Era una cabeza barbada que aparece descrita en los interrogatorios y que algunos templarios confesaron haber visto colocada en contadas ocasiones sobre el altar de las iglesias del Temple. Es descrita como una cabeza barbada con cabellos rizados de oro, hecha de madera o del mismo oro. Algunos dijeron que era un ídolo de cuerpo entero que sustituía en las iglesias templarias a la imagen de Cristo; a veces tenían dos y hasta tres caras. Se han considerado como iconos de buena suerte, pues al parecer algunos templarios las tocaban con cordeles que luego portaban encima a modo de amuletos.
Algunos de los templarios interrogados durante el proceso que condujo a la disolución de la Orden confesaron que habían adorado a esta cabeza: El caballero Raymond de Larchent declaró que “era una cabeza con barba que se besaba y a la que se llamaba Salvador”; Rodolfo de Grisú afirmó que “era un demonio. Me horrorizó cuando lo vi. Lo guardaba el gran visitador, el hermano Peyrande”; Bartolomé Rocheri fue interrogado el 19 de abril de 1311 y confesó: “Fui armado caballero en una iglesia del Temple de París. Tras ser armado entré en una capilla donde me encontré sólo con el oficial, que me mostró una cabeza cubierta con un fino velo. No sé si era de marfil, metal o madera. Sólo la vi una vez”.
Un trovador del siglo XIII llamado Ricard Bonomel profesó en el Temple; escribió poemas en los que aparece la palabra “bafomet”, refiriéndose con esta expresión a algo que “actúa con toda su energía a favor de Baibars”, el caudillo musulmán. Sería por tanto una especie de amuleto de procedencia islámica que por razones desconocidas habrían adoptado, si es que lo hicieron, como propio los templarios.
Esta cabeza ha sido considerada por algunos como una representación del demonio Asmodeo. Los defensores de la Orden suponen que esta cabeza era en verdad una especie de imagen del diablo que se exponía en los conventos a los neófitos para que se fueran acostumbrando a perder el miedo, e incluso una manera de amedrentar a los neófitos a modo de broma para novatos.
El escritor sufí Idries Shah señaló que esta palabra podría ser una alteración fonética del concepto árabe abu fi-hamat, que significa “padre del conocimiento”; o incluso una palabra compuesta por baph (bautismo) y metis (sabiduría).
Hay quien ha afirmado que era un recuerdo de la cabeza cortada de Juan el Bautista; e incluso la mismísima cabeza de Jesucristo, que los templarios hallaron en Jerusalén embalsamada y que habrían conservado hasta su disolución, momento en el cual la trasladaron en secreto a Escocia, donde seguiría enterrada bajo un pilar de la iglesia de Rosslyn.
Una leyenda cuenta que el mandil de la Verónica, el paño con el cual esta mujer secó el rostro de Jesús cuando iba camino del Calvario y donde quedó impresa su imagen en sangre, fue encontrado por el templario Robert de Cari, durante la cuarta cruzada, en 1204 en la iglesia de Blanquerna de Constantinopla. La leyenda supone que este paño era el verdadero Santo Grial porque en él estaba impresa la imagen sangrante de Cristo. El mandil estaba colgado en esta iglesia de una cadena de plata, y los templarios habrían copiado esa imagen del rostro de Jesús dando origen al bafomet.
Algunos de los templarios interrogados durante el proceso que condujo a la disolución de la Orden confesaron que habían adorado a esta cabeza: El caballero Raymond de Larchent declaró que “era una cabeza con barba que se besaba y a la que se llamaba Salvador”; Rodolfo de Grisú afirmó que “era un demonio. Me horrorizó cuando lo vi. Lo guardaba el gran visitador, el hermano Peyrande”; Bartolomé Rocheri fue interrogado el 19 de abril de 1311 y confesó: “Fui armado caballero en una iglesia del Temple de París. Tras ser armado entré en una capilla donde me encontré sólo con el oficial, que me mostró una cabeza cubierta con un fino velo. No sé si era de marfil, metal o madera. Sólo la vi una vez”.
Un trovador del siglo XIII llamado Ricard Bonomel profesó en el Temple; escribió poemas en los que aparece la palabra “bafomet”, refiriéndose con esta expresión a algo que “actúa con toda su energía a favor de Baibars”, el caudillo musulmán. Sería por tanto una especie de amuleto de procedencia islámica que por razones desconocidas habrían adoptado, si es que lo hicieron, como propio los templarios.
Esta cabeza ha sido considerada por algunos como una representación del demonio Asmodeo. Los defensores de la Orden suponen que esta cabeza era en verdad una especie de imagen del diablo que se exponía en los conventos a los neófitos para que se fueran acostumbrando a perder el miedo, e incluso una manera de amedrentar a los neófitos a modo de broma para novatos.
El escritor sufí Idries Shah señaló que esta palabra podría ser una alteración fonética del concepto árabe abu fi-hamat, que significa “padre del conocimiento”; o incluso una palabra compuesta por baph (bautismo) y metis (sabiduría).
Hay quien ha afirmado que era un recuerdo de la cabeza cortada de Juan el Bautista; e incluso la mismísima cabeza de Jesucristo, que los templarios hallaron en Jerusalén embalsamada y que habrían conservado hasta su disolución, momento en el cual la trasladaron en secreto a Escocia, donde seguiría enterrada bajo un pilar de la iglesia de Rosslyn.
Una leyenda cuenta que el mandil de la Verónica, el paño con el cual esta mujer secó el rostro de Jesús cuando iba camino del Calvario y donde quedó impresa su imagen en sangre, fue encontrado por el templario Robert de Cari, durante la cuarta cruzada, en 1204 en la iglesia de Blanquerna de Constantinopla. La leyenda supone que este paño era el verdadero Santo Grial porque en él estaba impresa la imagen sangrante de Cristo. El mandil estaba colgado en esta iglesia de una cadena de plata, y los templarios habrían copiado esa imagen del rostro de Jesús dando origen al bafomet.
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