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sábado, 15 de junio de 2019

Sobre la infinidad del amor y la brevedad de la pasión

Mi querido y querida navegante que, por los mares agitados del pensamiento, buscas viajar en calma.
Raro sería encontrarse a alguien que no haya tenido que evitar naufragar en las aguas revueltas del desamor. Los que lograron no hundirse en la tormenta enfurecida supieron agarrar el timón firmemente, sabiendo esperar pacientes a que cesara el mal tiempo.

Una vez finalizado el trayecto y haber atracado la embarcación, alguien habría podido pensar que fue un milagro quien lo llevó a buen puerto. Sabed, mi querido y querida navegante, que todo buen navío es sostenido por unas velas resistentes. solo sosteniendo el timón del corazón no es suficiente para dirigir el cuerpo del barco, se necesitan las velas del alma para surcar apaciblemente. ¡No fue un milagro!; fue lo que debía suceder.

Al igual que una nave necesita del timón y de las velas para navegar alegre, al ser humano le es necesario hacer servir el alma y el corazón para hallar la felicidad de amar y de ser amado.
Todos hemos sentido el impulso de la pasión de la carne, de tomar a la persona que despertó en nuestra mente emociones placenteras y también de haber sido el deseo de otras personas, que de nosotros persiguieron lo mismo.


Hallar el placer de la pasión no es la mejor solución para saciar el apetito sintiéndose pleno, porque al igual que cuando ingerimos alimentos al tener hambre volveremos unas horas después a tener que repetir esa misma acción. En la temporalidad de la digestión está la fragilidad del cuerpo, y es ese corto espacio de tiempo lo que dura la pasión carnal. Al ser la pasión breve, también será el interés por la otra persona, siendo apartada al tomar un segundo plato de comida.

Deberemos ser conscientes que no somos manjares, sino personas con sentimientos, que para sentirnos saciados plenamente debemos respetarnos y querernos, primero a nosotros mismos y después a las demás personas.

Cuídate de sentirte un objeto de deseo, porque serás temporal. Mas bien haz que tu corazón y tu alma hagan rebosar de plenitud a tu mente; solo así hallarás el amor de tu alma y de tu corazón, el mismo que no querrá abandonarte porque, al igual que tú, se sentirá saciado.

En la infinidad del amor se encuentra la felicidad y si fracasas en el intento de hallarlo no naufragues, acuérdate de enderezar bien el timón, de desplegar presto las velas y estate sereno porque lograrás navegar por la inmensidad del océano del amor.

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