Desde la encomienda de
Barcelona seguimos la senda de los rincones donde se desarrolló alrededor del
río Ebro, la Orden
del Temple. Hemos recogido un nuevo texto del escritor y periodista granadino, residente
en la localidad barcelonense de Santa Perpètua de Mogoda, D. Jesús Ávila
Granados, de su obra “Templarios en las Tierras del Ebro”. Esta vez viajamos
hasta la villa tarraconense de Rasquera, donde podremos disfrutar de sus
envolventes paisajes.
Desde Temple Barcelona
os convidamos a participar de este entretenido camino narrativo.
Fotografía
del “Teix de Cosp”
Rasquera, Ribera
d’Ebre, Tarragona
Rasquera,
gracias a su privilegiada situación y a la benignidad del clima, ha estado
tierra de acogida de pueblos y personas desde tiempos prehistóricos; el pueblo
se alza en el extremo SO de la comarca, sobre la ribera izquierda del Ebro. La
geografía del municipio es escarpada, como consecuencia de dos profundos
barrancos: el de la Roja
y el de Pedaletes, ramificados por sus afluentes.
La
conquista cristiana de este lugar también fue a cargo del conde Ramón Berenguer
IV, el cual no dudó de establecer y firmar la carta de donación de la
población, concediendo a Rasquera tierras, torres de vigía, alquerías, molinos
y granjas en ambas riberas del Ebro, y citando expresamente su fortaleza, como
una plaza militar, el recinto del cual cedió a la Orden del Temple, para que
fuese regida según las directrices establecidas por el Llibre dels costums de la
Batllia de Miravet (Libro de las costumbres del Bailiazgo de
Miravet); fue el año 1153.
La
fortaleza de Rasquera, situada sobre la ribera izquierda del curso inferior del
Ebro, mantuvo una estrecha relación con los templarios, incluso después que la Orden , al comienzo del siglo
XIII, decidiese enfeudar Rasquera a tres señores de la zona: Joan de Ferriol,
Guillem de Tortosa y Durand de Pomar, para su repoblación. El pueblo, no
obstante, decidió libremente mantenerse en situación de señorío directo, pero
sin perder los vínculos con Miravet. Gracias a esto, y con una dependencia
hacia el Temple sin ataduras, las tres comunidades socioculturales de Rasquera
mantuvieron un clima de respeto y diálogo ejemplares, bajo la vigilancia a
media distancia de los templarios. Los hospitalarios fueron los nuevos señores
de Rasquera, después de la caída en desgracia del Temple. Las herencias
templarias en esta villa son la fortaleza superior, la celebración de la
festividad de Santa Águeda, el paraje llamado fuente del Teix y probablemente
los orígenes cenobíticos de Cardó.
En
lo que al balneario de Cardó concierne, célebre por sus saludables Aguas de
Cardó, se accede desde la población. Se trata de un monasterio del siglo XVII,
que fue convertido en cenobio carmelito a finales del siglo XIX, coincidiendo
con la construcción de la iglesia moderna de Rasquera, envuelta por un paraje
de singular belleza natural.
Otro
lugar de visita obligada dentro del término municipal es la font del Teix, un
paraje de excepcional belleza al cual se llega desde el pueblo, en un recorrido
de 8,5km, a través del camino dels Frares, para poder contemplar la fuente y
cueva de la Portella ,
la font de la Múrria
y el teix de Cosp, con la citada fuente del Teix como meta final. En los
alrededores de la fuente del Teix encontraremos juncos, tréboles, pinos negros,
hurones y, de manera especial, tejos; precisamente la fuente debe su nombre al
árbol de 4m de diámetro, el escamoso tronco del cual ofrece sombra a los
visitantes y también a los pastores que llevan su rebaño hasta aquí para
abrevar. Se trata de un recorrido por el municipio de Rasquera de gran carga
energética y riqueza espiritual; recordemos que el tejo (Taxus baccata) fue una
de las especies botánicas sagradas para los celtas, los sacerdotes de la cual (llamados
druidas) se reunían en un claro del bosque, y cerca de una fuente, con el
objetivo de celebrar sus ritos y ceremonias; también los magos templarios a su
debido tiempo, recogieron la sabiduría en estos enclaves de fuerza. El
manantial siempre ha dado una agua fresca y cristalina; el chorro brota en la
sombra de este monumental árbol.
Desde
el cerro donde está el andamio de la ermita de Sant Domènec, el visitante no
sólo podrá contemplar, a vista de pájaro, el conjunto urbano de Rasquera, sino
también, en la lejanía, y mirando en dirección NO, el acantilado fluvial sobre
el cual se alza el castillo de Miravet, que constituye una referencia obligada
de la Orden del
Temple en todas las tierras que baña el curso inferior del Ebro.
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