Desde la encomienda de
Barcelona volvemos a escribir sobre la repercusión que tuvo la Orden del Temple en las
fértiles tierras del río Ebro. Para ello
hemos seleccionado un nuevo texto del escritor y periodista granadino, acogido
en la provincia de Barcelona, D. Jesús Ávila Granados, de su obra “Templarios
en las Tierras del Ebro”.
Desde Temple Barcelona
estamos convencidos que su lectura os transportará al pasado..
Fotografía
de la iglesia parroquial de Sant Martí de Ginestar.
Ginestar, Ribera
d’Ebre, Tarragona
Ginestar,
en el centro meridional de la comarca, sobre la ribera izquierda del Ebro, es
uno de los pueblos más desconocidos de la provincia. El nombre recuerda la
abundancia de aliagas (Genista anglica L.)
en su término, arbusto de características flores amarillas, que florecen de
mayo a julio, de las ramas de las cuales, durante la edad media los templarios
obtenían un colorante amarillo limón para sus tejidos.
Esta
población tuvo una destacada importancia durante los siglos visigóticos, como
lo confirman las numerosas lápidas localizadas en su término. Después de la
conquista árabe (714), se convirtió en una influyente alquería andalusí,
conocida como un mas de la
Ginesta , formada por diversas masías diseminadas, sus
habitantes destacaron en las tareas agrarias. Con la conquista cristiana (a
mediados del siglo XII), Ginestar pasó a depender de los templarios, del próximo
Bailío de Miravet, en tiempos del maestre provincial Ponç de Rigalt. En 1206,
Ginestar recibió su Carta de Población; en agradecimiento, dos cruces de ocho
beatitudes aparecen en el escudo del pueblo. Los templarios también
incentivaron los oficios artesanales, amparando el colectivo mudéjar y
mejorando la calidad de vida de sus habitantes. Después, al comienzo del siglo
XIV, con la caída en desgracia del Temple, Ginestar pasó a los hospitalarios,
de la castellana Amposta, y las garantías de seguridad de los colectivos no
cristianos se tambalearon.
La
iglesia parroquial está dedicada a San Martín, un santo de clara referencia
ancestral, vinculado con los enclaves de energía establecidos por druidas
celtas. El templo actual es de época y de estilo barrocos (s. XVIII), edificio
de tres naves y crucero, distribuido a partir de una cruz latina –esencia del
temple anterior-, que fue iglesia templaria. La fachada pregona algunos
elementos vinculados con el Temple, entre los cuales una cruz de ocho
beatitudes blasonada que se alza sobre la llave del portal; en ambos lados,
rostros bafométicos y, encima de la
zona central del frontispicio, un curioso rosetón calado, con siete círculos de
piedra que forman el yin-yang, que vuelve a acercarnos al esoterismo templario.
Una cúpula octogonal se levanta sobre la zona superior de la unión entre las
naves. En el interior destacan las elevadas columnas laterales y arcos
apuntados; los ventanales abiertos en la zona del triforio favorecen una gran
luminosidad natural. La cúpula interior está considerada como una de las obras
más notables de esta comarca.
Al
final de la calle de San Isidro se encuentra la homónima ermita, dedicada al
santo que vela por las tareas agrícolas; es un santuario neoclásico del año
1617, decorado interiormente con pinturas de inspiración floral de gran
interés.
Y
en su término municipal, el visitante no se ha de perder los yacimientos
arqueológicos de los barrancos de San Antonio y de Gàfols. El primero (s.
IX-VII a.C.) ha aportado interesantes fragmentos de cerámica fenicia; y el
segundo, por la disposición de las viviendas, recuerda los castrums celtas del altiplano castellano. Ambos confirman el
incesante comercio que debió producir con los pueblos de ultramar durante la Protohistoria.
Antes de abandonar Ginestar os aconsejamos que hagáis la ruta
de la fuente del Aguador, fotogénico paraje natural al cual se llega por el
camino de les Devesses.
No hay comentarios:
Publicar un comentario