Queremos compartir con todos los lectores de “Temple Barcelona”, un excelente texto, donde el novelista e historiador Piers Paul Read, en su libro traducido a la versión española titulado “Los templarios: monjes y guerreros”, abarca un tema importante en el desarrollo de
Y es que el potencial financiero del Temple, fue importantísimo para que
Desde la encomienda de Barcelona, deseamos que su contenido sea de vuestro agrado.
Entre los principales vicios atribuidos a los templarios estaba la avaricia. La riqueza generada por las posesiones del Temple gracias a la explotación eficiente de la generosidad de donantes devotos, inspiraba en Europa envidia y resentimiento entre aquellos que estaban al tanto de los enormes gastos producidos por
De la misma forma en que las instituciones de caridad modernas acumulan inversiones, los templarios usaban sus fondos no sólo para costear la guerra contra los sarracenos sino también para ampliar sus posesiones en Oriente: cuando Juan Ibelin buscaba fondos desesperadamente para pelear contra Federico II, vendió tierras al Temple y el Hospital. Esa reinversión de los ingresos templarios suscitó la crítica del papa Gregorio IX: “Mucha gente se ha visto forzada a sacar la conclusión –le escribió al gran maestre-, de que vuestra principal aspiración es incrementar vuestras posesiones en las tierras de los infieles, cuando debería ser sacar de las manos de los infieles las tierras consagradas a la sangre de Cristo”.
“Había una fortaleza muy alta y sólida y sus muros eran muy gruesos, un bloque de nueve metros. En cada flanco de la fortaleza había una pequeña torre; y en cada una, un león rampante tan grande como un buey engordado, recubierto de oro. El precio de los cuatro leones, en material y mano de obra, era de 1.500 besants sarracenos. Era maravilloso de contemplar. Al otro lado, hacia el distrito pisano, había una torre. Cerca, pasado el monasterio de las monjas de Santa Ana, había otra torre enorme con campanas y una maravillosa y muy alta iglesia. También había otra torre en la playa: era una torre antigua, de cien años, construida por orden de Saladino. Allí guardaban su tesoro los templarios. Esa torre estaba tan cerca de la playa que las olas la bañaban. Y muchas otras moradas hermosas había en el Temple, que olvidaré mencionar”.
A excepción de los cartujos, todas las órdenes religiosas de la época fueron criticadas por sus excesos y la traición de su carisma original; el Temple, en general, menos que las órdenes de monjes y frailes. Los leones de oro eran sin duda innecesarios, y Hugo de Payns no debe haber imaginado al gran maestre de sus Pobres Soldados de Jesucristo viviendo en un palacio; pero la proporción de recursos asignados por el Temple a los propósitos originales de su fundación era mayor que la asignada por otras órdenes religiosas, y superaría incluso a la de algunas instituciones caritativas de nuestros días. Aunque a veces reprendieron al Temple, los papas fueron sin duda generosos en su elogio de las órdenes militares, y continuaron defendiéndolas mediante la concesión de privilegios y exenciones.
Las finanzas de las órdenes militares sufrían a causa del inexorable aumento de los gastos. La tierra requerida para equipar y mantener a un caballero borgoñés en 1180 eran unas trescientas hectáreas; para mediados del siglo XIII, la exigencia se había multiplicado por cinco, hasta ser de casi mil setecientas hectáreas: el gasto, así como el valor militar de un caballero totalmente equipado, con su grupo de sargentos y escuderos, equivalía al de un tanque pesado de hoy. Más allá de que el Temple dispusiera a menudo de efectivo, sus gastos de mantenimiento eran considerables: en los estados latinos de Outremer guarnecían y mantenían al menos cincuenta y tres castillos o puestos fortificados, que iban desde grandes fortalezas como el castillo Peregrino hasta pequeñas atalayas en rutas de peregrinos. En la cúspide de su trayectoria,
A pesar de su compromiso con los aspectos financieros, logísticos y militares de la guerra, los templarios no parecían haber perdido de vista en ningún momento su compromiso con la defensa de Tierra Santa y la recuperación de Jerusalén.
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