Desde la
encomienda de Barcelona queremos compartir con todos vosotros las palabras que
el Santo Padre, tras la lectura del evangelio en la festividad de los pilares
de la Iglesia ,
el día de San Pedro y San Pablo, dirigió sus reflexiones a todos los allí
congregados.
Cabe destacar
la sencillez de las palabras que Benedicto XVI utiliza, para detallar los
aspectos fundamentales en la elección de los apóstoles Pedro y Pablo, por parte
de Nuestro Señor Jesucristo.
Desde Temple
Barcelona, esperando que os guste, os ofrecemos íntegramente la noticia que
recibimos el lunes 2 de julio por parte del Servicio de Información Vaticana
(VIS).
Imagen de los
apóstoles Pedro y Pablo sosteniendo a la Iglesia.
Ciudad
del Vaticano, 29 de junio 2012 (VIS).-Esta mañana a las 9,00 en la basílica
vaticana el Santo Padre concelebró la Santa Misa con los nuevos arzobispos
metropolitanos a quienes impuso el palio. Como es habitual, en la festividad de
los Santos Pedro y Pablo, patronos de Roma, estuvo presente en la celebración
una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla. Intervino en la Santa Misa el Coro de
Westminster Abbey a quien el Papa agradeció su participación.
Después
de la lectura del Evangelio el Papa pronunció la homilía de la que reproducimos
amplios fragmentos:
“La
tradición cristiana siempre ha considerado inseparables a san Pedro y a san
Pablo: juntos, en efecto, representan todo el Evangelio de Cristo (...) Pedro y
Pablo, aunque humanamente muy diferentes el uno del otro, y a pesar de que no
faltaron conflictos en su relación, han constituido un modo nuevo de ser
hermanos, vivido según el Evangelio, un modo auténtico hecho posible por la
gracia del Evangelio de Cristo que actuaba en ellos. Sólo el seguimiento de
Jesús conduce a la nueva fraternidad: aquí se encuentra el primer mensaje
fundamental que la solemnidad de hoy nos ofrece a cada uno de nosotros, y cuya
importancia se refleja también en la búsqueda de aquella plena comunión, que
anhelan el Patriarca ecuménico y el Obispo de Roma, como también todos los
cristianos”.
“En
el pasaje del Evangelio de san Mateo que hemos escuchado hace poco, Pedro hace
la propia confesión de fe a Jesús reconociéndolo como Mesías e Hijo de Dios; la
hace también en nombre de los otros apóstoles. Como respuesta, el Señor le
revela la misión que desea confiarle, la de ser la “piedra”, la “roca”, el
fundamento visible sobre el que está construido todo el edificio espiritual de la Iglesia Pero ¿de qué
manera Pedro es la roca? ¿Cómo debe cumplir esta prerrogativa, que naturalmente
no ha recibido para sí mismo? El relato del evangelista Mateo nos dice en
primer lugar que el reconocimiento de la identidad de Jesús pronunciado por
Simón en nombre de los Doce no proviene 'de la carne y de la sangre', es decir,
de su capacidad humana, sino de una particular revelación de Dios Padre. En
cambio, inmediatamente después, cuando Jesús anuncia su pasión, muerte y
resurrección, Simón Pedro reacciona precisamente a partir de la “carne y sangre”:
Él “se puso a increparlo: … Señor eso no puede pasarte” Y Jesús, a su vez, le
replicó: “Aléjate de mí, Satanás. Eres para mí piedra de tropiezo”. El
discípulo que, por un don de Dios, puede llegar a ser roca firme, se manifiesta
en su debilidad humana como lo que es: una piedra en el camino, una piedra con
la que se puede tropezar”.
“Así
se manifiesta la tensión que existe entre el don que proviene del Señor y la
capacidad humana; y en esta escena entre Jesús y Simón Pedro vemos de alguna
manera anticipado el drama de la historia del mismo papado, que se caracteriza
por la coexistencia de estos dos elementos: por una parte, gracias a la luz y
la fuerza que viene de lo alto, el papado constituye el fundamento de la Iglesia peregrina en el
tiempo; por otra, emergen también, a lo largo de los siglos, la debilidad de
los hombres, que sólo la apertura a la acción de Dios puede transformar”.
“En
el Evangelio de hoy emerge con fuerza la clara promesa de Jesús: 'el poder del
infierno', es decir las fuerzas del mal, no prevalecerán (...) Pedro ha de ser
protegido de las 'puertas del infierno' del poder destructor del mal (...) Es
confortado con respecto al futuro de la Iglesia , de la nueva comunidad fundada por
Jesucristo y que se extiende a todas las épocas, más allá de la existencia
personal del mismo Pedro”.
“Pasemos
ahora al símbolo de las llaves, que hemos escuchado en el Evangelio (...) La
llave representa la autoridad sobre la casa de David. Y en el Evangelio hay
otra palabra de Jesús dirigida a los escribas y fariseos, a los cuales el Señor
les reprocha de cerrar el reino de los cielos a los hombres. Estas palabras
también nos ayudan a comprender la promesa hecha a Pedro: a él, en cuanto fiel
administrador del mensaje de Cristo, le corresponde abrir la puerta del reino
de los cielos, y juzgar si aceptar o excluir. Las dos imágenes – la de las
llaves y la de atar y desatar – expresan por tanto significados similares y se
refuerzan mutuamente (...) El paralelismo 'en la tierra… en los cielos'
garantiza que las decisiones de Pedro en el ejercicio de su función eclesial
también son válidas ante Dios”.
“La
autoridad de atar y desatar consiste en el poder de perdonar los pecados. Y
esta gracia, que debilita la fuerza del caos y del mal, está en el corazón del
misterio y del ministerio de la Iglesia. Ella La Iglesia no es una
comunidad de perfectos, sino de pecadores que se deben reconocer necesitados
del amor de Dios, necesitados de ser purificados por medio de la Cruz de Jesucristo. Las
palabras de Jesús sobre la autoridad de Pedro y de los Apóstoles revelan que el
poder de Dios es el amor, amor que irradia su luz desde el Calvario”.
“La
tradición iconográfica representa a san Pablo con la espada, y sabemos que ésta
significa el instrumento con el que fue asesinado. Pero, leyendo los escritos
del apóstol de los gentiles, descubrimos que la imagen de la espada se refiere
a su misión de evangelizador (...) No es ciertamente la batalla de un caudillo,
sino la de quien anuncia la
Palabra de Dios, fiel a Cristo y a su Iglesia, por quien se
ha entregado totalmente. Y por eso el Señor le ha dado la corona de la gloria y
lo ha puesto, al igual que a Pedro, como columna del edificio espiritual de la Iglesia ”.
“Queridos
Metropolitanos: el palio que os he impuesto, os recordará siempre que habéis
sido constituidos en y para el gran misterio de comunión que es la Iglesia , edificio
espiritual construido sobre Cristo piedra angular y, en su dimensión terrena e
histórica, sobre la roca de Pedro. Animados por esta certeza, sintámonos juntos
cooperadores de la verdad, la cual –sabemos– es una y 'sinfónica', y reclama de
cada uno de nosotros y de nuestra comunidad el empeño constante de conversión
al único Señor en la gracia del único Espíritu”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario