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jueves, 29 de julio de 2010

Personajes de la Biblia: Sara e Isaac


Queremos continuar desde la encomienda de Barcelona, con el apartado dedicado a los personajes más importantes de la Biblia. Para ello hemos extraído el siguiente texto que habla sobre Sara, -la esposa de Abraham- y su hijo Isaac, del libro titulado “La Biblia” y que ha sido escrito por el doctor en teología, J.R.Porter.


Confiamos que su lectura la encontraréis interesante.


De izquierda a derecha observamos a Abraham, Sara e Isaac.


Tema fundamental de la saga de Abraham son las repetidas amenazas a la promesa que Dios le ha hecho de que será el fundador de “una gran nación”. La Biblia afirma en varias ocasiones que su esposa Sara es infértil (por ejemplo, en Gn 11, 30). Abraham decide no tener descendencia y nombra heredero a uno de los esclavos de su casa (Gn 15, 3), hecho que probablemente refleja una antigua costumbre mesopotámica. Tal vez respetando otra costumbre antigua, Sara entrega su esclava egipcia –Agar- a Abraham para que le dé un heredero. Al principio del relato, el patriarca se llama Abram (que podría significar “antepasado exaltado”), pero en este punto de la narración Dios le garantiza la abundancia de su progenie futura y le asigna un nuevo nombre, Abraham, que el Génesis interpreta com “padre de la multitud de pueblos” (Gn 17, 5). Cabe añadir que el significado exacto de Abraham y Abram no está claro, aunque probablemente se trata de variantes del mismo nombre.


Tal como suceden las cosas, el pueblo elegido no desciende de Ismael, hijo de Agar. Dios promete un hijo a Sara a pesar de que, según la Biblia, en este momento la matriarca tiene noventa años y su marido noventa y nueve. Hasta entonces se la llama Saray y a partir de este momento recibe el nombre de Sara como muestra de que Dios renueva su promesa. Saray y Sara son variantes de la misma palabra que, en sentido amplio, se interpreta como “reina” o “princesa”.


En el Génesis 17, Abraham recibe el anuncio del nacimiento de Isaac a través de un oráculo divino que sirve de modelo, tanto en las Sagradas Escrituras hebreas como en el Nuevo Testamento, de varios anuncios natales muy parecidos relacionados con mujeres estériles. Dios dice que Sara “se convertirá en madre de naciones y reyes de pueblos saldrán de ella” (Gn 17, 16). El estilo literario del oráculo es de origen cananeo y cabe la posibilidad de que la descripción del nacimiento de Isaac se haga eco del nacimiento de un hijo real y siga los ritos del “sagrado matrimonio” del antiguo Oriente Próximo. De acuerdo con estos ritos, la deidad, representada por el monarca, copulaba con una mujer, generalmente con la reina o con una sacerdotisa. Los cánticos de amor que se entonaban con motivo del sagrado matrimonio solían alabar la belleza de la novia. El nombre de Sara posee significado regio y su extraordinaria belleza se menciona varias veces, por ejemplo, en el Génesis 12, 11. Por ese motivo, el farón la deseó, a pesar de que entonces contaba sesenta y cinco años. La tradición judía atribuyó gran importancia a la belleza de Sara, sobre todo en una paráfrasis del Génesis en arameo, de los Manuscritos del mar Muerto en Qumran.


La idea del sagrado matrimonio se repite en el Génesis 18. Tres ángeles o mensajeros divinos, iguales a Yahveh, visitan a Abraham con forma humana (Gn 18). Uno anuncia lo siguiente: “Volveré ciertamente a ti a la vuelta de un año, y entonces Sara, tu mujer, tendrá un hijo”. Sara lo oye y ríe, pero en el Génesis 21, 1 cuenta que concibió después de que “Yahveh hizo con Sara lo que le había prometido”, frase que podría tener connotaciones sexuales. Cuando el hijo nace, le ponen por nombre Isaac, que significa “cosa de risa”. Tanto en los escritos cananeos como en otros se afirma que la risa se acompaña el nacimiento del hijo de una deidad o de una figura real.

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