Desde la encomienda de
Barcelona continuamos con el apartado diseñado para indicaros, cuál fue la
misión del Padre Pío en sus años de vida terrena y cómo vivían aquellas
personas que le conocieron, durante la Santa
Misa cuando las oficiaba el santo de los estigmas
Precisamente por este
motivo, hemos recogido un nuevo texto de D. José Mª Zavala de su obra “Padre
Pío: Los milagros desconocidos del santo de los estigmas”, donde nos explica la
presencia de Jesucristo durante la ceremonia.
Desde Temple
Barcelona, os invitamos a gozar de sus obras.
‘Era
el centro y la fuente de toda su espiritualidad –consignaba Carol Wojtyla-: “En
la Misa –solía decir
el Padre Pío- estaba todo el Calvario”. Los fieles consagrados en torno a su
altar quedaban profundamente impresionados por la intensidad de su inmersión en
el Misterio, y percibían que el Padre participaba personalmente en los
sufrimientos del Redentor’.
Domenico
Mirizzi, capuchino misionero en Mozambique, proveniente de los Grupos de
Oración del Padre Pío, me recuerda en Roma lo que éste solía decir a propósito
del sacerdote: “Si yo hubiese sabido, antes de ordenarme, qué significaba
realmente serlo jamás hubiese aceptado, pues él mata a Jesús sobre el altar
cada día”.
En
el convento de San Giovanni, a escasos metros de donde el Padre Pío celebraba la
Santa Misa , fray Paolo Covino revive ahora
la infinita agonía del Gólgata:
“Era
todo un acontecimiento. Tan sólo dos minutos después de que el Padre Pío
abriese las puertas de la iglesia, reinaba ya el máximo silencio. Se quitaba
los guantes y me los entregaba. Luego, sonaba la campana. San Francisco iba
delante, seguido de muchos santos franciscanos; a continuación venía la Virgen con legiones de
ángeles. Iniciada la Misa ,
cuando el Padre Pío entonaba el Mea Culpa,
se golpeaba el pecho tan fuerte que se oía en toda la iglesia, como si fuese el
mayor pecador del mundo. Durante la celebración, el Padre Pío era flagelado y
coronado de espinas. En la
Comunión , moría. Veinte minutos después, bendecía a todos los
fieles y regresaba a la sacristía, donde yo le devolvía los guantes.”
Fray
Paolo permanece ensimismado unos instantes, antes de añadir con humildad:
“Estas visiones, durante la Misa ,
las tenían las almas buenas; yo no las tenía…”
Don
Pierino Galeone comparte también conmigo aquel majestuoso espectáculo del alma:
‘En
la Misa del
Padre Pío vi a Jesús. Yo ayudaba al Padre Pío muchas veces mientras celebraba.
En una ocasión, antes de impartir la comunión, hallándose aún en el altar, se
giró y pude ver a Jesús…¡Él estaba allí, en persona, para repartir la Comunión ! Jamás le
pregunté al Padre Pío cómo sucedió semejante prodigio. Comprendí,
sencillamente, que era Jesús a quien yo había visto. Me encantaba contemplar al
Padre Pío dando la Comunión ,
pues su rostro se transfiguraba en una increíble belleza. Al principio, la Misa duraba dos horas y
media; el tiempo más largo era para la Comunión. Durante
la Consagración ,
él participaba de los sufrimientos de Jesús. En la comunión se producía un
cambio de vida: él entregaba su vid a Jesús y éste se la devolvía. “Yo vivo
muerto”, decía el Padre Pío. Y añadía: “No sé cómo es que vivo”.’
El
Padre Vicente de Casacalenda, que trató también al Padre Pío, daba fe de
aquella sorprendente transformación:
‘Después
de la elevación y de la consagración era cuando podía observarse en aquel
rostro algo verdaderamente insólito. ¡No se sabía qué! Pero allí había ocurrido
algo. Muchos de los presentes, subyugados, terminaban por comentar entre sí:
“¡Pero si parece el mismo Jesús!”. Y seguían todos atentos, sin pestañear, como
en suspenso, medio evadidos de este mundo y sumidos en la contemplación de un
algo que no veían, pero cuya existencia palpaban’.
Sin
la Eucaristía ,
el Padre pío no concebía la vida. Cuando alguien le confesaba su distracción
durante la Santa Misa ,
no vacilaba en representarle:
“¡Pero
hijo mío, esto te ha sucedido porque no sabes qué es la Misa ! La Misa es Cristo en el
Calvario, con María y Juan a los pies de la cruz, y los ángeles en permanente
adoración…¡Lloremos de amor y de adoración en esta contemplación!”.
Pasaba
días enteros, e incluso a veces más de un mes, sin tomar otro alimento que las
especies eucarísticas.
El
testimonio del padre Fortunato de Marzio, que convivió trece años con él,
ocupando la celda número cuatro, contigua a la suya, que era la cinco,
resultaba de gran valor para acercarse al gran misterio de su Misa:
‘A
las tres de la madrugada, se levantaba; se aseaba rápidamente y luego se ponía
en oración en su misma celda. A las cuatro en punto estaba ya en el altar,
fuese invierno o verano. Al implantarse la hora legal y ante la insistencia de
los superiores, pospuso su Misa hasta las cinco, que es la hora que se hizo
célebre en San Giovanni debido a la concurrencia de gentes que aguardaban a la
entrada de la pequeña iglesia.
En
los primeros años, cuando celebraba en privado, era frecuente que su Misa
durase tres horas. Ante las insinuaciones de los superiores, ante el agobio de
las confesiones y debido también a sus padecimientos y dolores físicos, que
aumentaban con la edad, redujo mucho la duración de la celebración; sobre todo,
en los últimos cinco años de su vida’.
El
padre Tarsicio de Cervinara, amigo entrañable de nuestro protagonista, compuso
un admirable librito titulado La
Misa del Padre Pío, del que extraemos este revelador diálogo:
“-¡Padre
Pío! ¿Cómo puedes mantenerte tanto tiempo en pie ante el altar?
-¿Cómo?
¡Pues como se mantenía Jesús en la
Cruz !
-Entonces,
¿te sientes suspendido, clavado en la
Cruz como Jesús, durante el tiempo de Misa?
-¿Pues
cómo quieres que esté?
-¿En
la Santa Misa
mueres también con Jesús?
-¡Místicamente,
sí! ¡En la Sagrada Comunión !
-¿Qué
es lo que te produce la muerte?
-La
intensidad del dolor y del amor; las dos cosas juntas, pero principalmente el amor.
-¿En
qué horas del día es más intenso tu sufrimiento?
-¡Clarísimo:
durante la celebración de la Santa Misa !
-¿El
resto del día tienes los mismos sufrimientos que al celebrar la
Santa Misa ?
-¡Pues
estaríamos arreglados! ¿Cómo iba a poder trabajar entonces? ¿Cómo iba a poder
ejercitar el ministerio?
-¿Cuánta
gloria crees que das a Dios en la Santa Misa ?
-¡Una
gloria infinita!
-¿Cómo
tenemos que oír la Santa Misa ?
-Como
la oyeron en el Calvario la Santísima Virgen
y las piadosas mujeres; del mismo modo, a ser posible, que el apóstol Juan…
-¿Qué
frutos recibimos al oír la Santa Misa ?
-¡Ah!
¡Esto no se puede calcular! ¡Según tu devoción! ¡En el Paraíso lo sabrás!”
Finalmente,
el padre jesuita Domingo Mondrone glosaba así el verdadero significado de la Misa para el Padre Pío:
“Jesús
estaba en él y con él, vivo y sufriente, presente y operante, para darle
fuerzas y fecundidad de bien. El Padre Pío, heroico en el sufrimiento,
incansable en el trabajo, estuvo elevadísimo en la unión con Dios. Yo lo
retendría entre los más grandes místicos de nuestros días. Modelo excepcional
de devoción el Misterio eucarístico y a la Pasión , consigue que su Misa sea el centro de
atracción de las almas venidas a San Giovanni Rotondo”.
El
Padre Pío, pescador de almas…
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