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jueves, 28 de enero de 2010

La iniciación en Grecia (Iª Parte)


Continuando con la búsqueda de los diferentes tipos de sociedades secretas, queremos abordar la iniciación griega. Para ello hemos extraído del libro del orientalista español, Ramiro Calle, de su libro “Historia de las sociedades secretas”, este trabajado texto.

Desde la encomienda de Barcelona, deseamos sea de vuestro agrado.

Profunda significación esotérica tenían para los griegos los Misterios de Eleusis, fundados por Triptolomeo tras su iniciación en Egipto. Eleusis, antigua ciudad de Ática, que adquirió gran celebridad por sus Misterios, se convirtió en un lugar de alta iniciación, piedra angular de la enseñanza esotérica propia de Grecia. Porque los iniciados guardaban celosamente sus secretos, poco se conoce con exactitud en torno a dichos Misterios, que eran una prolongación en Grecia de los Misterios del Antiguo Egipto.

Los Misterios de Eleusis se rodearon de una pompa exuberante, de un ceremonial externo llamativo y de vivo colorido. Pero, más allá de esa superficie de reluciente barniz, se hallaba el verdadero misterio, la luz, para el iniciado. Hay que considerar, no obstante, que nada puede afirmarse con plena seguridad. Si a lo esotérico, que de por sí resulta difícil de penetrar, se le suma el factor tiempo, uno queda sumido casi en la más profunda oscuridad. Por eso no resulta nada fácil explorar sobre los conocimientos esotéricos de la Antigüedad.

Si exotéricamente los Misterios de Eleusis se celebraban en honor de Deméter, la diosa de la Tierra, para buscar su protección y agradecer sus favores, esotéricamente representaban el “morir para renacer”, la elevación espiritual a que debe aspirar todo ser humano y la plenitud del espíritu; una representación del mito de Proserpina.

Proserpina, hija de Zeus y Deméter, fue arrebatada por Plutón. Entonces Deméter frustró el crecimiento de los frutos de la tierra, con lo cual los hombres no podían realizar sus sacrificios, por lo que Zeus se vio obligado a pedirle a Plutón que le fuera devuelta su hija. Zeus, empero, dio su permiso para que su hija estuviera seis meses en un lugar y seis meses en otro. Mediante este mito se representa el crecimiento de los frutos de la tierra, que si primero están en su interior después surgen al exterior.

Los Misterios de Eleusis, cuyo origen se remonta probablemente al siglo VIII a C., y permanecen estrechamente unidos a los ritos religiosos vinculados con la agricultura, eran una representación del drama de Deméter y de Proserpina, con una enorme proyección esotérico-espiritual; el iniciado debe morir para renacer, someterse a una transformación anímica total. El concepto de morir para renacer es común a muchas iniciaciones, y las diversas sociedades iniciáticas le han concebido relevante importancia. El espíritu desciende, encarna y se relaciona con la materia, para después renacer a la vida divina, volver al seno cósmico.

La influencia y el valor de estos Misterios nadie puede ponerlos en tela de juicio, pues de otra forma no se hubieran prolongado hasta el siglo IV. Los iniciados los conservaban en su corazón con gran celo, evitando exponer los mismos a la depresión de los profanos.

Había dos categorías de Misterios: los grandes y los pequeños. Para los grandes Misterios, era necesario naturalmente, haber obtenido la iniciación completa.

Los pequeños Misterios se llevaban a cabo en un pueblo cercano a Eleusis, llamado Agra, y además de tener relación con Deméter y Proserpina, la tenían también con Dionisios. En Agra había un pequeño templo consagrado a Proserpina, que recibía el nombre de Koré y que era el escenario de los ritos y fiestas.

Es posible que los Misterios dieran comienzo con unas palabras de las hierofántidas, sacerdotisas de la diosa, dirigidas a los futuros iniciados, exponiéndoles la trascendencia de aquéllos. Después venían las oraciones, ritos y purificadoras abluciones durante varias jornadas, y todo aquello que desconocemos casi por completo.

Los pequeños Misterios se celebraban en febrero, y los grandes en septiembre, y únicamente cada cinco años. Los grandes Misterios tenían como escenario la ciudad de Eleusis, se celebraban durante nueve días y daban comienzo el trece de boedromion (septiembre).

Reunidos y colocados debidamente todos los neófitos, eran inaugurados los grandes Misterios. Los aspirantes tenían que demostrar haber pasado por los pequeños Misterios, jurando seguidamente que nada revelarían bajo ningún concepto de todo lo que allí les fuese enseñado. Después había múltiples ceremonias y ritos, teniendo los neófitos unas veces que ayunar y otras limitarse exclusivamente a determinados alimentos…

Durante aquellos días de iniciación y transformación se efectuaban diversas prácticas religiosas y esotéricas. Se ofrecían sacrificios a Deméter, flores a Dionisios, ceremonias a Esculapio, procesiones… Una larga y densa actividad iniciática.

Aunque se desconozcan todos los detalles, existe la certeza de que se representaba el sugerente y dramático mito de Proserpina. El adepto debía “morir para renacer”, pasar por las tinieblas para encontrar la luz.

Hasta aquí todo lo que puede decirse. Bien es cierto que, lamentablemente, es muy poco. Se carece de datos y de confidencias. Si el propósito fundamental de los iniciados era el secreto y que nada de aquellos Misterios trascendiera a los profanos, hay que decir que prácticamente lo consiguieron. Algunos autores dan rienda suelta a su fértil imaginación, y mediante ella revisten y adornan unos Misterios que realmente son los que su palabra indica. Se extienden sobre las ceremonias, los ritos, las representaciones… Narran lo que así pudo ser. Pero en lo referente a los Misterios de Eleusis es todo tan impreciso, que ni aun desplegando las velas de la imaginación más intuitiva resulta fácil acertar. Por eso lo mejor es respetar el silencio, no tratar de franquear el umbral. Quizás ése sea el deseo de Proserpina, hija de Deméter y de Zeus, arrebatada por Plutón.

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