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domingo, 7 de julio de 2019

¿A qué debe aspirar el hombre?

El ser humano está compuesto de dos partes bien diferenciadas, a saber: la parte espiritual y la parte material. La mente, unida a ambas partes, se encarga, gracias al pensamiento, de buscar las opciones más gratificantes para el ser.

La parte espiritual es originalmente libre en el alumbramiento porque es la unidad donada por Dios, mientras que la parte material está originalmente sujeta desde el nacimiento a las leyes de la naturaleza porque es la unidad cedida por nuestros progenitores; es decir, el cuerpo necesita de unos cuidados para sobrevivir y el espíritu no requiere de esas leyes naturales para seguir vivo.

Como he mencionado antes, la mente está unida a ambas partes y se encarga de orientar al ser aplicando la mejor opción que se le presente durante el tránsito por el camino de la vida. Si el espíritu se siente atraído por pensamientos, creados libremente por la mente, hacia lo material dejará de ser libre sometiéndose a las leyes de la naturaleza; si por el contrario el espíritu es alentado por pensamientos ajenos a lo material seguirá siendo libre, que fue su estado original.

Quiero mencionar un hecho curioso que encontré sobre esta cuestión en La Biblia, concretamente en el Génesis, y da fe de la importancia que tiene entender esto para la la Humanidad.

" Entonces el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió en ser vivo ". (Gn 2,7)

" La serpiente replicó a la mujer: 'No, no moriréis; es que Dios sabe que el día en que comáis de él (el árbol del conocimiento del bien y del mal), se os abrirán lo ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal' ". (Gn 3,4)

Y tras convencer la serpiente a Adán y Eva, Dios se pronuncia diciendo:
" Y el Señor Dios dijo: 'He aquí que el hombre se ha hecho como uno de nosotros en el conocimiento del bien y el mal; no vaya ahora a alargar su mano y tome también del árbol de la vida, coma de él y viva para siempre' ". (Gn 3,22)

De estos tres párrafos se puede decir que surgen varios actores que representan la composición del ser humano. La parte espiritual, el hombre; la parte material, la mujer; la mente, la comunicación con Dios y el pensamiento, la serpiente.


¿Qué proporciona al hombre tener un espíritu libre?

Como se comprueba en el relato bíblico, la serpiente seduce a Eva y, esta a su vez, influye en Adán a seguirla. Entonces, se percibe que cuando lo espiritual queda a merced de lo material acarrea consecuencias nefastas en el ser humano. Por tanto, un ser con el espíritu libre gozará de una serie de beneficios que le conducirán a la tranquilidad.

De todos es sabido, y así ha quedado patente desde hace milenios, que las riquezas materiales no suelen ir de la mano con la felicidad, porque si el hombre acaba dándoles excesiva importancia comenzará a agitarse cuando sienta que peligran, consiguiendo que poco a poco su espíritu quede aprisionado y sujeto a las leyes de la naturaleza, convirtiéndose en un individuo infeliz. En cambio, si la mente se encarga de preservar los deberes espirituales el espíritu se encargará de proporcionarle emociones constructivas que conducirán al ser a sentirse libre y poderoso.

La sociedad del bienestar en un mundo depresivo

Entiéndase por sociedad del bienestar la idea de que generando bienes y servicios para que sean disfrutados por los individuos se consigue una sociedad placentera.

Ese concepto podría compartirse como cierto si en dicha comunidad no hubieran tantos casos de depresiones. El ser humano se deprime por varias circunstancias, que ahora no  me pararé a enumerar, pero de lo que podemos estar seguros es que no existen personas felices que estén deprimidas.

Por tanto, la sociedad del bienestar no lleva a la felicidad del individuo cuando este se plantea deseos basados únicamente en lo material. Mas bien, independientemente en la sociedad que nos haya tocado vivir, deberíamos preguntarnos qué cosas nos harán realmente felices y por las que valdría la pena luchar para conseguirlas.

Solo aquello que llene nuestro espíritu será capaz de engrandecer a nuestro ser. El pensamiento del hombre debe encaminarse a que sea el espíritu quien trabaje para su libertad, evitando caer preso de lo perecedero, que conduce a estados depresivos.

El mayor deseo al que el hombre debería aspirar es a estar tranquilo. Solo así se puede hallar la felicidad.

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