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jueves, 22 de diciembre de 2011

Conociendo a Jesucristo: La Natividad


Desde la encomienda de Barcelona queremos en estas fechas destacar de manera destacada la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo. Y lo hacemos recuperando un texto del teólogo J.R. Porter de su libro “The Illustrated Guide to the Bible”, donde nos habla de este hecho importantísimo y a la vez entrañable para la fe cristiana.

Desde Temple Barcelona, aprovechando esta inmejorable ocasión, para desearos que el Espíritu de la llegada del Mesías al mundo, inunde nuestros corazones y nos ayude a vivir perpetuamente en la fe y la servidumbre a Él.

¡Feliz Navidad!

Lugar de culto cristiano de la iglesia de la Natividad en Belén, donde se cree que tuvo el alumbramiento de Jesús.

Aunque el evangelista Lucas refiere el nacimiento de Jesús con todo lujo de detalles, su conmovedora narración plantea algunos problemas. Fecha la Natividad en la época del censo de todo el Imperio romano dictado por el emperador Augusto (27 a. C. – 14 d. C.) y, según se dice, realizado mientras Quirinio era gobernador de la provincia romana de Siria (Lc 2, 1-7). No sabemos nada sobre un censo universal durante el mandato de Augusto y lo lógico es que una empresa tan monumental figurara en otras fuentes documentales. Empero, Flavio Josefo (escritor judío del siglo I d. C.) consigna que Quirinio realizó un censo de Siria y Judea y coincide con Lucas en que representó una innovación. Por mucho que se trate del mismo censo al que alude Lucas, existen otras dificultades; Quirinio ocupó el cargo en 6 d. C., durante el reinado de Augusto, una década después de la muerte de Herodes el Grande (acaecida en 4 a. C., fecha en que Lucas sitúa los acontecimientos que desembocaron en el nacimiento de Jesús (Lc 1, 5). Es probable que el evangelista pretenda dar mayor autenticidad al relato vinculándolo con los hechos históricos de un contexto más amplio. Tanto en su evangelio como en Hechos, Lucas se propone dar a la narración cristiana una importancia mayor y una relevancia más universal en tanto parte de la historia general de la humanidad. Merece destacar que la genealogía de Jesús en Lucas 3 va más allá de la de Mateo (Mt 1) y lo emparenta con Adán, antepasado de toda la humanidad.

En el Evangelio según Lucas, el censo exige que los habitantes se empadronen en sus ciudades ancestrales, por lo que José y María tienen que viajar al sur desde Nazaret de Galilea hasta Belén de Judea, cuna del rey David (Lc 2, 3-4), presunto antepasado de José. Puesto que el censo romano sólo tomaba en consideración la residencia y no tenía en cuenta el hogar ancestral, es probable que los motivos de Lucas sean teológicos. La primera Iglesia atribuyó mucha importancia a que Jesús fuese descendiente de David, pero lo más significativo es que esperaban que en Belén nacería el Mesías, según las palabras del profeta Miqueas (Miq 5, 2, citado en Mt 2, 6 y aludido en Jn 7, 42). Con frecuencia, los evangelios afirman que Jesús llegó de Nazaret (Mt 26, 69-71; Mc 1, 9; Jn 7, 41). Cabe la posibilidad de que la historia de Lucas sea un intento de reconciliar el origen galileo de Jesús con la tradición según la cual el Mesías nacería en Belén.

Lucas sitúa el nacimiento de Jesús en un marco humilde: María acostó a Jesús en un pesebre “por no haber sitio para ellos en una posada” (Lc 2, 7). A partir de mediados del siglo II, la tradición cristiana ha sostenido que Jesús nació en una cueva y, al menos desde principios del siglo III, una gruta de Belén se ha venerado como su lugar de nacimiento. La basílica de la Natividad se construyó sobre dicha gruta durante el reinado de Justiniano. Quizá las leyendas acerca del nacimiento de un ser divino en una cueva hayan influido en el cristianismo.

La idea de que la revelación divina se plantea a gentes sencillas (como los pastores de este relato) está en consonancia con la perspectiva general del Evangelio según Lucas. Existen muchas narraciones paganas de dioses que visitan a los campesinos y se suele relacionar a los pastores con el nacimiento y la infancia de diversos héroes como Ciro, Rómulo y Remo. Los pastores son los primeros testigos de la natividad de Jesús, pues un ángel les dice que se dirijan a Belén, ya que trae “una buena noticia” que será de grande alegría” y que se refiere a un “salvador” enviado por Dios, que llevará la paz perpetua a su pueblo (Lc 2, 8-20). El lenguaje de Lucas en este pasaje y, en concreto, las expresiones “una buena noticia” y “salvador”, recuerdan las inscripciones de Asia Menor referentes a la fecha de nacimiento del emperador Augusto.

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