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jueves, 15 de octubre de 2009

Discurso del Gran Prior de España en Roda de Ter

Desde la encomienda de Barcelona, queremos recoger el discurso realizado durante la Ceremonia Pública por nuestro Amado Gran Prior de España, Fr.+++Anselmo de Crespi.
Esperamos que sea de vuestro agrado.


Discurso del Gran Prior de España en Roda de Ter.

Queridos Hermanos y Hermanas, familiares, amigos e invitados en general. Después de varias ocasiones fallidas por unos motivos o por otros, por fin hemos realizado las distintas Ceremonias de Iniciación e Investiduras Templarias en Roda de Ter, Encomienda de Barcelona del Priorato de Catalunya. Y es una especial causa de alegría para mí por varios motivos, entre ellos, la gran amistad existente entre el Prior, Fr.++Jorge Bassols y este humilde servidor, la necesidad de realizarla ante el crecimiento de este querido Priorato, y muy especialmente por los frutos de la actividad del Comendador de Barcelona, Fr.++Ramón Villar, Hermano del que fui testigo en su Ceremonia de Iniciación e Investidura y que representa perfectamente lo que aquí, todos reunidos, estamos testimoniando ante la Santa Madre Iglesia.

La Ceremonia de Investidura, al igual que el sacramento del Bautismo, no es como alguno entiende un final, una meta alcanzada. Es justamente lo contrario, tan sólo el punto de partida.

A diferencia del Bautismo, la decisión de pertenecer a la Orden del Temple, se toma voluntaria y libremente cuando uno alcanza la mayoría de edad. Nadie la toma por nosotros, es una decisión personal e íntima por la que nos comprometemos de por vida a ser parte de la Blanca Milicia, porque independientemente de la pertenencia a una u otra rama de la Orden, independientemente de apartarse temporalmente de las actividades de la Orden, el que acepta ser Templario lo es ya por el resto de su vida.

¿La manera de serlo? Eso ya depende de cada uno, eso es precisamente lo que comienza hoy para los Hermanos que han sido investidos y aceptados en la Ceremonia Privada y de la que ahora dan público testimonio.

Del crecimiento interior a través del conocimiento de la Tradición y de la Regla no sólo son responsables los Hermanos Preceptores y Oficiales de las distintas Encomiendas y Prioratos, sino también los mismos Hermanos para demandar esos conocimientos, esos estudios que nos han sido legados y que forman parte de nuestra historia, de toda nuestra historia. No sólo la conocida por casi todos y que llega hasta 1314, sino la posterior, la que nos han conducido hasta el día de hoy, 11 de octubre de 891 Año del Templo, 2009 para los estimados profanos que hoy nos acompañan en esta bella y muy querida por mí, la ermita con el nombre de aquélla que junto al respeto y veneración que sentimos por María, Su Madre, fue elegida por Nuestro Señor para continuación de sus enseñanzas. Magdalena, la primera en ver al Cristo Renacido, la testigo no creída en un principio por sus compañeros, el resto de Apóstoles, tan sólo por ser mujer; aquélla que no dudó mientras los demás se escondían o huían, en acompañar a María y al más joven de los Trece, Juan, al pie de la Cruz, sin dudar en seguir los pasos de Dios hecho Hombre, creyendo en su mensaje, segura de sus enseñanzas, fiel a Jesús Crucificado, creyendo sin fisura alguna en su palabra, en su ejemplo. Con su nombre se alza en estos incomparables y maravillosos parajes de Roda de Ter, esta pequeña pero entrañable ermita dedicada a Santa Magdalena de Conangle.

Al igual que Magdalena debemos crecer en el Conocimiento, crecer en la Esperanza, crecer en la Fe, creer en la Luz. Sabemos que siguiendo y siendo fieles al camino marcado y comunicado, entre otros, por el mismo jeroglífico notario, Juan, el Evangelista, al final encontraremos la Luz, esa Luz del Señor que tan bien y tan certeramente vieron y comprendieron nuestros Hermanos Mayores y por la que no dudaron en hacer entrega de su vida, por seguirla, por no abandonarla…y porque nos llegara a nosotros el conocimiento de la tradición y la fuerza de su ejemplo y sacrificio.

Los nuevos Hermanos decidirán a partir de hoy si continúan adelante en esa búsqueda de la Luz o se conforman con tan solo el Manto y la Venera de Dama o Caballero Templario.

El Manto tiene un significado, un significado por si solo, por la historia que porta, pero depende de cada uno que resplandezca y sea testimonio de lo que es un Pobre Caballero de Cristo, un Fraternal Hermano de esa Milicia de Hombres Buenos que eligieron u día vivir según las enseñanzas del Maestro y defender su legado.

La verdadera blancura interior de ese Manto no podemos dárosla ni en esta ceremonia ni en ninguna otra; no podemos labrarla por vosotros. Es tarea vuestra, es tan sólo deber vuestro si así lo consideráis necesario. De otra manera, sí tendréis un respetado Manto Blanco que portar sobre los hombros, sí podréis sentiros orgullosos de tenerlo, pero en vuestro interior, en vuestro más íntimo y oculto rincón, notaréis que vuestro Manto no es tan Blanco como el de otros Hermanos, porque lo que hace único al Manto, a nuestro Manto, lo que hace que queramos el nuestro y no otro, desde luego no es el pago efectuado por él, no es la tela, que puede ser mejor o peor, forrada de seda o sin forro alguno, con la cruz de una forma o de otra. Lo que hace verdaderamente único nuestro Manto, es el conocimiento que a partir de hoy queráis adquirir, el crecimiento interior y compartido en fraternidad, el sentimiento intenso y profundo de entregar lo mejor de nosotros, y no para nosotros, sino para mayor Gloria de Dios y su Orden de Luz, esta maravillosa Orden de Caballeros que empezó siendo conocida como la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo entre los pequeños grupos de peregrinos en Tierra Santa y que hoy, pese a todos los escollos, saltados; todas las acusaciones, rebatidas; todos los problemas, vencidos; es popularmente conocida como la Orden del Temple.

Hermanos, Hermanas, bienvenidos y por siempre, Non Nobis, Non Nobis Domine, Sed Nomini Tuo Da Gloriam.

Fr.+++Anselmo de Crespi

Roda de Ter (Priorato de Catalunya)

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