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martes, 20 de julio de 2010

La ridiculización de los símbolos cristianos


Hemos extraído la siguiente noticia de la página de formulibertas que deseamos compartir con todos vosotros. En ella se explica la lamentable moda de ridiculizar los símbolos cristianos por parte de personajillos que no tienen otra forma mejor para despertar la atención del público.

Desde la encomienda de Barcelona invitamos a la reflexión, de si debe existir un límite ético por parte de los “no creyentes” a la hora de pronunciarse intencionadamente contra aquellos símbolos que pertenecen a millones de personas en todo el mundo. Deseamos que la lectura la encontréis interesante.

La revista erótica Playboy ha utilizado la imagen de Jesucristo con el objetivo de vender más revistas. La edición portuguesa de la publicación ha utilizado el tirón mediático de la muerte del anticatólico escritor José Saramago para ofrecerle un ‘homenaje’ en el que un supuesto Jesús aparece en imágenes eróticas mezclado con mujeres semidesnudas en las que supuestamente se rinde homenaje a su libro El evangelio según Jesucristo.


Se trata de una forma fácil y recurrente de llamar la atención que los sectores laicistas saben explotar muy bien. Pero lo cierto es que se les acaba la comba. No solamente cansa sino que carece absolutamente de poder trasgresor, de hecho, lo verdaderamente trasgresor hoy en día es tratar con verdadero respeto a los cristianos y, por extensión, sus símbolos y creencias.


Al parecer las reacciones no se han hecho esperar y la polémica siempre encuentra su lugar en algunos foros y las editoriales ya no saben si están haciendo noticia del escándalo o del escándalo del escándalo. Lo cierto es que los ataques laicistas se intensifican en todos los ámbitos, también desde sectores mal llamados ‘cultura’, donde no faltan artistas con precarias condiciones creadoras que tienen que recurrir a clichés sencillos y manidos como atacar lo sagrado.


Es el caso del pintor italiano Giuseppe Veneziano que no cambiará la Historia del Arte occidental, pero que ha tenido su minuto de gloria al retratar una Virgen que arropa a un supuesto niño Jesús ataviado como el dictador alemán Adolf Hitler, bigote incluido.


La exposición ha abierto sus puertas el 17 de julio pero el alcalde de Pietrasanta, marco en el que ha tenido lugar tan original representación, se ha deshecho en disculpas con los católicos por la difusión de la imagen. Y es que los políticos saben de donde bebe su posición y no quieren perder una parte de votantes cuya sensibilidad y adscripción puede estar en juego.


“Asumo toda la responsabilidad por la publicación de esta imagen –ha dicho el dirigente del consistorio, Domenico Lombardi-, pero no la había visto antes, en ese caso, quizás hubiera elegido otra”, por ello ha pedido “disculpas si el cuadro ofende la sensibilidad de los religiosos”.


Los organizadores ya han retirado la pieza de la polémica del catálogo de la exposición y, claro, el autor, indignado, ya habla de censura y a algunos les vendrá la Inquisición a sus cabezas movidas por tópicos y proclamas pseudoprogresistas.


No faltarán los que digan que Veneziano ha conseguido que su nombre haya aparecido en este artículo (y en otros) y que, por lo tanto, lo que quería conseguir ya lo ha conseguido, tampoco escasearán los que digan que, a pesar de ello, es necesario hacer la denuncia. Lo que resulta evidente es la falta total de originalidad que tiene este tipo de ataques y burlas que nacen más que de un convencimiento creador, de una carencia intelectual que roza lo primitivo. Y hay algo más indiscutible, estos ‘artistas’ necesitan tanto de lo que ridiculizan para existir como el aire que respiran.


Es fácil negar lo que otro defiende, lo realmente complejo es proponer ideas originales que funcionen por sí mismas, algo que hace y ha venido haciendo a lo largo de los siglos un revolucionario que se llamaba Jesucristo a través de su hogar: la Iglesia.

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