrente del Ayuntamiento hay la Posada
de la Plaza, considerada el hostal más antiguo de España, ya que dispone de
documentos de finales del siglo XIII, en que ya se confirma la condición del
establecimiento como punto de parada y fonda; en la puerta de entrada, una rosa
sexifolia, inscrita en un disco solar, como un símbolo de acogida hacia los
forasteros. Hace pocos años, como resultado de unas obras en la planta
inferior, aparecieron arcos apuntados y algunas cruces templarias, lo que nos llevaría
a pensar que esta casa, que contó con puerto de amarre fluvial, podía haber
estado el torreón del Temple en Valderrobres.
De la plaza Mayor se
abren las calles que, en acusado ascenso, conducen al visitante en la zona
superior del núcleo antiguo; precisamente en estos viales hay una casa que
albergó el horno, donde se elaboraba el pan comunitario, y numerosos edificios
que muestran con orgullo sus nobles linajes medievales. Al cabo de poco el
viajero llegará frente a la iglesia de Santa María la Mayor y no podrá evitar
quedar extasiado frente a la belleza arquitectónica y el equilibrio de su
pórtico, resuelto en numerosas arquivoltas en degradación; el gótico levantino
consiguió en Valderrobres una notable escuela comarcal. Este templo muestra
tres interesantes rosetones: dos circulares, situados sobre el portón de acceso
y en el muro de poniente, y uno triangular, en el sector más frío del ábside, a
través de la cual se ilumina la tribuna superior, a la cual se accede por una
escalera de caracol. El interior de la iglesia, de una sola nave, cuenta con
íntimas capillas laterales y una espectacular vuelta de crucería. El campanario,
exento, es de planta octogonal y domina el lado de la epístola. Enfrente del
ábside, el antiguo cementerio, hoy habilitado como un área de paseo; en el
interior todavía se pueden encontrar algunas estelas cátaras, y otra que forma
parte del aparato exterior del muro.
El castillo está
situado en un nivel superior, pero comunicado con la iglesia por un pasillo
aéreo que tiene entrada por la tribuna. Más que una fortaleza se trata de un
palacio fortificado, levantado a finales del siglo XIII. Queremos destacar algunos
elementos de su interior que atraerán la atención del viajero, como ahora una
prisión monástica; al lado, una cámara con una trepa relacionada con la mano
peluda y con ancestrales tesoros ocultos que, según la leyenda, estaban
enterrados en este lugar; por una profunda galería se llega al lecho del río. En
la zona más elevada del castillo, donde se abría el patio de armas, hay una
gran piedra, que podría haber sido un altar pagano de adoración a los dioses,
porque, además, conserva las bases de las columnas que, de manera de palio,
debían cubrir esta sagrada piedra, sobre la cual los pueblos de la antigüedad
elaboraban sus ruegos a las divinidades. Desde la galería superior de
ventanales, se dispone de la mejor panorámica del perezoso curso del río
Matarraña y, como telón de fondo, la majestuosa cima de la piedra de Aznar
Lagaya –la Caja, según la denominación popular-, que es la montaña sagrada de
estas tierras.
Antes de abandonar el
castillo, aconsejamos que visite el salón que fue la bodega, así como la sala
de los caballeros y la cocina, como su altísima vuelta de ocho paños de pared
sobre trompas, de incuestionable diseño templario. Después, ya en el exterior,
podrá descubrir la palomilla con rostro de Baphomet de la iglesia de Santa
María la Mayor, antes de comenzar el recorrido por la antigua judería, a la
cual se accede mediante la puerta de Bergós.
Fotografía de la zona antigua de Valderrobres, al fondo la iglesia
de Santa María la Mayor. Foto del blog juancar347-románica.
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