Desde la encomienda de Barcelona queremos compartir
con todos vosotros, como viene siendo costumbre, el evangelio de ayer domingo
28 de octubre. Esta vez el evangelista Marcos nos habla sobre el ciego que
desea ver.
Desde Temple Barcelona os invitamos a que meditéis
en privado este sagrado texto.
‘Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús
salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de
Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino.
Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!".
Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten piedad de mí!".
Jesús se detuvo y dijo: "Llámenlo". Entonces llamaron al ciego y le dijeron: "¡Ánimo, levántate! Él te llama".
Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él.
Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". El le respondió: "Maestro, que yo pueda ver".
Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado". En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.’ (Mc 10, 46-52)
Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!".
Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten piedad de mí!".
Jesús se detuvo y dijo: "Llámenlo". Entonces llamaron al ciego y le dijeron: "¡Ánimo, levántate! Él te llama".
Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él.
Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". El le respondió: "Maestro, que yo pueda ver".
Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado". En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.’ (Mc 10, 46-52)
Reflexión:
Como bien sabéis
existe un dicho que dice: “no hay más ciego que el que no quiere ver”, pues
bien, el mendigo ciego que se acerca a Jesús pidiéndole que pudiese ver lo hace
con el deseo de que el “Hijo de David” se apiade y lo libere de la oscuridad.
Esto podría parecernos un acto de egoísmo, pero no fue así, porque en
agradecimiento a su curación, el hijo de Timeo –Bartimeo-, continúo la senda
del Maestro para buscar la luz. Luz que antes que Jesús le sanase, no hubiera
podido contemplar.
Plegaria:
¡Señor! De igual forma
que te apiadaste del hijo de Timeo –Bartimeo-, te pedimos que con tu
misericordia nos liberes de la ceguera que no nos deja ver lo que realmente es
importante. Ayúdanos a sentir tu Palabra y que ésta la podamos transformar en
buenas acciones que sirvan para ayudar a los que más lo necesitan.
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