Desde la
encomienda de Barcelona volvemos a recobrar el apartado dedicado a saber más
sobre la Sábana Santa y de sus lazos con la Orden del Temple. Por ello hemos
vuelto a seleccionar un nuevo texto de la paleógrafa italiana Barbara Frale de
su libro “I templari e la sindone di Cristo”.
Desde
Temple Barcelona os deseamos que su contenido os sea de interés.
Ecce homo!
9.¿De Bizancio a Lirey?
Ian Wilson cree que el sudario-mandylion
desapareció de Constantinopla durante el terrible saqueo que la ciudad tuvo que
sufrir en el momento de la Cuarta Cruzada (1204). Quedó oculto por muchas
décadas para reaparecer más tarde, en el año 1353, en Lirey, una pequeña ciudad
en el centro de la Francia septentrional. Ese año, el caballero Geoffroy de
Charny, portaestandarte en el ejército del rey Juan el Bueno, además de uno de
los nobles más influyentes de la corte, donó la singular reliquia a la
colegiata que acababa de fundar justamente en Lirey. El sudario comenzó a ser
expuesto para la veneración como verdadero sudario de Cristo en una serie de
exhibiciones solemnes que inflamaron de entusiasmo a los fieles y provocaron
los celos del obispo local; una vez en manos de la familia de Saboya, tras
pasar por diversas vicisitudes, fue guardado primero en Chambéry, cerca de la
suntuosa Sainte-Chapelle del palacio ducal, y luego trasladada a Turín, donde
se encuentra todavía hoy. Lo que sugirió a Wilson el vínculo de la Sábana Santa
con la orden de los templarios fue la circunstancia de que el hombre que murió
en la hoguera junto a Jacques de Molay se llamaba Geoffroy de Charny, es decir,
exactamente igual que el propietario del sudario de Lirey.
Algunos objetan este último punto y sostienen
que el primer poseedor del sudario es nombrado como Geoffroy de Charny,
mientras que el apellido del preceptor templario de Normandía aparece en
distintas formas en los diversos documentos que lo mencionan: como Charny, pero también Charneyo, Charnayo y Charniaco. A
juicio de estos autores, habría una pequeña diferencia de sonidos, y eso
bastaría para suponer que se trató de dos personas distintas. Me permito hacer
notar que en un registro administrativo de la época del rey Felipe VI de
Valois, el primer apellido del primer poseedor de la Sábana Santa figura bajo
las formas Charneyo, Charni, Charnyo o bien Charniaco,
en total coincidencia con su pariente templario Geoffroy, muerto en la hoguera
el 18 de marzo de 1314 junto con Jacques de Molay.
Semejante razonamiento, que pretende extremar
las sutilezas en el análisis de las variantes ortográficas del latín medieval,
sólo puede colar entre quienes carezcan de toda práctica en documentos del
Medievo. El discurso sería acertado si nuestro personaje hubiera vivido en la
Francia de Napoleón o de Víctor Hugo, o en un mundo dominado por la imprenta,
y, sobre todo, con una cultura ya oficialmente en francés. Para la sociedad
medieval las cosas son muy distintas. Las actas del proceso contra los
templarios, lo mismo que una cantidad incalculable de documentos de esa época,
fueron escritas a mano, lo que significa que era fácil cometer pequeños
errores; pero, sobre todo, las redactaban en latín unos notarios que
practicaban la traducción simultánea mientras oían a los testigos hablar en su
lengua nativa, en este caso el francés. En latín no existían todos los
apellidos franceses, así que había que encontrar el modo de verter al latín
estos sonidos a menudo muy particulares; se hacían adaptaciones, que podían muy
bien diferir entre los diferentes notarios. Por esta razón encontramos que un
mismo personaje es mencionado en formas a menudo muy distintas, y tal es la
naturaleza de esas variaciones que, a nosotros hoy nos resultan casi ridículas.
El apellido de Jacques de Molay figura escrito también como Malay, Malabo y Malart, mientras
que el visitador de Occidente Hugues de Pérraud es llamado Parando, Peraudo, Penrado, Peralto, Peraut e incluso Peraldo, Paurando y Deperando. En el caso de los dignatarios
de los templarios que vivieron antes del proceso, la situación es más curiosa
aún: el apellido de Gilbert Erail aparece escrito también como Roral, Arayl, Herac, Eraclei y Eraclius, mientras que el de Robert de Sablé aparece como Sabolio, Sabluillio, Salburis, Sabloel y Sabloil. Este fenómeno también estaba a la orden del día en el
registro de los papas medievales; en una misma carta, escrita por el mismo
notario, sucede a menudo que el mismo apellido se vierte de maneras distintas.
Si tuviéramos que juzgar los hechos en su realidad histórica, diría que los
notarios han transcrito el nombre de Geoffroy de Charny con bastante fidelidad,
seguramente mucho mejor que en otros casos semejantes.
Lo que podemos colegir de los documentos del
proceso contra los templarios confirma la hipótesis de Wilson. Geoffroy de
Charny pertenecía al estrecho círculo de los fieles de Jacques de Molay y era
el único compaignon dou Maestre al
que Nogaret reconoció tal poder en el Temple como para encerrarlo en la prisión
de Chinon junto con los miembros del Estado Mayor: el tipo de aislamiento escogido
y el hecho de negar al papa la posibilidad de interrogarlo hace suponer que
Charny y los otros estaban en condiciones de prestar un testimonio decisivo.
Geoffroy procedía de una familia de rango caballeresco y se había hecho
templario en 1269, en la residencia de Étampes, diócesis de Sens: su ceremonia
de ingreso fue celebrada por un alto dignatario templario llamado Amaury de La
Roche, de quien hablaremos un poco más adelante, personaje de primer nivel en
la orden del Temple, pero también hombre de grandes conexiones con la corona de
Francia. Debió de tratarse de una ceremonia importante, dado que también el
preceptor de París, Jean le Franceys, se trasladó desde su residencia para
asistir a ella.
Nacido alrededor de 1250, en el año 1294 el
caballero Geoffroy de Charny era responsable de la residencia de Villemoison,
en Borgoña, y un año después, con tan sólo cuarenta y cinco años de edad, tenía
bajo su responsabilidad la provincia templaria de Normandía; hizo una carrera
prestigiosa, pero su poder y su prestigio en el Temple no se debían tan sólo al
grado que ocupaba en la jerarquía de la orden. En efecto, las fuentes
templarias documentaban que este hombre estuvo siempre muy cerca de la persona
de Jacques de Molay; en 1303 estaba en la residencia de Marsella, donde asistió
al ingreso de un joven servidor del gran maestre, encargado del cuidado de sus
arneses y sus caballos, que fue recibido por Symon de Quince, por entonces
superintendente en la travesía a Outremer.
Marsella era el principal puerto francés de embarque a Oriente y ambos
testimonios afirman que los frailes presentes en ese capítulo partieron luego
hacia Chipre. Como una norma de los estatutos jerárquicos templarios prohibía a
los preceptores de las provincias occidentales viajar a Outremer, salvo que
obedecieran a una orden expresa del gran maestre, es seguro que Geoffroy de
Charny se encontraba allí mientras viajaba con los otros frailes para unirse a
Jacques de Molay.
No hay duda de que entre el gran maestre y
Geoffroy de Charny había un fuerte vínculo de amistad: la crónica conocida como
Continuación de Guillaume de Nangís
recuerda que el preceptor de Normandía fue la única persona que quiso seguir a
Molay a la hoguera, gritando a la multitud, durante la última oportunidad de
defensa que se les concedió, que el Temple era inocente y no había traicionado
la fe cristiana. Geoffroy de Charny parece estar siempre entre las autoridades
más importantes del Temple.
Pero hay además otro detalle. Si consideramos
los documentos del proceso en su totalidad, observamos que el preceptor de
Normandía, Geoffroy de Charny, era conocido por los hermanos de la orden
incluso con un apodo que indicaba su región de origen, como si hoy dijéramos
“el toscano” o “el siciliano”. A Charny lo llamaban también le berruyer, que en francés del siglo
XIV significaba “originario de Berry”, la región hoy llamada Champagne berrichone y que en la Baja
Edad Media se hallaba enclavada entre dos grandes potentados feudales: el conde
de Champagne y el duque de Borgoña. Es precisamente la zona donde vivieron y
florecieron los Charny, que en realidad se vieron siempre obligados a moverse
con habilidad en el difícil juego de poderes que imponía la presencia de estos
dos grandes señores.
Con toda probabilidad, el preceptor templario
de Normandía, Geoffroy de Charny, y el portaestandarte de Francia, que a
mediados del siglo XIV estaba en posesión de la Sábana Santa, pertenecían a la
misma familia, aun cuando las fuentes no nos permitan precisar con exactitud el
vínculo de parentesco que existía entre ellos. Los de Charny se habían
vinculado con la orden del Temple a finales del siglo XII: en 1170 Guy vendió
un bosque al Temple, pero once años después, sus hijos Haton y Symon donarán a
la orden quince arpentos de tierra, mientras que en 1281 otro miembro del
linaje, Adam, donaría a la orden el feudo de Valbardin. Merece la pena observar
que, a menudo, esas donaciones se hacían en calidad de “dote” por el hijo que
entraba en la orden. El dominio templario en Charny no estaba a más de un
cuarto de legua de la comandancia. Gracias al cartulario de Provins sabemos que
en 1241 vivían un templario llamado Hugues de Charny, que bien podría ser un
tío del futuro preceptor de Normandía.
La familia tuvo cierta implicación (aunque
indirecta) en otro acontecimiento que afectó de cerca de la Sábana Santa: la
Cuarta Cruzada, con el tremendo saqueo de Constantinopla durante el cual la
reliquia desapareció. El conde Guillaume de Champlitte, uno de los principales
barones que participaron en la toma de Constantinopla, luego príncipe de Acaia,
se casó con Isabel, del linaje de Mont Saint-Jean, señores de Charny. Ya a
mediados del siglo XII, el feudo de Charny y último hijo del rey de Francia
Luis el Gordo, era el padre de Pedro II de Courtenay, destinado a convertirse
en emperador de Constantinopla en 1205; un año después de la conquista de la
capital griega, es decir, precisamente en 1205, un personaje del linaje de
Courtenay residión en el castillo de Charny. Más tarde, cuando los griegos
recuperaron el control del Imperio de Oriente, los de Charny mantuvieron
relaciones concretas con los feudos que allí se habían creado; a comienzos del
siglo XIV, el caballero Dreux de Charny se casó con Agnès, mujer de la nobleza
y heredera de la señoría griega de Vostzitza.
No obstante, las fuentes conocidas indican que
la familia de Charny no entró en posesión de la Sábana Santa al día siguiente
del gran saqueo, sino muchos decenios más tarde.
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