Non nobis Domine,
gritaban los campos.
Non nobis sed nomini,
segaban las espadas.
Tuo da Gloriam,
alzaban las miradas
llorando la sangre
que las almas deslizaban.
¿Dónde hallaremos su Gloria?
se preguntaban los vivos;
y un reflejo de luz les condujo
hasta la entrada del Eterno Sepulcro.
Al abrir su puerta salió
un humilde aroma embriagador.
Hermanos, no busquemos más,
es aquí donde mora el Santo Amor.
RVR
Las personas, a veces, nos complicamos la vida en la búsqueda de sucedáneos para lograr una existencia mejor a la que llevamos, perdiendo de vista que lo realmente importante, lo que de verdad nos hará felices es el amor.
Allá donde hallemos ese amor de plenitud vivirá nuestro corazón.
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