Encomienda de Barcelona.(05/07/09)
Mañana martes , el Papa Benedicto XVI, presentará oficialmente al mundo su tercera encíclica “Caritas in Veritate” (Caridad en la Verdad), firmada el día de San Pedro y San Pablo (29 de junio). En ella el Sumo Pontífice recupera, actualiza y amplía los temas que se trataron en la encíclica que en el año 1967, el Papa Pablo VI presentó como “Populorum progressio”.
En ella se abordará como tema principal, la crisis económica mundial que según Benedicto XVI, está provocada por “el egoísmo y la avaricia que provienen del pecado original”. En ella enfatiza y explica bajo la visión cristiana, cómo deben combatirla los mandatarios mundiales y aquéllos que en su corazón portan el amor a Cristo. El Santo Padre afirma con rotundidad que “el poder del mal es la mentira, mientras que el poder de la fe, el poder de Dios es la verdad”. Para Benedicto XVI la verdad y la caridad van unidas y sólo así se puede derrotar a la mentira y al egoísmo que son los culpables de todos estos males.
El Vaticano, aunque ya tenía la encíclica preparada desde el 29 de junio de 2009, ha elegido darla a conocer a la humanidad un día antes de que el G-8 se reúna en su 35ª edición; esta vez en la ciudad de L’Aquila, Italia (país que este año preside el G-8).
El G-8 que desde el año 1975 viene reuniéndose anualmente, está formado por los países de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia. La pertenencia al grupo no se basa en un criterio único, ya que no son ni los ocho países más industrializados, ni los de mayor renta per cápita ni aquellos con un mayor Producto Interior Bruto. En todo caso, la pertenencia no sigue criterios democráticos mundiales. Curiosamente lo único que tienen en común todos sus integrantes es que todos ellos fueron partícipes de la devastadora Segunda Guerra Mundial.
Paradójicamente se da la posibilidad de que la reunión del G-8 por temas de seguridad, acabe celebrándose en Roma, a muy corta distancia de la Ciudad del Vaticano, debido a la inseguridad que está provocando los últimos terremotos acontecidos en el sur de la península itálica.
Desde la encomienda de Barcelona, deseamos que los mandatarios del G-8 recojan y tengan en cuenta las palabras de la Iglesia, en boca de su máximo responsable, el Papa Benedicto XVI; adoptando decisiones que beneficien al conjunto de la sociedad, potenciándose la caridad de los poderosos frente a la pobreza de los más necesitados.
En ella se abordará como tema principal, la crisis económica mundial que según Benedicto XVI, está provocada por “el egoísmo y la avaricia que provienen del pecado original”. En ella enfatiza y explica bajo la visión cristiana, cómo deben combatirla los mandatarios mundiales y aquéllos que en su corazón portan el amor a Cristo. El Santo Padre afirma con rotundidad que “el poder del mal es la mentira, mientras que el poder de la fe, el poder de Dios es la verdad”. Para Benedicto XVI la verdad y la caridad van unidas y sólo así se puede derrotar a la mentira y al egoísmo que son los culpables de todos estos males.
El Vaticano, aunque ya tenía la encíclica preparada desde el 29 de junio de 2009, ha elegido darla a conocer a la humanidad un día antes de que el G-8 se reúna en su 35ª edición; esta vez en la ciudad de L’Aquila, Italia (país que este año preside el G-8).
El G-8 que desde el año 1975 viene reuniéndose anualmente, está formado por los países de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia. La pertenencia al grupo no se basa en un criterio único, ya que no son ni los ocho países más industrializados, ni los de mayor renta per cápita ni aquellos con un mayor Producto Interior Bruto. En todo caso, la pertenencia no sigue criterios democráticos mundiales. Curiosamente lo único que tienen en común todos sus integrantes es que todos ellos fueron partícipes de la devastadora Segunda Guerra Mundial.
Paradójicamente se da la posibilidad de que la reunión del G-8 por temas de seguridad, acabe celebrándose en Roma, a muy corta distancia de la Ciudad del Vaticano, debido a la inseguridad que está provocando los últimos terremotos acontecidos en el sur de la península itálica.
Desde la encomienda de Barcelona, deseamos que los mandatarios del G-8 recojan y tengan en cuenta las palabras de la Iglesia, en boca de su máximo responsable, el Papa Benedicto XVI; adoptando decisiones que beneficien al conjunto de la sociedad, potenciándose la caridad de los poderosos frente a la pobreza de los más necesitados.
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