© 2009-2019 La página templaria que habla de cultura, historia y religión - Especial 'Proceso de los templarios'

miércoles, 16 de septiembre de 2009

El prisionero Satán



Hemos encontrado un texto de Michel Lamy donde habla sobre mitos y leyendas de los templarios. Hemos decidido publicarlo teniendo en cuenta nuestra pluralidad de ideas, que siempre hemos defendido y que continuaremos haciéndolo. La encomienda de Barcelona sólo se basa en la legalidad histórica. Eso significa que las ideas que sólo se sustentan mediante hipótesis y conjeturas, para nosotros no tienen validez, aunque eso sí, las respetemos.

Por tanto queremos dejar claro que no nos hacemos responsables del contenido de este texto, y por ello no le damos un carácter verídico.

Esperamos sea de su agrado.

Según el Apocalipsis de San Juan, desde que fuera derrotado y expulsado del cielo con los ángeles caídos, Satán está encadenado en los abismos. Ahora bien, afirma la tradición que este abismo tiene unas salidas y que éstas se hallan obturadas. Una de ellas se encontraría precisamente sellada por el Templo de Jerusalén. El alojamiento de los templarios habría estado, así pues, situado en un lugar de comunicación entre diferentes reinos, característica común con la del Arca de la Alianza. Punto de contacto tanto con el cielo como con los infiernos, uno de esos lugares sagrados siempre ambivalentes, consagrados tanto al bien como al mal. Un lugar de comunicación ideal que los templarios se habrían convertido en guardianes.

Una leyenda mencionada por M. de Vogué cuenta que en la época de Omar, un hombre, al inclinarse, vio una puerta al fondo del pozo del que estaba sacando agua. Descendió al interior del mismo y cruzó la puerta. Un magnífico jardín apareció ante él. Arrancó una hoja de un árbol y se la llevó como prueba de su descubrimiento. Apenas hubo salido, se apresuró a ir a dar aviso a Omar. Se precipitaron ambos hasta allí, pero la puerta había desaparecido y nadie pudo encontrarla. No le quedaba al hombre más que la hoja que nunca se marchitó. Esto acaecía en el emplazamiento del Templo de Salomón. Una tradición más para hacer del lugar un pasadizo entre diversos niveles y reinos.

Asimismo se cuenta que el Templo de Salomón había estado precedido en ese emplazamiento por un templo pagano consagrado a Poseidón. Ahora bien, se ignora a menudo que Poseidón no se convirtió en dios del mar más que tardíamente. Con anterioridad, tenía rango de Dios supremo y no fue sino con la llegada a Grecia de los indoeuropeos cuando Zeus se hizo con el liderazgo de las divinidades. Poseidón había sido, desde los tiempos de los pueblos pelasgos, el Dios creador, demiurgo que tenía un vínculo privilegiado con las aguas madres saladas. Era el gran sacudidor de las tierras, señor de las potencias telúricas y, en ciertos aspectos, próximo a Satán.

Eugène Delacroix, iniciado de la Sociedad Angélica, era plenamente consciente de ello cuando decoró el techo de la capilla de Saints-Anges en la iglesia de Saint-Sulpice de París. Pintó un San Miguel arrojando al suelo al demonio. Ahora bien, este demonio de los orígenes, lo representó bajo la forma de Poseidón perfectamente reconocible en sus atributos.

Poseidón

Los templarios encargados de custodiar los lugares por los cuales Satán habría podido evadirse de la prisión que le fue atribuida en la noche de los tiempos es algo que le parecerá sin duda grotesco a más de un lector moderno, pero que sería conveniente resituar en las creencias de la época. Y luego, nunca se sabe…Tanto más cuanto que Salomón hizo también erigir unos santuarios para unas “divinidades extranjeras”. Consagró en particular unos templos a Astarté, “la abominación de los sidonios” y a Milkom, “el horror de los amonitas”. El “dios celoso” de Israel debió de sufrir por ello. ¿No hacía con ello Salomón sino ceder a las presiones de sus numerosas concubinas extranjeras? Si actuó así, ¿qué no haría en recuerdo de la reina de Saba, cuyo reino sin duda podemos situar en el Yemen? Los dioses del país de Balkis, en su mayor parte, olían fuertemente a azufre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario