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jueves, 23 de diciembre de 2010

Edificios templarios en España: IIIª parte


Desde la encomienda de Barcelona, retomamos nuevamente el apartado dedicado a los edificios templarios en España. Para ello hemos seleccionado el siguiente texto publicado en el libro “Codex Templi” del autor madrileño, D. Juan Ignacio Cuesta Millán.

Desde este humilde rincón deseamos que su contenido os sea ilustrativo.

Detalle de las pinturas del interior de la ermita de San Baudelio de Berlanga.

Torres del Río

La iglesia del Santo Sepulcro de Torres del Río (siglo XII), en Navarra, es muy semejante a la ermita de Nuestra Señora de Eunate. Se trata de un templo muy austero: se prescinde voluntariamente de la ornamentación para que el adepto que aspira a la iniciación no se distraiga y permanezca atento a las fuerzas que vibran en su interior, que no son otras que las mismas que vibran a su alrededor.

Vale la pena detenerse en un motivo iconográfico de este templo: aparecen serpientes a las que unos pájaros susurran al oído, y esta imagen parece remitir a los grandes secretos en materia de construcción que eran transmitidos oralmente de unos compañeros a otros. Por otra parte, las serpientes están relacionadas con las fuerzas de la Tierra. En un capitel aparecen las Santas Mujeres ante un sepulcro vacío; es casi idéntico al que existe en San Miguel, en Beleña de Sorbe. Se repite así uno de los temas más recurrentes de la iconografía de la época: la resurrección de Cristo. Desde el punto de vista simbólico, esa imagen representaría la muerte iniciática, la que permite acceder a una realidad superior, ante la atenta mirada de las fuerzas inspiradoras del alma, representadas por la Madre y ¿la Esposa? En realidad, no puede afirmarse taxativamente que ésa sea la interpretación adecuada, porque el pensamiento medieval fue tallado en estas piedras en un lenguaje perdido hace mucho tiempo; el investigador apenas puede remitirse a la intuición y a la sospecha de que tras lo que se ve, siempre hay mucho más.

En el interior de la iglesia de Torres del Río, una cruz e la Orden del Santo Sepulcro nos hace pensar en que la inspiración obtenida de él por los Caballeros del Temple está presente en muchos puntos de la geografía española.

San Baudelio de Berlanga

La arquitectura sagrada alcanza elevadísimos niveles de perfección en este templo mozárabe del siglo X. Se trata de uno de los edificios sagrados más singulares y ricos simbólicamente de cuantos existen. Todo esto es imperceptible desde fuera, puesto que se trata de una construcción muy sencilla. Nada desde fuera permite adivinar la riqueza que se encuentra en su interior, aunque, en este caso, gran parte de ella sólo sea apreciable por su impronta, y no por su presencia, debido a la desidia y la irresponsabilidad humanas.

El viajero que entra en la pequeña iglesia o ermita de San Baudelio de Berlanga (actual provincia de Soria) se ve sorprendido por una gran columna central que se eleva hacia el techo, como un árbol o palmera de la que parten los ocho nervios que sostienen el edificio. Junto a esta columna pueden apreciarse los restos de una pila bautismal. Esta columna, presente en catedrales, iglesias y ermitas, es una representación del Árbol de la Sabiduría que nace en medio del lago; sus aguas purifican y despiertan al adepto. Así lo hizo San Juan Bautista con Jesús de Nazaret. Las palmeras permanecían en el recuerdo de los muzárabes: es la memoria de los antiguos tiempos, cuando eran nómadas y se detenían frecuentemente en los oasis. Desde luego, este Árbol de la Vida es también el eje que sujeta el Cielo.

Este templo es mitad mezquita, mitad iglesia. Aún conserva el lugar desde donde el muecín iniciaba los rezos de la comunidad. Cuando la ermita se “cristianizó”, ese preciso lugar debió de albergar un púlpito. Una tribuna, a la que se accede por una escalera, se sujeta sobre una magnífica arquería de tipo árabe que recuerda a la mezquita de Córdoba. Al final de esta arquería se abre la inevitable galería subterránea que conduce al lugar sagrado, vivienda de un imprescindible anacoreta que santificó el lugar. Tiene también una capilla con un altar, situado allí mucho después de que fuera construida.

Tres elementos singulares convierten este sencillo lugar en el paradigma de los edificios sagrados, por encima, incluso, de una “mala” catedral (exceptuamos aquí Chartres, Sigüenza, Burgos y semejantes).

El primero es que este lugar es la verdadera “Capilla Sixtina” del románico, aunque tradicionalmente, en la pintura románica, se aplique ese calificativo a San Isidoro de León. La decoración pictórica de San Baudelio de Berlanga es una de las más antiguas del arte románico hispánico (primera mitad del siglo XI). Sin embargo, de las pinturas originales queda muy poco, porque la mayoría fueron extraídas de la pared en 1926 para venderlas a colecciones particulares. Muchas de ellas se encuentran en Estados Unidos. Las mejores, que representan temas venatorios, se hallan actualmente en diversos museos norteamericanos y en el Museo del Prado (cedidas por el Metropolitan Museum of Art de Nueva York). No obstante, aún puede observarse la impronta de las pinturas y algunos restos que no pudieron ser arrancados, en los nervios superiores y en la parte inferior de la escalera. Este expolio puso al descubierto un par de cruces parecidas a las que empleó posteriormente el Temple y que se utilizaban en tiempos muy antiguos para sacralizar los santuarios.

La segunda peculiaridad de este templo es una cámara emplazada en la parte superior de la iglesia, sobre la columna, y oculta por los nervios o “ramas” de la “palmera”. Ángel Almazán propone el nombre de “Huevo Filosófico” –símbolo cósmico que se encuentra en la mayoría de las tradiciones, desde la India a los druidas- para designar este elemento arquitectónico. Se trata de un lugar donde se concentra todo el poder del edificio al servicio de quien se encuentre en su interior. Es un mecanismo sencillo, pero capaz de proyectar al adepto hasta un plano espiritual cercanísimo a Dios.

El tercer aspecto relevante es su poderosa acústica. El más leve susurro se transforma aquí en una vibración resonante que se difunde a cada rincón del templo, impregnándolo todo, pero, sobre todo, a quienes lo emiten. El canto mozárabe en este lugar debió de ser absolutamente impresionante.

En San Baudelio, por supuesto, no falta el manantial místico, donde fluyen aguas poderosas, como las de San Juan de la Peña o las del priorato de San Frutos del Duratón. La necrópolis ofrece un buen muestrario de tumbas antropomorfas; ello demuestra, una vez más, que muchos individuos encontraron en este emplazamiento poderosísimas razones para elegirlo como última morada.

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