Desde la encomienda de
Barcelona, continuamos con el apartado destinado a conocer los lugares más bellos
por el que atraviesa el río Ebro donde habitó el Temple. Por ello recorreremos con
la enriquecedora obra del escritor granadino D. Jesús Ávila Granados: “Templarios
en las tierras del río Ebro” tan atractivos parajes.
Desde Temple Barcelona
os proponemos que continuéis disfrutando de tan estupenda excursión.
Fotografía
de las impresionantes cascadas de Beseit –Arnes-.
Terra Alta, Tarragona.
Arnes,
en el extremo SO de la comarca de la Terra Alta, a medio camino entre Horta de
Sant Joan, Cretes y Vall-de-roures, es uno de los municipios con mejores
panorámicas de los Ports de Beseit; sus tierras están regadas por el hilo de
agua del Algars.
Arnes
es una población de gran tradición apícola, donde se obtiene una de las mieles
más sabrosas de España; no es una casualidad que, en su escudo, aparezcan dos
ruscos (arnes), elementos que dan nombre a la población; recordamos que la
actividad apícola es de origen celta, que posteriormente fue recogida por los
andalusíes y más adelante protegida por los templarios.
Arnes
fue una importante alquería andalusí; la conquista cristiana la protagonizó el
monarca Alfonso II el Casto, en 1174, el cual no dudó a librarla a los
templarios de la vecina comarca de Orta (Horta de Sant Joan). El Temple mantuvo
en Arnes todas las actividades anteriores (agricultura, ganadería, apicultura,
elaboración de aceite de oliva, queso, viticultura, telares, etc.), y por eso
contaba con los colectivos judíos y moriscos. No sabemos en qué año se concedió
la Carta de Población; no obstante, el primer documento registrado de Arnes
relacionado con el Temple se remonta al año 1263. Sabemos que en 1279 y 1280,
la iglesia de Arnes pagó 36 sueldos como diezmo a la Santa Sede, lo cual
confirma la riqueza económica de esta población cuando fue de los templarios.
El pueblo es fotogénico desde el exterior, porque se alza sobre un suave cerro;
lamentablemente, no se conserva ningún vestigio del torreón templario –el
Castillo- que estaba situado en el extremo NE del pueblo, pero sí algunos
lienzos del recinto amurallado, además de diversos arcos y portales, juntamente
con el crucero, algunas casas blasonadas de piedra y restos de añil en las
viviendas más antiguas, configuran la bella estampa medieval que ofrece Arnes.
La
iglesia parroquial actual, que data de finales del siglo XVII, está dedicada a
santa María Magdalena; alzada en el año 1693, sobre los cimientos de la
anterior, que era un edificio templario de mediados del siglo XIII, del cual se
han conservado parte de su cabecera pentagonal, que se puede observar a dos
metros de distancia del ábside de la iglesia moderna, gracias a la gentileza
del obispado de Tortosa, que hizo donación a la villa de Arnes. También a poca
distancia está el Ayuntamiento (construido en el año 1584, por el arquitecto
Joan Vilabona, de la vecina villa de Queretes); es uno de los primeros
edificios renacentistas de Cataluña, el cual muestra en una de sus ventanas la
siguiente inscripción, fechada en 1594: “Hizo
la presente obra Joan Vilabona, de Queretes, a costa de la presente villa de
Arnes. La comencé en el año 1584. Iba el Trigo a 30 libras la cuartera” –
una cuartera equivale aproximadamente a unos 70 litros-; diez años después, por
tanto, de iniciarse la construcción.
Arnes
estaba rodeado de viñas que decoran los llanos circundantes, entre espesas
manchas de pinares. En los alrededores hay un acueducto de Nobella y numerosas
fuentes. Pero no deberíais marchar de Arnes sin haber visitado sus ermitas,
como la de Santa Madrona, la Capilla Vieja del Calvario, la Capilla Nueva, la
del Eccehomo y la del Foso (antiguo cementerio), lugar donde todavía se
conservan algunas estrellas discoidales templarias.
En
1992, el Gobierno de la Generalitat de
Catalunya declaró Bien de Interés Cultural, en la categoría de conjunto
histórico, la villa de Arnes (DOGC, núm. 1552, de 7/02/1992).
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