Desde la Encomienda
de Barcelona volvemos con la intención de compartir con todos vosotros unas breves
leyendas templarias que se publicaron en el libro “Codex Templi”. Como muchas
de las leyendas españolas sobre la Orden del Temple, al igual que la del
templario de Castillejo de Robledo, la Orden se convierte en sinónimo de
venganza y conqueteo con la brujería. El investigador valenciano D. Santiago
Soler Seguí, nuevamente nos acerca a esas leyendas difuntas y tenebrosas.
Desde Temple
Barcelona esperamos que os agraden.
Portada de Codex
Templi
Otro
relato castellano representativo de la tradición legendaria templaria tiene
como escenario el puerto de Fuenfría y el Pinar de Valsaín, un agreste paraje a
caballo entre las provincias de Madrid y Segovia. Esta leyenda puede leerse,
por ejemplo, en Madrid, cuentos, leyendas y anécdotas (Silex, Madrid, 2002;
volumen II), de Javier Leralta.
No
lejos de estos agrestes parajes de Valsaín y la Fuenfría, justo al lado de la
calzada romana, se encuentran las ruinas del antiguo convento de Casarás. (Todo
sea dicho: nunca se han encontrado pruebas de que dicho convento perteneciera
al Temple. Es de extrañar que los templarios ordenaran construir un convento o
encomienda para la defensa de los peregrinos en este lugar, puesto que eran muy
escasos los viajeros que transitaban por este camino de la Fuenfría en el siglo
XIV; ni siquiera los bandidos y pillastres paraban en estas sierras, ya que
éste era un camino de soldados y cortesanos). A pesar de la inconsistencia
histórica, en el pinar de La Acebeda se sigue recordando una leyenda que mezcla
los fabulosos tesoros del Temple con los amoríos del senescal de la Orden y una
joven condesa y dama de la corte que pasaba una temporada en el palacio de
Valsaín.
Se
trata de la leyenda del convento de Casarás y la cueva del Monje.
Corría
el año 1306. La Orden del Temple comenzaba a sufrir un angustioso proceso que
acabaría con la abolición de la Orden años después. En Castilla, temiendo lo
peor, se nombra gran senescal de la Orden al caballero Hugo de Marignac. Desde
ese momento, Marignac es el único sabedor del lugar donde se encuentra oculto
el enorme tesoro de los templarios.
Pero
ocurrió que Hugo de Marignac quedó prendado de una dulce condesa que se
encontraba al servicio de la reina de Castilla. A pesar de los requiebros del
templario, la dama rechazó al senescal, ya que ésta esperaba, melancólica, el
regreso de su amado ausente.
Desesperado
ante la firmeza de la condesita, Hugo de Marignac decidió pedir consejo a un
brujo que habitaba una misteriosa cueva del valle de El Paular.
Se
decía de este brujo que era un maestro de hechicería y los conjuros. Hombre
solitario y ambicioso, conocedor de la magia negra y los sacrificios, no dudaba
en cabalgar por toda la comarca en su brioso corcel negro; dicen que raptaba a
jóvenes doncellas y que las cubría con su capa negra para acallar sus gritos de
horror y de súplica.
Todo
estaba preparado en la cueva del Monje. Extraños amuletos colgaban del techo y
una hoguera iluminaba con misteriosas luces aquella cueva. Era ya noche cerrada
cuando Hugo de Marignac se presentó en la cueva del brujo. El templario estaba
dispuesto a revelar su gran secreto, a compartir el tesoro de la Orden si con ello
conseguía los favores de la joven dama.
El
mago negro accedió a sus pretensiones y comenzó su siniestro trabajo: después
de recitar varios conjuros, arrastró a una figura encapuchada para realizar el
sacrificio final y concederle al senescal sus deseos.
Por
orden del brujo, Hugo de Marignac hundió su espada en el corazón de la víctima.
El senescal creyó que el conjuro había concluido, que podría tener finalmente a
su joven condesa y corrió hacia su caballo mientras el brujo reclamaba el pago
por sus serivios.
Fue
entonces cuando Hugo de Marignac lo comprendió todo: la muchacha sacrificada no
era sino la joven condesa. Ya nunca podría gozar de su amor: Ciego de rabia,
Hugo de Marignac acabó con la vida del siniestro monje nigromante. El senescal
se quedó sin su amor y el brujo, sin su tesoro. Desde entonces, dicen que el
fantasma del enamorado templario y guardián de las fortunas de la Orden cabalga
por la comarca de Guadarrama, sin desvelar el lugar donde se encuentra el
maravilloso tesoro.
De
nuevo, el mal se presenta como un misterioso brujo adorador del demonio y
cabalga en su brioso corcel negro.
………
En
la provincia de Segovia, el buscador de leyendas templarias puede llegar hasta
Maderuelo. Esta villa, que se encuentra en lo alto de un cerro, en el límite
con las provincias de Soria y Burgos, está totalmente amurallada y su acceso
debe hacerse, como en las antiguas ciudades fortificadas, a través de un arco
medieval llamado la Puerta de la Villa. Estas tierras siempre fueron ricas en
agua y pastos, así que los distintos grupos que la poblaron le concedieron gran
importancia, desde tiempos anteriores a los celtíberos arévacos.
Pues
bien, en este lugar se encuentra la leyenda del maestre templario y la Vera
Cruz. Al parecer, la pervivencia actual de este relato tradicional se debe al
escritor e investigador Rafael Alarcón Herrera, que lo encontró en un antiguo
libro del siglo XVII. La leyenda hace alusión a la existencia de un fragmento
de lignum crucis de la Vera Cruz –la “cruz verdadera” en la que fue crucificado
Nuestro Señor Jesucristo-; esa reliquia sagrada, al parecer, fue custodiada por
los templarios de Maderuelo.
Ruinas del convento
de Casarás. Fotografía de Jonathan Gil
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