Silvestre II, de nombre Gerberto de Aurillac, nació en Auvernia Francia, en el 945 y murió en Roma, el 12 de mayo de 1003. Fue conocido con el sobrenombre de “Papa del año 1000”, año en el cual se pensaba que sería el año del Fin de los tiempos.
El que se convertirá en el primer papa francés de la historia, nació en la región occitana de Auvernia e ingresó, alrededor de 963, en el monasterio de Saint-Géraud de Aurillac donde estudio gramática, retórica y lógica, las tres disciplinas del Trivium; hasta que en el año 967, viajó a la corte del conde de Barcelona, Borrell II, donde permaneció tres años en el monasterio de Santa María de Ripoll, en Girona y, posiblemente, viajó a Córdoba y Sevilla. Esta estancia en la península Ibérica le permitió entrar en contacto con la ciencia árabe e iniciarse en el estudio de las matemáticas y la astronomía.
La novela "El Papa Mago"
Se dice que, entre otras rarezas, poseyó una milagrosa cabeza parlante. La cabeza en cuestión, respondía a las consultas que se le hacían. Aseguran que, había sido fabricada con oro puro, y en Roma se decía que Silvestre II había descubierto un tesoro enterrado en el Campo de Marte -cerca del Vaticano- y que fundió el metal de una estatua para hacerse construir la cabeza diabólica que le vaticinaría el futuro de su pontificado. Hay quien relaciona la creación de dicha cabeza parlante, con Lupito de Barcelona (Mohamed Ibn Umail).
Gerbert había sido su primer alumno cristiano francés, y probablemente, habría sido Lupito quien le transmitiera los grandes conocimientos -algunos considerados como sacrílegos- y quien le recomendó lecturas como El libro Secreto de la Creación, Técnica de la Naturaleza y La Tabla Esmeralda, del filósofo Apolonio de Tiana.
Lupito de Barcelona, fue quien despertó en Gerbert la curiosidad por el Camino de Santiago. Éste sostenía que el Camino permitía a algunos hombres adquirir un misterioso poder. Lupito también le habló de la Cábala judía, que, según él, había sido transmitida a Adán por el Arcángel Raziel y permitía leer en los símbolos la “verdad trascendente”.
Entre el mito y la leyenda, entre la espiritualidad y el esoterismo, la figura del Papa del Año 1000, sigue intrigando hoy día.
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