Por fr.++Ramón Villar
Hoy martes 18 de
marzo de 2014, conmemoramos el 700º Aniversario de la ignominiosa ejecución del
Gran Maestre templario, Jacques de Molay, orquestada por un rey codicioso y sin
escrúpulos, Felipe IV, el Hermoso, con la ayuda cobarde y sumisa de su
marioneta pontificia, el papa Clemente V.
Para tal conmemoración
centenaria, como podéis observar, hemos diseñado una cabecera ilustrativa
preparada para la ocasión y que encabezará el blog desde hoy 18 de marzo, hasta
el día 25 de diciembre de este mismo año. Fecha, esta última, donde los
templarios celebramos dos acontecimientos importantes, evidentemente el
principal es la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo y el otro es el día que conmemora la fundación de la Orden del Temple, allá por el año 1119
con el nombre original de “Orden de los
Pobres Soldados de Jesucristo”, cuyo primer Gran Maestre fue Hugo de Payns.
Pero la voluntad de
un rey, un maldito monarca como fue Felipe IV, no puede de ninguna forma
equipararse a los designios de Dios. Y a pesar de que el dirigente francés se
salió con la suya, ciertamente la victoria le duró poco, concretamente 256
días; ya que el 29 de noviembre de ese mismo año, falleció. Lo mismo le sucedió
anteriormente al papa Clemente V, que el 20 de abril, 33 días después de la
muerte del Gran Maestre templario, murió de muerte
súbita cuando se dirigía a Burdeos a tomar baños terapéuticos.
Durante estos 700
años, la orden templaria ha continuado viva hasta nuestros días. Ciertamente,
podríamos decir, que desde la clandestinidad. Pero eso no quita, que los hermanos
que se han perpetuado desde entonces, no hayan vivido en paz con el Altísimo;
más bien al contrario, porque a los ojos de Él, los templarios son inocentes de
las falsas acusaciones arrojadas contra ellos. Por tanto, ningún sello papal,
utilizado de manera tan vil, puede contravenir el juramento dado por los
caballeros templarios ante las Sagradas Escrituras.
De la misma forma,
ese juramento fraternal llevado a cabo desde 1314 hasta la actualidad, debe
cobrar más fuerza, si cabe, para defender a todo aquél, que haya sido
injustamente tratado. Recordad lo que nos dijo Nuestro Señor Jesucristo y que
recogió su discípulo Mateo en el Sermón
de la Montaña: “Bienaventurados
seréis cuando os vituperaren y os persiguieren y dijeren de vosotros todo mal
por mi causa, mintiendo. Gozaos y alegraos; porque vuestra merced es grande en
los cielos; que así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros.”(Mt
5, 11-12).
El veredicto de la
historia, con ayuda de los documentos encontrados y la interpretación dada por
numerosos historiadores especializados en la Edad Media, coinciden en indicar
que el Temple fue acusado falsamente para esquilmarlo de sus bienes. Pero esto
no debe cegarnos y pensar que la Orden del Temple no cometió errores, pues como
dijo Séneca: errare humanum est
[errar es de humanos] y los errores pueden llevar al pecado, y de todos es
sabido que el pecado lleva a la condenación.
Humildemente, debemos
aceptar que Nuestro Señor, permitió que estos lamentables hechos se llevasen a
cabo bajo el amparo del sucesor de Pedro. ¿No permitió acaso el Altísimo que el
Sanedrín, aquéllos que defendían la Torá, atormentaran, golpearan, mancillaran
y crucificaran, finalmente, a su Hijo en la cruz? Si ese sacrificio tan grande
y doloroso debía cumplirse para que la humanidad se salvase de la condenación
eterna, ¿no deberíamos pensar que nuestros hermanos, pecadores como nosotros,
granos de tierra comparados con la grandeza del Salvador, quizás fueran
elegidos por Él para algún fin que desconocemos?
Sea como fuere,
debemos continuar abrazando la cruz, esa cruz roja que representa a la sangre
derramada en el madero y que debe recordarnos que los hombres debemos luchar
contra las injusticias y defender a los más necesitados del mal y la codicia,
la misma que sufrieron en sus carnes nuestros hermanos mayores.
Para finalizar este
post, indicaros que en la parte inferior derecha de la cabecera, hemos creado
un enlace donde podréis encontrar información sobre cómo se produjo el proceso
llevado a cabo a los templarios.
Desde Temple
Barcelona, esperamos que su contenido os sea de provecho.
Non
Nobis Domine Non Nobis Sed Nomini Tuo Da Gloriam
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