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miércoles, 2 de abril de 2014

Templarios en las tierras del río Ebro: La Fresneda

Desde la Encomienda de Barcelona seguimos con el apartado destinado a visitar los lugares más acogedores donde la Orden del Temple se albergó en las tierras del río Ebro. Para ello hemos recogido un nuevo texto del periodista y escritor, D. Jesús Ávila Granados de su obra “Templarios en las tierras del río Ebro”, donde nos conducirá a través de sus encantadores lugares.

Desde Temple Barcelona sabemos que su contenido os apasionará.


por Jesús Ávila

Valderrobres, El Matarraña, Teruel
Valderrobres, a 193 kilómetros de la ciudad de Teruel, no es sólo la capital administrativa del Matarraña, sino también el corazón y el punto de referencia de todos los pueblos de la comarca. El río Matarraña, que baja con sus aguas frescas y cristalinas de los vecinos Puertos, divide la población: la moderna, sobre la ribera izquierda, y la antigua, en la ribera derecha. Un artístico punto gótico –llamado de San Roque- une los dos núcleos y una homónima puerta fortificada permite acceder al núcleo antiguo; dentro de una hornacina de la torre vemos un San Roque ataviado de pelegrino y mostrando su condición de iniciado (con la rodilla izquierda desnuda).

La Casa Consistorial, ejemplar obra renacentista (siglo XVI) mereció ser reproducida en el Pueblo Español de Barcelona, durante la Exposición Universal del año 1929; en su planta baja, la Lonja y la prisión, donde sufrió todo tipo de torturas los más legendarios bandoleros de la comarca. Enfrente del Ayuntamiento hay la Posada de la Plaza, considerada el hostal más antiguo de España, ya que dispone de documentos de finales del siglo XIII, en que ya se confirma la condición del establecimiento como punto de parada y fonda; en la puerta de entrada, una rosa sexifolia, inscrita en un disco solar, como un símbolo de acogida hacia los forasteros. Hace pocos años, como resultado de unas obras en la planta inferior, aparecieron arcos apuntados y algunas cruces templarias, lo que nos llevaría a pensar que esta casa, que contó con puerto de amarre fluvial, podía haber estado el torreón del Temple en Valderrobres.

De la plaza Mayor se abren las calles que, en acusado ascenso, conducen al visitante en la zona superior del núcleo antiguo; precisamente en estos viales hay una casa que albergó el horno, donde se elaboraba el pan comunitario, y numerosos edificios que muestran con orgullo sus nobles linajes medievales. Al cabo de poco el viajero llegará frente a la iglesia de Santa María la Mayor y no podrá evitar quedar extasiado frente a la belleza arquitectónica y el equilibrio de su pórtico, resuelto en numerosas arquivoltas en degradación; el gótico levantino consiguió en Valderrobres una notable escuela comarcal. Este templo muestra tres interesantes rosetones: dos circulares, situados sobre el portón de acceso y en el muro de poniente, y uno triangular, en el sector más frío del ábside, a través de la cual se ilumina la tribuna superior, a la cual se accede por una escalera de caracol. El interior de la iglesia, de una sola nave, cuenta con íntimas capillas laterales y una espectacular vuelta de crucería. El campanario, exento, es de planta octogonal y domina el lado de la epístola. Enfrente del ábside, el antiguo cementerio, hoy habilitado como un área de paseo; en el interior todavía se pueden encontrar algunas estelas cátaras, y otra que forma parte del aparato exterior del muro.

El castillo está situado en un nivel superior, pero comunicado con la iglesia por un pasillo aéreo que tiene entrada por la tribuna. Más que una fortaleza se trata de un palacio fortificado, levantado a finales del siglo XIII. Queremos destacar algunos elementos de su interior que atraerán la atención del viajero, como ahora una prisión monástica; al lado, una cámara con una trepa relacionada con la mano peluda y con ancestrales tesoros ocultos que, según la leyenda, estaban enterrados en este lugar; por una profunda galería se llega al lecho del río. En la zona más elevada del castillo, donde se abría el patio de armas, hay una gran piedra, que podría haber sido un altar pagano de adoración a los dioses, porque, además, conserva las bases de las columnas que, de manera de palio, debían cubrir esta sagrada piedra, sobre la cual los pueblos de la antigüedad elaboraban sus ruegos a las divinidades. Desde la galería superior de ventanales, se dispone de la mejor panorámica del perezoso curso del río Matarraña y, como telón de fondo, la majestuosa cima de la piedra de Aznar Lagaya –la Caja, según la denominación popular-, que es la montaña sagrada de estas tierras.

Antes de abandonar el castillo, aconsejamos que visite el salón que fue la bodega, así como la sala de los caballeros y la cocina, como su altísima vuelta de ocho paños de pared sobre trompas, de incuestionable diseño templario. Después, ya en el exterior, podrá descubrir la palomilla con rostro de Baphomet de la iglesia de Santa María la Mayor, antes de comenzar el recorrido por la antigua judería, a la cual se accede mediante la puerta de Bergós.



Fotografía de la zona antigua de Valderrobres, al fondo la iglesia de Santa María la Mayor. Foto del blog juancar347-románica.

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