Desde la encomienda de
Barcelona queremos compartir con todos vosotros las palabras que el Santo Padre
pronunció a la Soberana y Militar Orden de Malta, dos días antes de su renuncia
al trono de San Pedro. Los ‘hospitalarios’ cumplirán el próximo viernes 15 de
febrero, novecientos años. Hay que recordar que tanto la Orden del Santo
Sepulcro, la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, como también la Orden
de los Pobres Caballeros de Jesucristo del Templo de Jerusalén, son órdenes
creadas en Tierra Santa y por tanto hemos creído oportuno que también la
noticia tenga cabida en la página de Temple Barcelona.
Desde este humilde
rincón, aprovechamos para felicitarles y animarles a que nunca pierdan su ‘esencia
original’ y que continúen trabajando para socorrer a los más afligidos.
A continuación
reproducimos la noticia que hemos recibido del Servicio de Información Vaticana
(VIS)
Fotografía
del encuentro entre Benedicto XVI y la Orden de Malta
Ciudad
del Vaticano, 9 febrero 2013 (VIS).-Los miembros de la Soberana y Militar Orden
de Malta, cuyo Gran Maestro es Fray Matthew Festing, han acudido en
peregrinación a Roma para celebrar el IX centenario del privilegio “Pie
postulatio voluntatis” del 15 de febrero de 1113, con el cual el Papa Pascual
II puso a la recién nacida “hermandad hospitalaria” de Jerusalén, con el título
de San Juan Bautista, bajo la tutela de la Iglesia, haciéndola soberana,
constituyéndola como una Orden de derecho eclesial, con el derecho a elegir
libremente a sus superiores sin interferencia por parte de otras autoridades
laicas o religiosas. Esta mañana, Benedicto XVI, los ha acogido en la basílica
de San Pedro, agradeciendo a la Orden el donativo ofrecido que será destinado a
una obra de caridad y al cardenal Paolo Sardi, Patrono de la misma, “la
solicitud con que se dedica a consolidar el vínculo especial que la une a la
Iglesia Católica, y de una manera particular a la Santa Sede”.
La
conmemoración de ese centenario, ha explicado el Papa “adquiere un especial
significado en el contexto del Año de la fe, durante el cual la Iglesia está
llamada a renovar la alegría y el compromiso de creer en Jesucristo, único
Salvador del mundo. En este sentido, también vosotros estáis llamados a acoger
este tiempo de gracia para profundizar en el conocimiento del Señor y para
hacer resplandecer la verdad y la belleza de la fe, mediante el testimonio de
vuestra vida y vuestro servicio en el hoy de nuestro tiempo (...) Desde sus
comienzos, vuestra Orden se ha distinguido por la fidelidad a la Iglesia y al
Sucesor de Pedro, así como por su irrenunciable perfil espiritual,
caracterizado por el elevado ideal religioso. Seguid avanzado por este camino,
dando testimonio de manera concreta de la fuerza transformadora de la fe. Por
la fe, a través de los siglos, los miembros de vuestra Orden se han prodigado
primero en asistir a los enfermos en Jerusalén, y después en socorrer a los
peregrinos en Tierra Santa, expuestos a graves peligros, escribiendo así
páginas brillantes de caridad cristiana y defensa del cristianismo. En el siglo
XIX, la Orden se abrió a nuevos y más amplios campos de actividad en el ámbito
asistencial y de servicio a los enfermos y los pobres, pero sin renunciar nunca
a los ideales originarios, especialmente el de la intensa vida espiritual de
cada uno de sus miembros. En esta dirección debe continuar vuestro compromiso,
con una atención muy especial a la consagración religiosa —la de los profesos—
que constituye el corazón de la Orden”.
En
este sentido, “respecto a otras organizaciones comprometidas en el ámbito
internacional en la asistencia a los enfermos, en la solidaridad y la promoción
humana, vuestra Orden -ha subrayado el pontífice- se distingue por la
inspiración cristiana que debe orientar constantemente el compromiso social de
sus miembros. Conservad y cultivad este rasgo característico, y actuad con
renovado ardor apostólico, siempre con una actitud de profunda sintonía con el
Magisterio de la Iglesia. Vuestra preciosa obra benéfica, articulada en varios
campos, y que se lleva a cabo en diversas partes del mundo, concentrada
principalmente en el servicio al enfermo con estructuras hospitalarias y
sanitarias, no es simple filantropía, sino la expresión eficaz y el testimonio
vivo del amor evangélico (...)En la Sagrada Escritura, la llamada al amor del
prójimo está unida al mandamiento de amar a Dios con todo el corazón, con toda
el alma y con todas las fuerzas. Por consiguiente, el amor al prójimo responde
al mandato y al ejemplo de Cristo si se funda en un verdadero amor a Dios.
...Para dar amor a los hermanos, es necesario tomarlo del fuego de la caridad
divina, mediante la oración, la escucha asidua de la Palabra de Dios y una vida
centrada en la Eucaristía”.
El
Santo Padre ha concluido su discurso invitando a los miembros de la Orden de
Malta a seguir actuando en la sociedad y en el mundo “por las vías maestras
indicadas por el evangelio: la fe y la caridad, para reavivar la esperanza. La
fe, como el testimonio de adhesión a Cristo y de compromiso con la misión
evangélica, que os impulsa a una presencia cada vez más viva en la comunidad
eclesial y a una pertenencia más consciente al Pueblo de Dios; la caridad, como
expresión de fraternidad en Cristo, mediante las obras de misericordia con los
enfermos, los pobres, los necesitados de amor, de consuelo y ayuda, con los
afligidos por la soledad, la desorientación y las nuevas formas de pobreza
material y espiritual. Estos ideales están bien expresados en vuestro lema:
“Tuitio fidei et Obsequium pauperum”.. Son palabras que sintetizan bien el
carisma de vuestra Orden, la cual, como sujeto de derecho internacional, no
aspira a ejercer poder e influencia de carácter humano, sino que desea
desarrollar con plena libertad su propia misión para el bien integral del
hombre, cuerpo y alma, con la atención puesta tanto en cada persona como en la
comunidad, y sobre todo en quienes están más necesitados de esperanza y de
amor”.
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