Desde la encomienda de Barcelona continuamos con el apartado dedicado a los personajes de la Biblia que hemos recogido del profesor de teología, el protestante J.R.Porter, de su libro, cuya traducción al español es: “La Biblia”.
Hemos querido seleccionar el capítulo dedicado a Pablo de Tarso, que tras su persecución contra los cristianos, acabó convirtiéndose al cristianismo y en uno de los dos pilares principales de
Desde este humilde rincón, deseamos que su contenido sea de vuestro agrado.
Retrato de la escena en la que Saulo cae, para convertirse al cristianismo.
Hechos refieren tres relatos sobre la conversión del apóstol Pablo en el camino de Damasco. La versión más completa y dramática se describe en el capítulo 9, durante la historia de la persecución de los cristianos después del martirio de Esteban, Pablo, que todavía recibe su nombre de hebreo de Saulo, estaba “todavía respirando amenazas y muerte contra los discípulos del Señor (Act 9, 1). Su fervor anticristiano era tal que se dice que emprendió la misión a Damasco para devolver a Jerusalén “a todos los que se encontraban adictos al camino”.
Saulo estaba cerca de Damasco cuando “de repente lo envolvió una luz del cielo” (Act 9, 3) y cayó al suelo. Según Hechos, oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Act 9,4) y, después de que el apóstol preguntara quién hablaba así, recibió la siguiente respuesta: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que has de hacer” (Act 9, 5-6). Saulo queda cargado por la visión y recupera la vista tres días después, inmediatamente antes de ser bautizado (Act 9, 17-18).
Los otros dos relatos de la conversión que figuran en Hechos aparecen en discursos del propio Pablo (Act 22, 6-11 y 26, 12-18). Algunas alusiones incluidas en las cartas de Pablo también parecen referirse a este acontecimiento; por ejemplo, en Gálatas 1, 15-16 se refiere a que fue llamado por la gracia de Dios y vio a Jesús resucitado, lo que originó su misión a los gentiles (y le concedió la condición de apóstol). Aunque en el fondo las palabras de Pablo coinciden con el relato que Lucas narra en Hechos, no existe una versión interrelacionada de lo sucedido.
Las tres narrativas de Hechos mencionan la luz sobrenatural y la voz que hace que Pablo y sus compañeros caigan al suelo. Se trata de una característica compartida por diversos relatos de experiencias visionarias incluidos en los escritos judíos de la época. El testamento de Job, que data de comienzos de la era cristiana, guarda un estrecho paralelismo con Hechos. Job afirma: “Mientras dormía me llegó una voz sonora, envuelta en una grandísima luz, que dijo: “Job, Job”. Respondí: “Aquí estoy”, y añadió: “Levántate y te mostraré quién es el que quiero que conozcas…”. Cuando la oí me caí de la cama”. Los escritos rabínicos suelen mencionar la bath qol, misteriosa voz mediante la cual en ocasiones Dios se comunica con los seres humanos.
Los estudiosos han intentado dar una explicación psicológica a la experiencia de Pablo y han sugerido que tal vez se trató de la resolución del conflicto interior entre su estricto judaísmo (por educación era fariseo Act 26, 5) y la impresión que le causó la persecución de los cristianos, en especial la muerte de Esteban. Aunque podría tratarse de una especulación pura, es posible que esta perspectiva se apoye en la cita que Pablo hace de un dicho griego popular cuando cuenta su conversión a Herodes Agripa: “Duro es para ti dar coces contra el aguijón” (Act 26, 14). Este comentario sugiere que incluso antes de convertirse le remordía la conciencia por el papel que desempeñaba en la persecución de los seguidores de Jesús. Las cartas revelan que Pablo era una persona desgarrada por poderosas tensiones interiores. Al parecer tuvo experiencias extáticas y visionarias. Hechos también consignan otras visiones (Act 22, 17-21 y 27, 23-24).
Existen discrepancias en las narraciones de Hechos y de las cartas paulinas acerca de las consecuencias inmediatas de su experiencia en el camino de Damasco. En Hechos, Pablo es cegado por la luz celestial, pero tres días después el discípulo Ananías le devuelve la visión y es bautizado como cristiano (Act 9, 8-18 y 22, 11-16). En las cartas no figuran estos sucesos. Pablo escribe que, después de la revelación divina, se dirigió a Arabia sin consultarlo con nadie, posteriormente retornó a Damasco y sólo tres años después regresó a Jerusalén a fin de contactar con Pedro y con Santiago, el hermano de Jesús (Gal 1, 16-17). Este relato difiere del de Hechos, según el cual Pablo predica en Damasco y luego se escapa a Jerusalén donde se reúne con los demás discípulos y sigue “actuando con valentía en nombre del Señor” (Act 9, 19-28). Es posible que Lucas, el autor, abreviara los acontecimientos y omitiese la estancia de Pablo en Arabia, hecho que para él no tenía demasiado interés.
En Hechos, Pablo escapa de Damasco bajando por el muro de la ciudad en una cesta, ya que los judíos querían matarlo y vigilaban las puertas de la ciudad (Act 9, 24-25). Pablo menciona esta salida en la segunda carta a los Corintios, en la que atribuye los peligros que afrontó al gobernador del rey Aretas monarca del poderoso estado nabateo. Está claro que en esa época Aretas controlaba Damasco, que intermitentemente se convirtió en posesión nabatea. Cabe la posibilidad de que judíos de Damasco recabasen el apoyo del gobernador real para perseguir a Pablo, acto que encuentra su paralelo en otra parte de Hechos. Si suponemos que Lucas excluyó la visita a Arabia, es posible que la fuga de Pablo tuviera lugar durante el segundo viaje a Damasco (Gál 1, 17). Tal vez su prédica en Arabia, la mayor parte de cuyo territorio formaba parte del reino de Aretas, provocó a las autoridades nabateas, que quizá decidieron arrestarlo la siguiente vez que pisase dicho territorio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario