Desde la encomienda de Barcelona, como cada
lunes, queremos seguir meditando con todos vosotros el evangelio dominical de
ayer 16 de septiembre.
Desde Temple Barcelona os animamos a su
profunda reflexión para continuar con el legado de Nuestro Señor Jesucristo.
Jesús salió con
sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les
preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".
Ellos le
respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y
otros, alguno de los profetas".
"Y
ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el
Mesías".
Jesús les
ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.
Y comenzó
a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los
ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte
y resucitar después de tres días;
y les
hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a
reprenderlo.
Pero
Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo:
"¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los
de Dios, sino los de los hombres".
Entonces
Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: "El que
quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me
siga.
Porque el
que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia , la
salvará”. (Mc, 8 27-35)
Reflexión:
Esta
vez San Marcos nos explica cómo Jesús se interesaba por las creencias de sus
discípulos. Muchos fueron los exámenes y las reprimendas a las que sometió a
los suyos para poner a prueba sus fuerzas. ¡Y es que no hay nada más duro que
renunciar de uno mismo! Máxime cuando además debes cargar con la mochila de las
penas y sufrimientos, representados en la cruz. Eso sí, Jesús no se olvida de
recordarles el regalo que conlleva ese gran dolor, la salvación de sus vidas.
Plegaria:
¡Señor!
Enséñanos a no tener miedo de seguirte, de padecer las burlas, el insulto, el
rechazo. Más bien, haznos merecedores de Ti, ayúdanos a soportar el dolor que
lleva a la Salvación.
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