Desde la
encomienda de Barcelona volvemos a compartir un lunes más, la meditación del
evangelio dominical de ayer 18 de noviembre, donde se recoge una profecía del
evangelio de San Marcos.
Desde
Temple Barcelona deseamos que su reflexión os sea beneficiosa.
‘En ese tiempo, después de esta
tribulación, el sol se oscurecerá, la luna dejará de brillar,
las estrellas caerán del cielo y los astros se conmoverán.
Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria.
Y él enviará a los ángeles para que congreguen a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del horizonte.
Aprendan esta comparación, tomada de la higuera: cuando sus ramas se hacen flexibles y brotan las hojas, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano.
Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el fin está cerca, a la puerta.
Les aseguro que no pasará esta generación, sin que suceda todo esto.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
En cuanto a ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre’.(Mc 13, 24-32)
las estrellas caerán del cielo y los astros se conmoverán.
Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria.
Y él enviará a los ángeles para que congreguen a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del horizonte.
Aprendan esta comparación, tomada de la higuera: cuando sus ramas se hacen flexibles y brotan las hojas, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano.
Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el fin está cerca, a la puerta.
Les aseguro que no pasará esta generación, sin que suceda todo esto.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
En cuanto a ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre’.(Mc 13, 24-32)
Reflexión:
El evangelista Marcos,
siguiendo las Antiguas Escrituras, nos brinda una enigmática profecía de Jesús,
con cierta similitud a la del profeta Daniel: “Yo oí sin entender y pregunté: -Mi Señor, ¿cuál será el desenlace? Me
respondió: -Vete, Daniel. Las palabras están guardadas y selladas hasta el momento
final”. (Dan 12, 8-9) De esta forma se entiende la afirmación de Jesús
cuando dice: “El cielo y la tierra
pasarán, pero mis palabras no pasarán”. La
palabra de Dios, en forma de promesa liberadora del pueblo de Israel, acaba por
convertirse con Jesucristo en la acción del perdón de los pecados, por no
seguir los preceptos del Padre. Jesús, como también anteriormente lo hicieran
los profetas israelíes, nos explica que si las personas nos apartamos del
camino que el Señor nos propone, éstas acabarán cayendo en desgracia. Sus
gobernantes sucumbirán a la ambición y al egoísmo, desconociendo el verdadero
significado de la justicia. La salvación de las almas sólo será posible si no
nos olvidamos de amar. Aquéllos que aman, esos son los elegidos.
Plegaria:
¡Señor! No permitas
que dejemos de amarnos para poder llevar a cabo tus designios. Ilumínanos para
que podamos conocer la sabiduría y obrar con la justicia que emana del Reino,
porque tuyo es el poder y la gloria.
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