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lunes, 20 de diciembre de 2010

La vida de Jesucristo: la Natividad


Una vez concluidas las cuatro semanas de Adviento, hoy lunes da comienzo la semana llamada “Feria de Adviento” que precede a la Natividad de Nuestro Señor.

Por ello hemos creído conveniente recuperar un texto del teólogo protestante J.R.Porter donde nos da su visión sobre la Natividad que recoge en su libro cuya versión española se titula “Jesucristo”

Desde la encomienda de Barcelona, deseamos que su contenido sea de vuestro agrado.

La Adoración de la Virgen (Jan Gossaert, año 1508)

Tanto Lucas como Mateo presentan los hechos que rodean el nacimiento de Jesús desde su propio punto de vista, pero los aspectos básicos en los que coinciden, apuntan a que existía una fiable tradición anterior a ambos. La versión de Mateo del nacimiento de Jesús es comparativamente breve e insípida: sólo constata que Jesús nació, sin acompañar el relato de ningún detalle. No obstante, no se trata únicamente de un relato de los hechos, sino de una interpretación teológica de o sucedido que refleja ideas presentes en las Escrituras hebreas. Por ejemplo, el mensajero divino aparece en un sueño, un medio habitual en la Biblia para las revelaciones divinas.

Además, Mateo explica el significado del nombre Jesús de forma muy similar a cómo con frecuencia las Escrituras hebreas indican el significado especial de los nombres de pila. Jesús (del hebreo Yeshu o Yeshua) es una forma de “Joshua”, que significa “Yahweh Salva”, de manera que el hijo de María se llama así porque “él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1, 21).

Una característica del Evangelio según Mateo son las frecuentes citas del evangelista de las profecías bíblicas que considera cumplidas en Jesús y su obra.

Esto es especialmente destacable en los primeros capítulos, donde hay por lo menos cinco. El propósito de la cita de Isaías en la historia del nacimiento (Mt 1, 23) no sólo es confirmar la concepción virginal de María, sino también aportar otro significativo nombre de Jesús, “Emmanuel”. El autor lo tradujo para los lectores de habla griega como “Dios está con nosotros”, probablemente para indicar una relación especial entre Dios y Jesús, el representante de Dios.

Para Mateo, el principal protagonista de la historia de la Natividad, y en los sucesos acaecidos inmediatamente después del nacimiento de Jesús, es José. Él dio nombre al niño, un hecho muy significativo en la Biblia hebrea y para el judaísmo en general, mientras que en Lucas es María la que pone el nombre. La narración está dedicada prácticamente por completo a las dudas de José sobre el matrimonio propuesto y cómo éstas son disipadas. Quizás Mateo desarrolla una tradición de origen judeocristiano, que es la de presentar a José como un judío típicamente devoto, cuidadoso en la observancia de la ley judía y las costumbres de su fe. En Mateo se le presenta claramente como el cabeza de familia patriarcal judío, que así podría considerarse como el padre de Jesús, fuese cual fuese su verdadera relación biológica con su hijo.

En el relato de la Natividad de Lucas es un conmovedor texto de considerable belleza que siempre ha atraído a escritores y artistas posteriores. Con la combinación de la imaginación poética y la interpretación teológica, está compuesto cuidadosamente con la característica narrativa del autor, a partir de una serie de idílicas escenas impregnadas del ambiente de las Escrituras hebreas. La introducción a todo el evangelio está escrita en un buen griego clásico, pero el estilo del autor cambia radicalmente y se llena de semitismo y alusiones bíblicas, aunque Lucas no cita directamente las Escrituras del modo que lo hace Mateo. En alguna ocasión se ha insinuado que esta primera sección del Evangelio según Lucas se basa en una fuente original hebrea o aramea, pero sus paralelismos y resonancias lingüísticas se corresponden con el Septuaginto, la versión griega de la Biblia hebrea, más que con el original, y la narrativa parece más una creación literaria del propio evangelista.

Una característica distintiva de la historia de la Natividad de Lucas es su estrecha proximidad con la historia del nacimiento de Juan el Bautista. Los dos relatos coinciden directamente en el encuentro de María con Isabel, a la cual se refiere como su pariente. Asimismo, los dos relatos tienen una forma común, basada esencialmente en varias leyendas bíblicas en las que un ángel promete un hijo a una mujer estéril.

Que Jesús estaban en cierta manera estrechamente conectado con Juan y que el bautismo de Jesús fue muy importante en su propia vida, es uno de los hechos de base más sólida sobre Jesús. El propósito de Lucas, quizás basado en una tradición de la época entre los discípulos del Bautista, parece haber sido mostrar que los dos hombres estaban unidos desde el preciso momento de su concepción y que se les había traído juntos como parte de un gran plan divino. Sin embargo, al igual que el resto de los evangelistas, Lucas también quiere dejar bien clara la superioridad de Jesús, la cual es conocida tanto por Isabel como por el hijo que lleva en su vientre (Lc 1, 41-42). La especial contribución de Lucas consiste en afirmar que esto se sabía desde el principio.

María es primordial en la narración de Lucas y sus primeros capítulos se han descrito apropiadamente como “el evangelio de María”. Es a ella a la que se le aparece Gabriel y ella la que va a ver a Isabel como mensajera de la salvación. Se menciona su purificación después del parto y el recto Simeón le dirige una profecía especial (Lc 2, 34-35).

Más adelante, María tomó la iniciativa de hablar a su hijo cuando estaba perdido y finalmente se encontró entre los maestros del Templo (Lc 2, 48). Se la representa como la sierva del Señor, perfectamente obediente, el modelo ideal de la disciplina cristiana. En dos ocasiones, el evangelista hace hincapié en que María atesoraba todo lo que había oído y visto y lo guardaban en su corazón (Lc 2, 19; 51) –probablemente como afirmación implícita de que le conocimiento de lo que escribe llegó a través de ella-. No es imposible que Lucas dé su propia versión de las tradiciones que se remontan hasta María.

La presentación de Lucas incluye dos cánticos poéticos conocidos como el Magnificat (Lc 1, 46-35) y el Benedictus (Lc 1, 68-79). Muy probablemente los compuso el propio evangelista y están basados en una serie de versos del Septuaginto (la versión griega de la Biblia hebrea). En ellos se celebra la redención del antiguo pueblo de Dios, Israel. El Benedictus habla de Juan como profeta que prepara el camino para el Señor. En el Magnificat –la posición del cual probablemente sugerida por la de la canción de Hannah, la madre del profeta Samuel (1 Sam 2, 1-10) – María es la figura a la que todas las generaciones futuras llamarán bienaventurada.

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