Desde la encomienda de
Barcelona, volvemos a recuperar el apartado dedicado a conocer los recodos más
significativos del río Ebro donde estuvo asentada la Orden del Temple. Para
ello volvemos a coger la mochila y nos embarcamos de la mano sobresaliente del
escritor granadino D. Jesús Ávila Granados, por un nuevo itinerario: La Torre
de l’Espanyol, utilizando como guía su obra “Templarios en las tierras del río
Ebro”.
Desde Temple Barcelona
os aseguramos que nuevamente vale la pena perderse por su paisaje.
Fotografía
de la villa de ‘La Torre de l’Espanyol’
Ribera d’Ebre,
Tarragona.
La
Torre de l’Espanyol, en el centro de la comarca, es un municipio fértil que se
extiende sobre la ribera izquierda del Ebro, aunque el río no tenga contacto
directo con el río. El singular emplazamiento de este lugar, entre el Ebro y
las montañas, bien resguardado de los vientos y con gran riqueza de manantiales
de agua (como por ejemplo, la fuente de Horta, de origen medieval, y fuente del
Torrente, a la salida del pueblo, romana), debía motivar el asentamiento de
numerosos pueblos desde los tiempos prehistóricos, como lo confirman los
interesantes yacimientos catalogados. Los andalusíes, durante los siglos altomedievales,
llevaron a cabo una ardua tarea de potenciación de los recursos naturales, para
adaptarlos a una explotación razonable, y las tierras de secano se convirtieron
en regadío.
La
conquista cristiana la protagonizó el conde Ramón Berenguer IV, en 1149; poco
después, el conde de Barcelona no dudó en librar la plaza a los templarios, los
cuales, desde la poderosa encomienda de Miravet, administraron justicia en esta
villa, al mismo tiempo que le concedían su correspondiente Carta de Población.
De aquella época de esplendor se sabe muy poca cosa; pero lo que sí se conoce
es que los caballeros de la Torre de l’Espanyol salieron a socorrer a sus
compañeros de Miravet en el momento en que se produjeron los despiadados
ataques de la familia Entença, motivadas por sus ansias por controlar el paso e
impuestos derivados de la navegación por el río. La iglesia parroquial,
dedicada a san Jaime –patrón del pueblo-, es una construcción barroca del siglo
XVIII, levantada sobre los restos de la anterior, medieval y templaria.
Si
sois amantes del senderismo, no os olvidéis de visitar la ermita de San Antonio
Abad (a 2km de distancia de la población); se trata de un santuario modesto,
con pórtico en la entrada. La iglesia se levanta sobre la falda norte del Tormo
(523 m), la montaña sagrada de este territorio; el eremitorio configura una
estampa bucólica, envuelta de centenarios cipreses, olivos y toda clase de
árboles mediterráneos y algunos bosques; desde su explanada podréis admirar una
magnífica panorámica de gran parte de la comarca. Y, sobre todo, no os olvidéis
de hacer la Ruta de la Bruixeta (Brujita), subiendo por Canta-ranes, a través
de la cresta de la montaña; si no tenéis bastante tiempo, podéis realizarla con
coche. Igualmente es tradicional realizar el legendario itinerario de la cima
del Tormo por el santuario de San Antonio Abad (de 10km de longitud).
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